Mapfre, o el penúltimo paso de Carlos Sainz hacia Renault en 2018

Lo que Abiteboul quiere decir, en realidad, es que este acuerdo acerca de una forma clara y manifiesta a Carlos Sainz a un asiento de piloto oficial con la escudería del rombo para la temporada 2018. El equipo y también la empresa aseguradora están por la labor. Esta última ha dado un paso importante, al fiar su patrocinio a la llegada de un piloto español a la escudería francesa el año que viene, según ha podido saber SoyMotor.com.

Las piezas encajan: Renault España y Mapfre son empresas afines y colaboradoras, y ambas suspiran por un representante como Carlos: talentoso, joven, con proyección y con una imagen pública impoluta. Para Renault, España es un mercado importante, la patria del vicepresidente de fabricación de la compañía y un país con varios centros de producción.

UN CORTEJO QUE VIENE DE LEJOS

Carlos ya renunció a un acuerdo con Renault para la temporada 2017. Entre las causas de esta renuncia, por un lado, destaca que el equipo todavía se encuentra en plena reconstrucción después de las serias dificultades financieras y el éxodo de talento que sufrió en 2014 y 2015 –entonces todavía como Lotus– y que condicionó irremisiblemente la campaña 2016. El cambio reglamentario para este año, salvo sorpresa, añade un punto de incertidumbre al panorama inmediato de Renault, con lo que atarse al proyecto de Enstone hubiese sido demasiado riesgo para el joven talento madrileño.

Por otro lado, firmar con Renault hubiese supuesto forzosamente la ruptura del contrato de Carlos con Red Bull. Y no hubiese sido una ruptura amistosa: Helmut Marko se aseguró en 2016 de ejercer de forma temprana su derecho a la renovación del piloto, algo que lógicamente demuestra un gran interés por Carlos, que carrera tras carrera se ganó este celo de protección a base de resultados. Sin embargo, la renovación también ponía a Carlos contra las cuerdas ante una posible escapada de la disciplina de los toros. Su contrato le une férreamente a Red Bull y, aunque todo contrato puede romperse, hacerlo le hubiese garantizado la antipatía de la jerarquía austriaca, desde Dietrich Mateschitz hasta Franz Tost, y también una cierta desconfianza de una parte del paddock, que hubiera considerado a Carlos un piloto de ruptura fácil o en quien no se puede confiar plenamente. Hasta aquí es una historia contada.

Hoy, medio año más tarde, Renault no ha olvidado su interés por Carlos, ni éste su simpatía por una escudería oficial, con ambiciones y una historia dorada vinculada a España, principalmente con los dos títulos mundiales de Fórmula 1 de Fernando Alonso, pero también por el pasado de Carlos Sainz padre en el campeonato de España de Rallyes con los míticos Renault 5 Turbo 2 y Maxi Turbo.

Tampoco la salida de Frederic Vasseur ha minado el interés de Renault por Carlos y, de hecho, los contactos definitivos entre Mapfre y Renault ya se produjeron con el actual director general del equipo, Cyril Abiteboul. Además, el patrocinio alcanzado es muy sustancial, si bien no llega a ser un 'title sponsorship'.

Por el frente de Red Bull, y aunque ayer Helmut Marko repitió ante la prensa que Carlos tiene un contrato a largo plazo con la compañía, el mandamás austriaco sabe que moralmente no pueden retener a Carlos más años sin ofrecerle un volante en Red Bull y, a priori, no es sencillo que esto ocurra con una alineación como la que forman Verstappen y Ricciardo. Si Carlos no quiere renovar este año y Red Bull le forzase a continuar después de tres temporadas en Toro Rosso, el efecto que causaría en el paddock sería justo el contrario al de 2016: el equipo quedaría a ojos públicos como un freno al talento de su pupilo, y éste simplemente demostraría determinación y lógica ambición con una ruptura.

Nada de todo esto garantiza, pese a todo, la llegada de Carlos a Renault. El madrileño tendrá que emplearse a fondo en su tercer año de periplo en la Fórmula 1, y sus resultados serán capitales para atar los cabos y convertir la historia en realidad. Lo que hasta ahora ha sucedido simplemente refleja el interés de un constructor por un piloto en continuo crecimiento, y la intención de éste por construirse un futuro profesional, ahora con la complicidad de una empresa que cree en el potencial de ambas partes.