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Las carreteras españolas acumulan un déficit de 6.500 millones en su mantenimiento

05/04/2018

En uno momento en el que la Seguridad Vial es percibida como un grave problema y que los importantes avances logrados en los últimos años se han estancado, los Presupuestos Generales del Estado han disminuido la dotación económica para la conservación de carreteras y seguridad vial.

De los 958,1 millones de euros que el Gobierno destinó a este cometido en 2017, el presupuesto se ha reducido en un 4,3% hasta 917 millones este año. Lo peor es que este descenso se concentra incluso más en la partida de 'rehabilitación y conservación de las carreteras', apartado al que se han 'escatimado' 61 millones con respecto a la cifra de 2017, que disminuye de 271 a 210 millones de euros.

Todo ello cuando hay dos elementos que no solo aconsejan a seguir la vía opuesta, sino que en cierta forma obligarían a hacerlo. De una parte, la mayor parte de siniestros y víctimas mortales en carreteras interurbanas –casi un 75%– se dan en la red secundaria, de otra, su déficit de mantenimiento.

Los grandes automóvil club de nuestro país –RACC y RACE– así como diversas organizaciones como la Asociación Nacional de la Carretera estiman que el déficit acumulado en mantenimiento de nuestra red de carreteras, tanto nacionales como autonómicas, supera ya los 6.500 millones de euros. El Estudio EuroRAP, en el que han intervenido la mayor parte de los grandes clubs de automovilistas europeos, se ha fijado en los 25.000 kilómetros que 'acaparan' el 51% del tráfico total en el caso de España, y señala que, sólo en la Red Nacional, hay 1.100 kilómetros de riesgo muy elevado y otros 2.500 kilómetros de riesgo elevado. Además, añade que en las carreteras nacionales se corre un riesgo cuatro veces mayor de sufrir un accidente que en autopista o autovía.

Es el caso de la cartera N-260 que una las provincias de Girona, Lleida y Huesca, y acumula 260 kilómetros peligrosos. Aragón, por su parte, ostenta el récord como la comunidad autónoma con mayor porcentaje de kilómetros peligrosos, con un 23% de su red.

De otro lado, las deficiencias, que son de todo tipo. Desde ausencia de protecciones a protecciones inadecuadas para las motos, hasta el mal estado del asfalto, sin olvidar la señalización escasa o inadecuada. En este último capítulo debemos mencionar las 'señales invisibles', esas que están bien colocadas pero que la maleza alrededor de la carretera ha ido ocultando, ya sean señales de peligro y prohibición, o indicadoras de dirección. Lo mismo sucede con las líneas medianas de la calzada o las que delimitan el arcén; no siempre visibles y en algunos casos pintadas cuando la maleza todavía no impedía la visión de lo que viene detrás de una curva.

Al margen de este déficit de mantenimiento y conservación de las carreteras, sí debemos agradecer que la inversión en obra nueva prevista para 2018 tenga un presupuesto un 20% superior, ahora sólo queda esperar que éste se ejecute en su totalidad. En este sentido, tal vez también en las carreteras debería llevarse a cabo una política de 'reciclaje', es decir, no apostar tanto por nuevas vías sino reformar o mantener –o como quieran llamarlo– las rutas históricas ya existentes para permitir que los conductores puedan seguir disfrutando de ellas y sus paisajes en condiciones de seguridad.

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