Todo tiene sus límites

03/07/2023 20:22

Nos quitaron las escapatorias de grava y/o hierba y sólo nos quejamos los 'quemaos' de siempre de que los circuitos perdiesen una de sus señas de identidad.

Sustituyeron la grava por eternas escapatorias de asfalto cuya finalidad verdadera, más allá de ofrecer mayor seguridad para los pilotos, parece solamente el de proporcionar un gran espacio al mejor postor para que este coloque su publicidad y, además, nos metieron con calzador los 'Tilkodromos' que ya traían estas de serie. De nuevo, sólo alzamos la voz los 'petrolhead' de siempre.

Incluso últimamente, poco a poco, casi sin darnos cuenta, se han ido retocando algunas curvas míticas, en circuitos históricos, para quitar también la grava y la hierba, llenando sus escapatorias de asfalto, pasando así de ser curvas míticas a ser curvas como otras cualquiera que todos pueden hacer sin levantar el pie. Otra vez, sólo nos quejamos los de siempre.

Todo en aras de la seguridad.

No debieron contar con que los pilotos siempre buscan el límite y se encontraron con que podían 'estirar' un poco más su trazada prácticamente sin penalizar, quedándose atascados en la puzolana. La FIA les ofreció la mano y se agarraron todo el brazo. Eso o quizá se perdieron aquel vídeo de Barrio Sésamo donde se explicaba qué era dentro y qué era fuera.

Los pilotos, como mínimo, deberían ser capaces de llevar el coche entre dos líneas blancas, algo que, al menos, exigen a cualquier mortal cuando quiere renovar su carné de conducir y debe pasar por las pruebas para obtener el certificado médico y psicotécnico correspondiente que te pide la Dirección General de Tráfico.

Había que encontrar una solución. ¡Pongamos pianos más altos y bananas disuasorias! Las mismas bananas o 'salchichas' que en más de una ocasión han sido causa de accidente de diversa gravedad debido a los saltos que sufren los monoplazas al pasar por encima de ellas. Otras veces, sin embargo, juegan a favor del piloto permitiéndole apoyar la rueda –o ruedas– y mantener la trazada, así que tampoco sirven de nada.

Y de aquellos barros, estos lodos.

Empiezas por dar tres advertencias por no respetar los límites de pista a los pilotos antes de sancionarles, que tampoco es plan de hacerlo a la primera de cambio, no se nos vayan a frustrar, y terminas escuchando por radio la excusa de que su coche no gira y no puede llevarlo por 'lo negro', como si condujera un Opel –corre hace años la leyenda entre los aficionados al motor que son vehículos que tienden al subviraje–.

Además, añade a esto soportar los chivatazos de los pilotos por radio acerca de rivales que según ellos tampoco respetan los límites de pista como otra forma de excusarse, como esos niños/as acusicas que te encontrabas en tu clase de preescolar. Tan sólo faltaría escuchar, en lugar de a Toto Wolff, a alguna madre respondiendo por radio aquella manida frase de "Y si Luisito se tira por la ventana, ¿tú también?".

Luego están las horas extra que les toca echar a los comisarios deportivos y dirección de carrera, quedándose hasta muy tarde tras los Grandes Premios, para poder atender reclamaciones de los directores deportivos de los equipos y, por supuesto, para el reparto de sanciones. ¿Es que nadie piensa en ellos? ¡Que tienen vida más allá de las carreras, por favor! Sanciones que terminan obviamente influyendo y en, cierta manera, falseando el resultado final de cada carrera, tal como ocurrió este fin de semana en Austria. Te vas a echar una siestecita tras la ceremonia del podio y cuando te levantas, unas pocas sanciones más y ha llegado por fin la 33. Espero que, al menos, el precio de las horas extra no cuente para el límite presupuestario impuesto por la FIA.

Lo que parece mentira es que, en los tiempos que corren, la FIA no cuente con un sistema para que las sanciones por saltarse los límites de la pista u otras maniobras indebidas sean lo más automatizadas, rápidas y eficientes que se pueda en su ejecución, aplicándose las sanciones en tiempo real, sin tener que esperar a que finalice el Gran Premio con un resultado y que este termine siendo otro totalmente distinto cinco horas después tras una reunión en los despachos. Esto crea confusión y enfado, no solamente a los pilotos y equipos, si no a la parte más importante del espectáculo, los aficionados, y a mi parecer, desvirtua la competición en sí.

Al parecer todavía hoy da la sensación –quizá no sea verdaderamente así– que estas sanciones y su rapidez al aplicarlas, en un deporte que presume de ser el pináculo de la tecnología y la categoría reina del automovilismo, siguen dependiendo de la 'moviola', de que los comisarios y dirección de carrera revisen las imágenes de video, decidan y sancionen, muchas veces tras recibir una reclamación por parte de un equipo rival porque si no, ni se enteran. ¿De verdad no existe un sistema automatizado que haga esto?

Quizá la FIA debería aplicarse lo de La Navaja de Ockham, teoría que dice –por resumirla de forma sencilla– que la solución más simple tiene más probabilidades de ser la correcta y, por tanto, seguramente también sea más barata, si es que tanto les preocupan los costes.

Así que me pregunto, ¿por qué no volver a un metro de grava que siga todos los pianos exteriores, tras ella la escapatoria normal, de asfalto si quieren y a partir de ahí sentarse a ver quién se atreve a saltarse los límites de pista?

Seguramente habrá alguien quien me saldrá con que regresar a las escapatorias de grava y hierba va en contra de la seguridad, que tan sólo soy uno de esos viejos 'petrolhead' anclados en el pasado que añoran los viejos tiempos.

Soy el primero que quiere que cualquier deporte de motor sea lo más seguro posible, pero también soy consciente que la seguridad total no existe. No está de más recordar aquello de Motorsport is dangerous –el deporte de motor es peligroso–. Los que participan en él lo tienen asumido. Y nosotros como espectadores, ¿lo tenemos?

La mayoría de veces el mayor impedimento para la solución a un problema es la falta de genuina voluntad o verdadero interés para solucionarlo, sobre todo esto último, verdadero interés. De existir alguna de estas dos cosas, seguramente no estaríamos debatiendo sobre esto ya hace tiempo. Mientras tanto, tendremos que tragar con ello.

Saludos.

Javi C.