Almacén F1

Chris Amon, la mala suerte del vencedor

José Miguel Vinuesa
28/02/2016 18:23
Nos gusta poner etiquetas rimbombantes, centrarnos en alguna cualidad concreta y extender la misma al conjunto de un piloto, que le lastra (para bien o para mal) durante toda su carrera deportiva y más allá. Casi se diría que necesitamos esos compartimentos para no caer en el desorden. Pero en el camino, nos olvidamos de la realidad que, conforme pasa el tiempo, se va diluyendo sin remedio en la memoria creada por nuestra propia etiqueta.

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Uno de los ejemplos más extremos de esta peculiar forma de proceder, la encontramos con la figura de Christopher Arthur Amon, neozelandés nacido el 20 de Julio de 1943. El eterno perdedor, el mejor piloto que nunca ganó un Gran Premio. Y así es recordado, como un imán de la mala suerte. Y en parte, no lo neguemos, es verdad. Igual de cierto que su propia frustración conforme pasaban las carreras del campeonato del mundo de F1 sin vencer, calmada con el devenir de las temporadas, aceptada finalmente, y hoy en día superada: "soy realmente el afortunado; más que Jimmy, que Jochen y Bruce, y Piers, Bandini, Scarfiotti, Siffert y Cevert". Porque ganar algo concreto no siempre lo es todo.

Un piloto muy rápido, de conducción elegante, y con un tacto para los reglajes y la evolución de los coches como pocos en toda la historia ha habido. Y fuera del coche, un caballero, simpático y agradable, tanto que es difícil encontrar malas palabras hacia él. Stewart aún sostiene que era uno de los pilotos más difíciles de su era. Más aún, su entrada en Ferrari en el año 1967 cautivó a la Scuderia por su gran sensibilidad en la puesta a punto de los coches, algo que le granjeó el respeto y afecto incondicional de Enzo Ferrari, y la gran estima profesional de todo un Mauro Forghieri. Y por entonces, sólo contaba con 23 años, pues había debutado en 1963 con tan sólo 19. Fue un sustituto perfecto (o incluso mejor) para el gran trabajo de probador de John Surtees, que abandonó el equipo a mediados de 1966. Seguramente 1967 forjó el carácter del neozelandés, al quedar durante casi toda la temporada como único piloto de la Scuderia en la temporada de Fórmula Uno, algo que a muchos les hubiera supuesto una carga demasiado pesada: él logró cuatro podios y un buen quinto puesto en la clasificación general, empatado precisamente con Surtees, cuarto.

Pero no hay por qué glosar la figura de quien es un gran piloto en este deporte. Es mejor irnos a algunas de sus hazañas para intentar cambiar la visión que tenemos de él. 

 

LA TASMAN CUP DE 1968

Ya sabemos que, durante el invierno en el hemisferio norte, el sur se poblaba de campeonatos a cuya llamada sucumbían los equipos y pilotos habituales del campeonato del mundo. Uno de los más importantes era la Tasman Cup, que se disputaba en circuitos entre Nueva Zelanda y Australia. La de 1968 fue especialmente nutrida en grandes nombres: Jim Clark, Graham Hill, Bruce McLaren, Pedro Rodríguez, Jack Brabham, Denny Hulme y un Chris Amon que volvía a esta competición por primera vez desde 1964 (que fue, por cierto, el primer año en que se disputó). Las reglas eran claras: monoplazas similares a los F1, pero con motores conforme a la normativa del campeonato hasta 1960, es decir, de máximo 2.5 litros de cilindrada. Con ello se buscaba una cierta economía, al poder utilizar coches más antiguos, o con motores más asequibles, pensando sobre todo en los participantes locales, no tan poderosos como los equipos europeos.

Lotus acudía con su espléndido 49T (la T por Tasmania, pero era el 49 de la F1), con un motor hecho por Cosworth específicamente para la serie: el DFW, derivado del V8 DFV. BRM, a su vez, usaría el campeonato para ir poniendo a punto su nuevo V12, mientras que Ferrari comparecía con el Dino 246T, que utilizaba el chasis del 166F2 de 1967, con el motor V6 de 2.4 litros usado en los F1 de finales de los años cincuenta, y evolucionado en 1966 (se usaría en varias carreras de F1, sobre todo en manos de Bandini). Mclaren y Brabham usaban los motores Cosworth FVA de 1.6 litros, generalmente.

Ocho carreras, una por semana desde el 6 de Enero al 4 de Marzo, para decidir el campeonato. Y Chris Amon comenzó arrollando a todos: dos victorias seguidas en Pukekohe (G.P. de Nueva Zelanda) y Levin. Jim Clark, dos abandonos. En la tercera, disputada en Wigram, Clark tomó impulso venciendo, pero con Amon a su espalda. En Teretonga Park, Mclaren se apunta la victoria, con Clark segundo y Amon cuarto. Hecha la parte neozelandesa del campeonato, Amon era líder. Pero al cruzar el Mar de Tasmania y desembarcar en Australia, las cosas se pusieron mal para Amon: victoria de Clark en Surfers Paradise y abandono para Amon. Clark había comenzado a empalmar victorias de nuevo, al ganar en la siguiente, Warwick Farm, con Amon en cuarto lugar. Con ello, Clark se colocaba líder con 33 puntos, por 30 de Amon.

 

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