De 550 a 1500 caballos en nueve años

La era del Turbo 1.0: De la locura de Silverstone a la apoteosis de Honda

Carlos Gayubo
23/07/2013 10:15

Todo empezó en Silverstone un viernes 14 de julio de 1977, al desembarcar los mecánicos de Renault un monoplaza denominado RS01, con el dorsal 15 y el asiento preparado para el piloto parisino Jean-Pierre Jabouille. Y entonces, la Revolución.

Eran los únicos inscritos en el Gran Premio de Gran Bretaña con un motor de tecnología turbo, V6, basado en un diseño experimental de Amédeé Gordini; aprovechaba una posibilidad que daba el antiguo reglamento técnico de 1966: una configuración sobrealimentada de 1500 centímetros cúbicos que nadie había pensado usar, ya que  los 'científicos atmosféricos' tenían claras sus desventajas: desde la robustez necesaria hasta las nuevas dimensiones que generaba para ajustarlo con el chasis.

Keith Duckworth, cofundador de Cosworth, y el director de la escudería Lotus, el genial Colin Champman, entre otros, contemplaban aquel debut en Silverstone preocupados por la nueva tecnología pero, a su vez, el escaso desarrollo también les daba cierta tranquilidad de superioridad. Sin embargo, tras años de progreso, entrenamiento a entrenamiento y carrera a carrera, los turbo superaron a los atmosféricos durante muchos años, hasta que en 1988 se decidió que ya era suficiente, que se había ido demasiado lejos y que no se podía asumir la peligrosidad de unos monoplazas con potencias que llegaban en sesiones de clasificación hasta los 1150 caballos, e incluso se rumoreó con insistencia que BMW alcanzó los 1500 caballos en el banco de pruebas… toda una locura de la técnica.

 

LOS PREÁMBULOS
En la Régie ya contaban con alguna experiencia en la concepción de la tecnología sobrealimentada. De hecho, alrededor del 1900 ya habían ideado algunos conceptos patentados. Mercedes también había desarrollado su propia tecnología en la década de 1910 a 1920, donde afincarían sus Mercedes con su concepto Kompressor. Incluso en el Campeonato del Mundo de 1950 y 1951, Alfa Romeo dotó de compresores a los bólidos pilotados por Farina, Fangio, Fagioli, Parnell, Sanesi, Taruffi, etc. y así lograron el Campeonato los dos primeros años del Mundial. Ninguno de ellos utilizaba la tecnología turbo.

En algunas actividades automovilísticas deportivas ya se usaba el turbo con anterioridad a la Fórmula 1, como en la resistencia de Sport Prototipos con los Porsche; incluso en las 500 Millas de Indianápolis ya se usaron motores turboalimentados desde 1966. Pero no fue hasta que Gérard Larrousse y Jean Sage tomaron las riendas en Renault para entrar en la Fórmula 1, cuando pudimos escuchar rugir por primera vez el motor sobrealimentado por turbocompresor en la máxima expresión del automovilismo deportivo.