Son las dos competiciones automovilísticas con mayor importancia global. Una se disputa durante una veintena de fines de semana al año; la otra concentra su éxito en un único impacto: un fin de semana de junio.
El DJ valenciano Chimo Bayo ganó en sus tiempo el campeonato japonés de vender coplas. Su atuendo mitad militaroide, mitad disfraz de soldado futurista tuvo mucho éxito en países como Israel, Malasia y el del sushi. En sus animados conciertos, cantaba aquello de "Esta si, esta no" y luego soltaba una especie de rap ininteligible que la gente coreaba. Seguramente cantaría en austriaco, un idioma que a los hispanohablantes nos resulta como de otro planeta, pero con el que Helmut Marko, sería capaz de cantarte la tabla de multiplicar del siete marcha atrás, porque es el suyo, claro.
Bueno señores, un martes más ya me tenéis aquí, como prometí la semana pasada, para hablar sobre los Red Bull. Llevamos 4 años tras la pista de los coches de la bebida energética pensando qué puede ser eso que les da alas, como reza su eslogan.
Habían escuchado hablar de él y la mayoría lo había visto en fotografías. Sin embargo, al contemplarlo en su imponente majestuosidad, se percataron de que aquel, su deporte, había mutado ampliando fronteras hasta el punto de colonizar exóticos mundos.
Welcome to #TostónF1, porque lo que queda de temporada va a ser aburrida de narices. El interés se perderá, los índices de audiencia bajarán de manera inevitable, y el muermo nos visitará a domicilio como si fuera una de esas insistentes parejas de mormones encorbatados con camisa blanca. Frigodedo desenfundará de manera letal su índice acusador en la India apuntando al cielo, justo como hacía Luis Miguel Dominguín, cuando consiga su cuarto cetro. Es tan previsible como que en navidades comeremos turrón: Sebas Vettel se lo va a llevar muerto so pena de incidente ajeno al guión previsto. La superioridad mostrada por su equipo, su conducción sin tacha, y la eficacia de su montura le van a otorgar un hueco de primera en la historia de las prisas planetarias.
El cuarto mundial está a la vuelta de la esquina. Sebastian Vettel entrará, en pocas semanas, en uno de los más selectos clubes de la historia de la Fórmula 1, donde sólo se encuentran Juan Manuel Fangio, Alain Prost y Michael Schumacher. Sólo ellos han superado la brecha de los tres campeonatos mundiales. ¿Los mejores de la historia? Estadísticamente, sí.
Como ya hemos repasado los cambios principales de la temporada 2014, había pensado en hacer un artículo sobre la carga aerodinámica o sobre el enésimo intento por descubrir el truco de los Red Bull –en principio lo dejo para la semana que viene– pero los acontecimientos lamentablemente así me lo piden, y hoy voy a hablar sobre seguridad. En recuerdo de María de Villota, una mujer de esas que mientras todo el mundo dice que no, ella se empeña en decir que sí.
En la F1 existen actualmente tres ejemplos claros de lo que podría ser una Quiniela-de-catorce, con un ganador emergente, un claro Palmolive, y uno que ni fu ni fa, pero va a arrear de lo lindo dentro de no mucho. Un claro "1-X-2", como el tabaco que fumaba mi tío Alfredo.
Bernie Ecclestone decía que poco le importaba el público en los grandes premios mientras hubiera millones de espectadores detrás de la televisión. Frase categórica, pero claramente contrastable a la luz de los nuevos escenarios de grandes premios del siglo XXI. Su advenimiento ha ascendido como la espuma de una botella de champán... pero sus burbujas se han evaporado en poco tiempo. Turquía, Valencia... ¿Corea?
Ya estamos aquí un martes más, seguimos con el repaso técnico a la próxima temporada. Esta vez toca mi parte favorita, la aerodinámica. Algunos dirán que es lo que se ha cargado la Fórmula 1, pero no puedo evitar enamorarme de aleroncillos y difusores cada vez más complejos. Y es que se pueden hacer verdaderas maravillas con el aire. Además terminaremos con otros pequeños cambios que nos dejamos en la guantera en los dos primeros artículos.
"Sei giri. Solo sei giri alla fine!", acierta a vociferar histérico un aficionado desde la bancada de la Variante Alta. En efecto, tras un inicio de temporada irregular, es el Ferrari número 27 el que encabeza la clasificación del GP de San Marino cuando tan solo restan seis vueltas para la conclusión. Los tifosi apenas pueden dar crédito, pero la carrera ni mucho menos está decidida.
Para la mayoría de nosotros, la pasión por la Fórmula 1 nació un día detrás de un televisor. La de ellos también. Viajar a un Gran Premio acaba por ser el principio de la culminación de nuestro sueño. Ellos, los pilotos, ansían ejercer algún día de protagonistas tras el volante. Pero, ¿y si la historia se tuerce? Aunque cada vez es más complicado, existen caminos alternativos. Ah, tranquilos, que no hablaremos de política.
Cuenta la leyenda -absolutamente comprobable- que en la casa de Marbella del actor sueco Dolf Lundgren entraron unos chorizos durante un periodo en que estaba rodando alguna peli de mamporros en Hollywood. Los colegas restolaron por toda la casa buscando cosas de valor hasta que se toparon con las dos señoras del servicio, que se quedaron petrificadas de manera instantánea de puro miedo.
Comentaba la semana pasada el cambio del motor térmico, el regreso de los V6 Turbo a la escena formulística. Pero éste no es el último cambio en la mecánica. Pasemos ahora pues, a un plano más eléctrico. ¿Dónde se ha ido la K del KERS?
Los romanos eran tíos muy listos. No sólo crearon los mimbres con los que se construyó nuestra cultura y sociedad, sino que además, inventaron esto de las carreras. Se sabe que ya las había 400 años antes de Cristo; el Bernie de la época iba liado en una sábana y gastaba chancletas.
El de 1977 es un año de profundos cambios.
Han tardado casi una semana llegar, pero ya están aquí. Era lógico que surgieran. Las dudas sobre la victoria aplastante que consiguió Vettel en Singapur han brotado. La ventaja y la facilidad con la que el alemán consiguió su séptimo triunfo del año hizo fruncir el ceño a más de uno preguntándose cómo era posible que rodará 2.5 segundos más rápido que el resto de sus rivales, incluido su compañero de equipo con el que comparte monoplaza.
Tres veces campeón del mundo de Fórmula 1. Abucheado en los circuitos y odiado por medio paddock, que cuestiona permanentemente sus victorias dada la superioridad de su coche y diserta sobre si su talento llega o no a las suelas de los zapatos de tal o cual piloto. En todo caso, está a pocas semanas de ganar su cuarto mundial. Consecutivo.
Desde esta nueva sección os contaremos los secretos más secretos –véanse principios, avances y curiosidades técnicas– de este nuestro amado deporte desde un punto de vista desenfadado. Os dejamos descansar el lunes de resaca formulera, pero os esperamos cada martes con puntualidad. Cada martes excepto hoy, que es miércoles.
Feo. Mu feo. Uno no se mata a trabajar durante años, a sufrir, a esforzarse, a formarse, y a pasar apreturas en muchos casos para que cuando le toque recoger las mieles del éxito lo puteen en el momento cumbre de su reconocimiento. Es como que te regalen en tu cumpleaños una tarta de mierda repujada con nata marrón. Como diría el inolvidable Miliki: "¡Vaya regalo!".
Felipe Massa abandona la disciplina roja y advierte que se va a marchar como los buenos toros, matando, pero sus pulmones dan más bien para poco. El de Sao Paulo, en un ataque de amorpropismo larga por las cadenas televisivas de su tierra que en lo que le queda de colorao piensa buscarse la vida para salir por la puerta grande y venderse mejor en un mercado de carreristas revuelto y algo desvirtuado. Al tiempo, Montezemolo le pega voces desde su ventana diciendo que de eso nada, que apechugue con lo pactado, que es ni más ni menos que ejercer de camarero de Alonso, líder natural del equipo y único participante con relativas posibilidades de llevar algo voluminoso a la sala de trofeos contigua a la pista de Fiorano, que por cierto, sus bisagras necesitan 3-en-1 porque de su poco uso... chirrían.