Bianchi da a Marussia la alegría de su vida

Los pulgares de LaF1.es: Mónaco

Víctor Serrano
26/05/2014 17:30

La de ayer fue una carrera típica de Mónaco, una que se adapta perfectamente al molde de lo que suele pasar por las angostas y retorcidas calles del Principado. Fila de coches en trenecito, muchos abandonos, trabajo para el Safety Car y alguna que otra oportunidad para los más necesitados. Ante lo que no pudo luchar el escenario más lujoso e histórico de los que quedan en el Mundial fue la superioridad de Mercedes. Da igual con qué diana se juegue la partida, las flechas de plata siempre aciertan. Aquí, había esperanzas de que alguien, Red Bull, se entrometiera entre ellas, pero, aunque Ricciardo cruzara la meta pegado a Hamilton, nunca fueron una amenaza seria. Los de la estrella tienen rendidos a nuestros pulgares, pero también hubo más protagonistas, así que ahí va nuestro ránking:

Rosberg. El alemán ganó la carrera el sábado. Podemos aplaudirle por arrebatarle la pole a Hamilton por segunda vez en la temporada o podemos atizarle por haberlo hecho poniéndole la zancadilla. Y es que lo cierto es que su efectiva salida en Mirabeau deja muchas incógnitas acerca de la voluntariedad de la acción. Puede que Nico lo hiciera con la misma intención que Schumacher en aquella inolvidable parada en la Rascasse en 2006, pero si es así lo disimuló tan bien que hemos de darle el beneficio de la duda. Sea como fuere, lo verdaderamente importante es que Rosberg se bañó en champán por segunda vez en su casa, cortó la racha de cuatro victorias seguidas de Lewis y recuperó el liderato del Mundial. Solo perdió una cosa en Mónaco: la relación con su compañero.

Bianchi. Ayer, la verdadera fiesta después de la carrera no se vivió en el box de Mercedes. Otros mucho más modestos se sintieron los más afortunados del día, y no es para menos. Tras 44 carreras, Marussia supo por primera vez lo que se siente al acabar una sumando puntos, y todo gracias a un prometedor francés que pinta su futuro de rojo Ferrari. Jules realizó una maniobra clave adelantando a empujones a Kobayashi en la Rascasse que le permitió aprovecharse de las oportunidades que siempre da el trazado monegasco para acabar octavo. Al final fue noveno al añadirle cinco segundos de penalización tras cumplir un Stop & Go por beneficiarse del hueco que dejó Maldonado en la salida mientras estaba el Safety en la pista. Pero da igual, el dulce sabor de su actuación no cambia. Pharrell Williams nunca ha tenido un mejor coro para su ya histórico 'Happy'.

McLaren. El último puesto de privilegio bien podría haber sido para Ricciardo por su segundo podio, para Alonso por su cuarta posición que le permite seguir siendo tercero del Mundial o para Hülkenberg por volver a brillar de nuevo tras un mediocre resultado en España. Pero no, nuestro dedo ha decidido apuntar hacia Woking. Llevar tres grandes premios consecutivos sin apuntarse un solo punto y acabar con las caras largas con ambos coches entre los diez primeros les hace merecedores de ello. Si bien, no se irán del embarcadero favorito del glamour del todo contentos. Porque, aunque Button culminara una difícil remontada de seis puestos para acabar sexto, Magnussen mereció quedar incluso por encima de su compañero. Pero una serie de impedimentos, el más grave llamado Räikkönen, le retrasaron hacia una insuficiente décima posición.

Vettel. En España pareció quitársela de encima cuando fue capaz de sobreponerse a un fin de semana gafe ganando nueve posiciones el domingo, pero la maldición de Webber le ha vuelto a rebrotar. Mientras que Ricciardo celebra feliz su segundo podio, el alemán no puede erradicar el mal fario que le acompaña casi en cada carrera. Ayer Sebastian comenzó su andadura con una gran salida que le llevó a posición de podio, pero no le dio tiempo ni a hacerse la idea de ello. Justo después de que el coche de seguridad se fuera de la pista tras salir por el accidente de Sergio Pérez con Button, su RB10 se quedaba sin potencia. Entró en boxes y volvió a salir con vuelta perdida, pero ni él ni su coche estaban dispuestos ya a arrastrarse toda la carrera. Tantos años aprovechándose de la suerte le están pasando factura.

Räikkönen. Un comienzo alentador tras aprovecharse de la mala salida de Ricciardo (y por consiguiente de Alonso) y de la retirada de Vettel para colocarse tercero tras los Mercedes, se quedó en nada. Apuntaba más alto que nunca esta temporada, y por encima de su vecino de garaje por primera vez, pero se montó en una montaña rusa que sólo tenía bajadas. Él tuvo la culpa a medias. No pudo evitar alejarse del podio cuando un Chilton que parecía novato le pinchó una rueda al ir a desdoblarse, pero sí debió pensar mejor antes de intentar pasar a Magnussen en Loews por donde no se podía. Seguramente, la rabia por perderse la ceremonia del podio a la que creyó que iba a acudir le cegó, pero los fallos en Mónaco suelen pagarlos también otros y arruinó su carrera y la del dánes.

Toro Rosso. Al igual que ocurría con el último puesto de privilegio, para éste, el que no quiere nadie, también había varios candidatos, tantos como abandonos, pero la desgracia por partida doble de la cantera energética les asegura los votos que les traen hasta aquí. El sábado se las prometían muy felices tras clasificarse para la Q3 con sus dos hombres, algo que no hacían desde Australia, pero a su motor Renault le dio por repetir viejos vicios. Los graves problemas de la unidad de potencia francesa que tanto lastraron durante el invierno a sus clientes parecían superados, pero tendrán revisar los parches porque alguno debe de andar suelto. El mismo fallo en el escape dejó sin puntos y sin sonrisa a Vergne y Kvyat. Merecieron llevarse una alegría, no hay duda, pero la Fórmula 1 a veces no entiende de merecimientos…