El equipo técnico de Rush prepara una difícil escena con la dirección de Ron Howard
El trabajo de ambientación en Rush ha sido especialmente cuidado, a pesar de no poder disponer de todos los escenarios reales de la época.
El trabajo de ambientación en Rush ha sido especialmente cuidado, a pesar de no poder disponer de todos los escenarios reales de la época.
Después del accidente de Lauda, James Hunt no se horrorizó con la figura del austriaco como le ocurrió a todo el entorno del piloto. Por el contrario, le dijo: "Niki, no te preocupes porque ya eras feo antes".
El glamour de la Fórmula 1 no es una condición privativa de nuestros días, aunque hace 40 años era quizá más visible por la falta de control mediático que hoy suaviza las excentricidades de casi cualquier protagonista de las carreras.
Hunt ganó varias carreras también en 1977 con el McLaren M26, pero su trayectoria describió una curva descendente desde entonces y acabó por retirarse en 1980.
El accidente de Nürburgring no pudo detener a un carácter de enorme fortaleza como el de Niki Lauda. Fue piloto de Brabham –dirigido por Bernie Ecclestone– y McLaren después de su exitosa época en Ferrari.
Ron Howard ha ganado dos Oscar en su larga y exitosa trayectoria profesional, por Una mente maravillosa. También fue candidato por Frost/Nixon y dirigió la reconocida Apolo XIII.
La rivalidad entre Lauda y Hunt siempre fue leal. De hecho, fuera de las pistas les unía cierta amistad que les llevaba celebrar juntos muchas veces el final de los Grandes Premios, ciertamente un motivo de alegría para pilotos que no siempre terminaban con vida las carreras.
El carácter frío y calculador de Lauda lo fue, sobre todo, después de su terrible impacto contra un talud de Nürburgring y el posterior incendio de su coche. Antes era uno de los mejores calificadores de la parrilla.
Rush marca un hito para los aficionados al deporte del motor, que podrán disfrutar de una película de altisimo nivel sin exageraciones o distorsiones de la realidad vistas en otras producciones previas.
Lauda fue campeón en 1975 y volvió a serlo en 1977 y 1984, en plena era turbo. La figura del austriaco es una de las más meritorias de la historia del deporte.