Basta ya

25/04/2017 18:01

Había que intentar escribirlo desde el respeto, porque Gonzalo lo merece y este texto debería estar dedicado a él y no a recordar, una vez más, a ese número de personas –por suerte cada vez más escaso– que dicen considerarse aficionados al deporte de motor, pero que no son más que meros ‘hooligans’ que han perdido el norte. Estas líneas no deberían estar dedicadas a recordar que este deporte es peligroso y que, por tanto, cualquiera que lo practica se juega la vida indiferentemente de la categoría en la que compita ni de su edad.

Pero aquí estamos, sentados frente al teclado, intentando escribir esto usando más corazón que estómago, más cabeza que corazón e intentando no caer en el uso de lenguaje malsonante para referirnos a los que han tenido el valor de hacer bromas con la muerte de un niño, bromas usando el nombre de la persona que da nombre al circuito donde sucedió el accidente, bromas haciendo referencia a que posiblemente sea éste el origen de tan mala fortuna. Bromas de mal gusto, pasadas de frenada…

Son los mismos que hacen mofa y se ríen cuando un piloto de Fórmula 1 o cualquier otro deporte de motor tiene un toque, una salida de pista e incluso un accidente. Por supuesto, escondidos tras un usuario de redes sociales, amparados por la seguridad que da estar escondido tras un monitor, gozando de su anonimato, usando un teclado para sacar a relucir la necedad, la chabacanería. No aprendemos, parece que ninguna desgracia sea suficiente.

Estamos mal acostumbrados. No sólo ya lo vemos sin sorpresa, sino que además esperamos que tras un accidente, el piloto salga ileso por su propio pie del vehículo, se sacuda el polvo mientras saluda al aficionado levantando el pulgar hacia arriba dando a entender que está bien y en unas horas esté de nuevo subido a su vehículo compitiendo de nuevo con tan sólo, quizá, algún moratón en su cuerpo. La cruda realidad nos la devuelve por desgracia, casos como el de Gonzalo o Monger, Bianchi…

Sin embargo, esto no es excusa. Algunos son casos perdidos y por mucho que se les intente hacer ver que el deporte de motor es peligroso y que cada persona que lo practica, se juega el tipo en ello y merece todo el respeto, por muy buena o torpe que sea en su desempeño, esté en la competición por méritos propios o porque su papá puso dinero, dispute el título de campeón de F1, MotoGP, WRC o una carrera local entre balas de paja en las fiestas de su pueblo, probablemente no atiendan a razones. Pero… basta ya.

Lo único que nos queda es arrinconarlos, ignorarles y no darles más publicidad alimentando sus egos, a ver si ya de una vez mueren de hambre.

Este texto no debería estar dedicado a ellos, no debería estar dedicado a recordar que el deporte del motor es peligroso. Debería estar dedicado a Gonzalo, del que por desgracia nunca podremos contar aquí que alcanzó su sueño de algún día ser piloto, aunque para nosotros lo era y siempre lo será.

Que la tierra te sea leve Gonzalo, descansa en paz campeón.

J & J, autores de Box this lap