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La vuelta mágica de Jules Bianchi

Àlex Garcia
18/07/2015 13:06

Hubo una época en la que Jules Bianchi no era el gran piloto que vimos en la Fórmula 1, sobre todo en 2014. Siempre tuvo esa velocidad, esa sensibilidad para pilotar en condiciones delicadas, esa valentía para atacar donde otros nunca habrían osado hacerlo. Pero aún así, aún no estaba lo suficientemente pulido como para ser el hombre que quería ser. El piloto perfecto que aspiraba a ser. El que estaba destinado a ser antes de que nos fuera arrebatado de forma prematura.

Ferrari vio en él las cualidades que históricamente eran deseables en sus pilotos; valiente como Jean Alesi, carismático como Gilles Villeneuve, ambicioso como Michael Schumacher, sonriente y dicharachero como Gerhard Berger o Eddie Irvine -aunque seguramente menos gamberro-. Además, era un piloto que entendía la técnica de forma intuitiva. Sabía lo que hacía en el coche. Y para acabar de aderezar esta ensalada tan especial, venía de una 'familia noble' en las carreras. Mauro y Lucien Bianchi destacaron antes que él. ¡Si hasta tenía apellido italiano! Era perfecto.

Campeón de la Fórmula Renault 2.0 francesa en 2007, ganador del Masters de Fórmula 3 de Zandvoort en 2008 y campeón de la Formula 3 Euroseries en 2009, el joven galo se encontraba de golpe y porrazo en la GP2. No lo hizo con un equipo cualquiera, puesto que siendo Nicolas Todt su mánager, el destino debía ser ART, con quienes ya ganó en 2009. Con este equipo fue tercero en su debut en la categoría, compitiendo en la GP2 Asia Series. Pero si el primer contacto había sido bueno, todo lo demás fue decepcionante; ni un sólo punto.

La temporada 2010 tenía que ser la que descubriera a Bianchi al mundo y el francés estaba decidido a hacer que así fuera. La pole position de su primer fin de semana en la GP2 en Barcelona fue toda una declaración de intenciones. Pero su agresividad le pasó factura. Tras las primeras cuatro rondas -o lo que es lo mismo, ocho carreras-, Bianchi puntuó en sólo tres ocasiones, dos de ellas en el podio. Tuvo tres retiradas y dos resultados fuera de los puntos, claramente por debajo de sus capacidades como piloto.

A pesar de una buena una racha de cuatro carreras, las cosas no iban tan bien como esperaban en ART. La lesión en Hungaroring lo empeoró todo aunque aún pudo pilotar en las siguientes rondas y volverse a subir al podio una vez más. Había conseguido ser tercero en el campeonato, lo cual era un gran resultado para un debutante. Pero a nadie se le escapaba que el hombre de ART podía haber hecho más. El inicio de la temporada 2011 alimentó esta sensación. Tocó fondo tras tres retiradas en cuatro carreras y un total de cinco seguidas sin puntuar. Había que pulirle.