Virutas de Goma

La F1 nace, crece, se reproduce y muere... Tranqui, si mañana domingo la enterramos, el lunes resucitará

José M. Zapico
23/11/2013 22:19

La Acherontia atropos se hizo mundialmente famosa al coprotagonizar "El silencio de los corderos" junto a los personajes de Hannibal Lecter y Clarice Starling. La actriz alada fue gusano antes de su estrellato, y su triunfo llegó tras pasar por el quirófano que la transformó en la mariposa más grande de Canarias, caracterizada por esa siniestra calavera que lleva tatuada en el cogote. Cuando era gusano, no se comería un gruño y su decisión, visto a toro pasao, fue la acertada. 

Algo va a morir este domingo... aunque como le ocurriera al aerobicho canarión, otro algo distinto nacerá después. Se nos van muchas cosas, cambian otras. Todo se transformará como en las coplas de Jorge Drexler para renacer en otra reencarnación del deporte más caro del mundo, una vuelta de tuerca más a la que la Fórmula 1 está condenada por su naturaleza técnica.

Se nos van los motores V8, se nos marchan dos cilindros, se nos va Marcos Webber, desaparecerá Cosworth, se pira Vodafone, Felipe Massa dejará de apostar al rojo, se largan algunos pilotos, pero... 

...llegan otros, Kimi volverá a ser rojo, llegan los turbos, el ahorro de combustible, los escapes como en las motos, las narices como la de Franco Battiato, un Kers como dios manda, un lifting a los alerones, grandes toberas de entrada a los radiadores para enfriar motores en los que Schumacher podría montar una barbacoa de esas salchichen Bratwurst que tanto le gustan. Cambios mayores que puede que traigan cambios mayores... en los resultados.  

La F1 es una de las pocas especialidades deportivas del mundo en que toooooodos los años y de manera ineludible se retoca la normativa. Lo que pasa es que este 2014 la cirugía reconstructiva es del tamaño de un aparcamiento y le va a pasar como esas damas de la alta sociedad, que entran en el quirófano con sesenta tacos y cuando salen, el yerno se las quiere tirar porque están más jóvenes que sus propias hijas

Temer a los cambios es absurdo; primero porque suceden aunque en menor cuantía cada año, y cada temporada el conjunto avanza de manera probada. El ruidoso pavor digital de aficionados y agoreros planetarios es el mismo que se ha de tener cuando se te caen los primeros dientes, te cambia la voz, tienes que empezar a afeitarte (o te sale pecho, si eres virutera) Lo que llega después no es ni mejor ni peor, sino distinto, y generalmente lo más maduro, suele estar mejor acabado; es de la gallina vieja de la que sale el mejor caldo. 

La jugada principal es la de los motores. Con el impulso de esta novedad de paquidérmico tallaje se asesinan dos animales voladores con una sola detonación: que los ecologistas y las entidades políticas miren con el 70-80% menos de recelo, cantidad aproximada de combustible que se ahorrará en cada metro avanzado por un F1, y dos, que los fabricantes vuelvan a mirar con deseo a esta competición. De momento en este plano ha picado el anzuelo Honda, que según parece no es que esté echando toda la carne en el asador, es que toda la producción vacuna de Kobe se encuentra en una parrilla de diseño oriental. De ahí tendría que salir algo. 

Juntamente con los nuevos motores, su sonido. Acostumbrados como estamos al bramido-alarido-gruñido de los V8, los nuevos V6 turbo no sonarán como las Minipimer de la FormulaE pero será distinto, evidentemente. Es escape único, la menor cilindrada, un inferior régimen de giro hará de todo este jaleo... pues un poco menos de jaleo. Este domingo podremos escuchar por última vez la banda sonora que nos ha acompañado desde 2006. 

Justo el año antes muchos agoreros graznaron en diversos idiomas y empezaron a canturrear la Marcha Fúnebre de Chopin cuando se le hizo el lifting a los V10. Que si "esto va a ser la muerte de la categoría", que si "los coches no van a sonar un ©4π4_|0", que si "los GP2 atronarán más"... ¿Que pasó? Nada. No pasó nada. No ocurrió absolutamente nada porque cuando las carreras empezaron, Alonso sacó la cabeza con sus títulos, las trifulcas con Schumacher en pista y todo lo demás, el tema se olvidó. Eso es justo lo que va a ocurrir. Nada. Nos acostumbraremos a que los coches hagan menos ruido y poco más... lo que no quita que nos siga pareciendo glorioso cualquier sonido anterior. 

El mundo está condenado a girar, y nosotros con él, y esto no es más que poner los dos pies en el futuro, villano de la película con el que tendremos que pactar so pena de tener querencia por lo cadavérico. Lo que no crece se muere, y la jugada de los motores nos llevará a algo superior en este campo. Dentro de un par de años pasearás por las calles de tu ciudad y en el ventanal de un concesionario de coches podrás ver una pegatina semitransparente donde leas "Oferta: coche barato con el motor de un Fórmula 1", y nunca la frase habrá sido más cierta. Cuando arranques ese turismo, si es que tu nómina te da para ello, tu espíritu se hinchará como un pavo real y dirás: "estos tíos de la F1 son la ®€π0ll4", te empezará a sonar mejor 'eso de los motores que no suenan tanto', e irás montado en él más contento que Falete encerrao en la fábrica de los Donuts.
De la crisálida que se armará este domingo por la noche saldrá una bella mariposa de la que disfrutaremos todos. ¿La parte chunga? Que Red Bull tiene a muchos gusanos trabajando en crearle unas alas fetén a tetracampeón y puede que veamos a un pentacampeón dentro de un año. No es que nos disguste, sino que puede ser tan aburrido como una carrera de estatuas de mármol. En cualquier caso, bienvenidos sean los cambios, si con eso vemos carreras más competidas, una industria más saludable, y la llegada de nuevos protagonistas. 

A rey muerto, rey puesto, y si la Fórmula 1 ha fallecido, ¡que viva la nueva Fórmula 1! Si mañana habrá entierro, el lunes nacimiento. La vida sigue. La F1... también.