Carlos Sainz se merece el Premio Princesa de Asturias

17/01/2020 12:30

Quizá ya es hora de que pensemos en Sainz como acreedor del Premio Princesa de Asturias al Deporte. Ganar un título mundial a los 57 años, 30 años después de su primer Mundial de Rallies, no es moco de pavo. Es una larguísima trayectoria con un tesón y una voluntad fuera de toda medida, combinadas con un gran talento.

El Princesa de Asturias sería el broche de oro a una carrera que no estoy seguro de que haya tocado fin, porque el apetito se abre comiendo y Carlos, tras un Dakar tan impecable como implacable, seguro que vislumbra la posibilidad de una cuarta victoria.

Sainz es el ganador más veterano del Dakar. Lo ha hecho con perseverancia y trabajo, jugando un papel clave en la conversión del buggy Mini, que era un desastre antes de que Carlos lo cogiera. Lo mejoró para 2019 y ha rematado su desarrollo para convertirlo en ganador en este 2020.

Ésta ha sido una de las tónicas de la carrera deportiva de Carlos Sainz. Luis Moya siempre ha dicho que "Carlos gana o deja un coche ganador al equipo". Y esta vez ha hecho buenas las dos opciones anunciadas por el popular copiloto gallego.

Dicen que hay dos tipos de piloto: los que sacan tres décimas al coche y los que consiguen que el coche sea un segundo más rápido. Carlos es de los poquísimos que reúne las dos virtudes, que complementa con su experiencia, su saber leer las carreras y su pulcritud al volante. Y siempre con la ilusión de pelear y la ambición de ganar. Todo un ejemplo.

Me imagino que los últimos kilómetros de este Dakar habrán sido casi agónicos para Carlos Sainz. El recuerdo de aquel tercer título del Mundial de Rallies que se escapó en la ‘Pérfida Albión’ —y nunca mejor dicho — debía estar presente en cada momento de los últimos kilómetros.

Ganar el Dakar tres veces es algo que muy pocos han conseguido. Stéphane Peterhansel lo ha hecho siete veces en coche. Ari Vatanen, cuatro. Con tres entorchados, Carlos iguala a Nasser Al-Attiyah, Pierre Lartigue y René Metge. Peterhansel y Al-Attiyah han sido los grandes rivales del madrileño en esta prueba, si bien el palmarés de Sainz se ha forjado con tres coches diferentes, lo cual tiene un mérito innegable.

La mejor prueba es el respeto que se ha ganado. Nasser Al-Attiyah y Stéphane Peterhansel le han esperado al final de la última etapa para felicitarle y mantearlo. Señal de respeto y de la admiración que respeta en todos, que le ven como un ejemplo. Hasta Paul Gasol le ha enviado un mensaje de felicitación.

Su hijo Carlos Sainz, piloto de Fórmula 1 con McLaren, también le ha felicitado: "Tres Dakares, tres marcas diferentes. 57 años misma pasión, mismas ganas, mismo trabajo, mismo sacrificio, misma motivación. El orgullo que siento como hijo ahora mismo es muy difícil de explicar, por lo tanto no se me ocurre otra cosa que decir. Eres el p*** amo".

Me imagino a Sainz Jr con alegría desbordada y a Juanjo Lacalle soltando más de una lagrimita de emoción contenida. Y yo, a 5.000 kilómetros, veo cómo se me empañan los ojos. Durante una década seguí a Carlos en el Mundial de Rallies. Recuerdo que, para sacarle una declaración políticamente incorrecta o que soltara prenda, había una fórmula mágica: hacerle una pregunta a partir de una afirmación absurda.

Y todavía me emociono al pensar en unas palabras que dijo justo antes de comenzar este Dakar: "Cambio la victoria del Dakar por una victoria de mi hijo en la Fórmula 1". Ya lo sabes, Carletes. Don Carlos te ha puesto el listón muy alto… pero él sabe que es insuperable.

El Matador tenía una cuenta pendiente consigo mismo y ahora la ha saldado. Es un ejemplo para todos. Reúne todas las cualidades que debe tener un auténtico as del deporte. No sólo a nivel profesional, sino también como ser humano. El deporte español tiene una gran deuda con él. Ya lo saben: el Princesa de Asturias tiene un gran candidato. Un máximo candidato, diría.