Almacén F1

El historicidio de la Fórmula 1

José Miguel Vinuesa
15/12/2015 19:00
Sábado, 13 de mayo de 1950. Circuito de Silverstone, Inglaterra. Se disputa el primer Gran Premio de la recién creada Fórmula Uno. Y con ello, se planta la semilla para cometer lo que podríamos llamar el “historicidio” de la F1. No fue en ese momento, sino en años venideros, que se irá produciendo. Nos referimos al hecho de simplificar la historia, de casi borrarla, y de contemplar a la F1 como el punto de partida indiscutible de las carreras, algo que empobrece sobremanera nuestra visión del mundo de la competición.

De este modo, de golpe y plumazo, nos encontramos con el llamado "primer Gran Premio de la historia". Olvidamos, sin embargo, que lo que se pasó a llamar en 1950 "Fórmula Uno", no era sino la competición que tras la Segunda Mundial se denominaba "Fórmula A". Apenas cambió nada de 1949 a 1950, salvo la creación de un campeonato mundial con la inclusión (de nuevo, por cierto) de las 500 Millas de Indianápolis en el calendario. Y así, nace el Campeonato del Mundo de F1, el primer Campeonato Mundial… desde 1930, querremos decir. Porque de 1925 a 1930 ya existió un Campeonato del Mundo de Automovilismo, si bien el título se enfocaba a los constructores, y no a los pilotos. Así que de golpe nos cargamos también el que en 1958 nació el Campeonato del Mundo de Constructores, ese que ganó Vanwall como primer equipo campeón. Pero ese mérito quizás debiéramos dárselo a Alfa Romeo, que fue quien se adjudicó el primero de todos, disputado en 1925.

Sigamos con Alfa Romeo. Con la narración sesgada de nuestros días, da la sensación de que Alfa Romeo llegó a Silverstone aquel 13 de mayo, puso sus coches en parrilla, y así venció su primer Gran Premio. No suele contarse que el maravilloso Alfa Romeo 158 es un proyecto nacido en 1937 y puesto en pista en 1938 para la categoría "voiturette", esto es, los hermanos pequeños de los coches de "Grand Prix". La segunda Gran Guerra los dejó en el dique seco a finales de 1939. Pero ya en 1946, volvieron a las pistas, y fue difícil derrotarles, por no decir que no ocurrió nunca, de modo que al llegar al recién creado Campeonato del Mundo de F-1, la tendencia lógica era la victoria de Alfa Romeo y sus casi invencibles monoplazas. De 1946 a 1951 ganarían 21 Grandes Premios, pero sólo parecen contar los 10 logrados desde 1950.

A un nivel parecido, podríamos decir que Nino Farina no ganó su primer Gran Premio en 1950, como aparece en todas las estadísticas oficialistas. El primero fue el G.P. de la República Checa de 1934, en el impresionante circuito de Brno (el Masaryk, no el actual), a bordo de un Maserati 4CM. Antes de la Segunda Guerra Mundial, ganó otros cinco más. Ya en 1946, la primera victoria de Farina sería en el GP des Nations, en Ginebra, precisamente con el Alfa Romeo 158. Llegarían otras cinco victorias más en Grandes Premios, con distintos coches, antes de 1950. Así, ¿sólo contamos con cinco victorias para Farina en su palmarés?. Nino Farina no salió de la nada, como tampoco quienes le acompañaron en el podio en Silverstone: Luigi Fagioli, que había debutado en 1930, y Reg Parnell, que hizo lo propio en 1936.

Y ya que hablamos de pilotos, obviamos con nuestra historia "cocinada" a algunos de los más grandes, y que obtuvieron enormes logros, incluidos campeonatos. Olvidamos a un Rudolf Caracciola, el primer e inimitable "Regenmeister" o "Maestro de la lluvia", que se hizo con tres Campeonatos de Europa en 1935, 1937 y 1938 con los Mercedes (sí, Mercedes corrió antes que ahora, y antes que con Fangio, y ya ganaba con un dominio aplastante). Olvidamos a Bernd Rosemeyer, el "Das Wünderkid" o "Niño Prodigio", que haría palidecer los logros de un Max Verstappen a los mandos de un temible Auto Union Type C, con el que se coronó Campeón de Europa en 1936, al segundo año de su debut. Caen casi en el olvido las hazañas del gran Tazio Nuvolari, campeón europeo de 1932 con una Alfa Romeo que ya lucía el "Cavallino Rampante" de la Scuderia Ferrari. Y sólo por citar a tres, porque podríamos hablar de muchos otros, incluso anteriores a estos.

Contamos así, para tranquilidad nuestra, con los 935 Grandes Premios disputados bajo el manto del Campeonato del Mundo de la F-1, como si esa denominación, la de Gran Premio, fuese propiedad exclusiva suya (bueno, ahora lo es comercialmente). Y sin embargo, si miramos hacia detrás del campeonato surgido en 1950, encontramos Grandes Premios por doquier. Entonces, ¿en cuántos ha participado realmente Mercedes, por ejemplo? ¿Realmente Bugatti nunca ha ganado un Gran Premio y sólo ha participado en el de Francia de 1956? Y mirando a los lados de este campeonato, nos encontramos, sobre todo en las dos primeras décadas, un tupido calendario de Grandes Premios de Fórmula Uno no puntuables para el campeonato, pero que contaban muchas veces con participaciones de primer nivel, como si de una carrera puntuable se tratase. Obviándolos, por ejemplo, caemos en el dato estadístico falseado de considerar que Giancarlo Baghetti ganó en su primera carrera de F1, en Francia 1961, cuando venía de ganar dos anteriores (Siracusa y Nápoles) por lo que en realidad ganó tres carreras seguidas desde que se subió a un F1. O que una mujer, Desiré Wilson, ganó una carrera de F1 en un campeonato paralelo. ¿Es que no cuentan como victorias en F1? Ya, sólo cuentan las logradas en el campeonato. 

Son detalles así los que la historia oficialista de los Grandes Premios y de la F-1 nos apartan de la mirada, para centrarnos única y exclusivamente en un campeonato muy rico y apasionante, sin duda, pero parcial en cuanto a la historia se refiere, sesgando un pasado poblado de hombres, máquinas y circuitos. Nos perdemos así, de nuevo, que en España el primer Gran Premio se disputó en 1926, en un circuito de Lasarte que ya venía celebrando desde 1923 el Gran Premio de San Sebastián. Claro, luego nos asombra que vayamos, por ejemplo, por el 57º G.P. de España, cuando si nos vamos a la historia oficialista hemos tenido sólo 47. ¿Y los 10 restantes?. No se han perdido, y fueron tan o más emocionantes que los posteriores. Con ello no ha podido acabar la maquinaria del pensamiento unidireccional hacia la Fórmula Uno. Es el único punto de anclaje con el pasado.

Sí, es tremendamente complicado comenzar a incluir todas esas estadísticas y datos en el acervo popular, pero no debemos obviarlo. Hacerlo supone un asesinato a la belleza intrínseca de nuestro deporte, que no surge de la nada, sino que bebe de un largo río de amplio caudal llamado Gran Premio. Desde FIAT a Peugeot, de Auto Union a Maserati, de Mercedes a Ferrari. De Jules Goux a Ayrton Senna, de Rosemeyer a Schumacher. De Spa a Mónaco, de Monza a Abu Dhabi, de Nürburgring a Monthléry. 

Así que apliquemos la "memoria histórica". Mucho antes ya hubo héroes y villanos, victorias y derrotas, y pistones que, subiendo y bajando por un cilindro, quisieron siempre ir más rápido. Apliquemos la fluidez de su movimiento a la misma fluidez de la historia.

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