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GP de Italia F1 2017: Hamilton ya es líder del Mundial

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José Miguel Vinuesa
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06 Sep 2017 - 11:08

Y llegó Monza, la última cita europea por tradición, la carrera que desde décadas se celebra en septiembre, que tiene un aire nostálgico de despedida: es el inicio del fin del calor veraniego, es el adiós a la F1 en el continente que la vio nacer y es el lugar en el que suelen decidirse cuestiones contractuales. Pero todo ello, en mitad de la belleza de un parque que adopta un circuito en su paisaje. Y no un circuito cualquiera: el más rápido del año, el que destila la velocidad pura. Simple, pero extremadamente complicado.

Sería el circuito lombardo el que definiría quién se iba en el liderato del Campeonato del Mundo, camino de las carreras en países lejanos, en el que se acabará decidiendo. Pero en sus largas rectas iba a ver nacer casi un nuevo comienzo de Mundial, con todo lo pasado, con todo lo que tendría que llegar. Y sólo dos pilotos están plenamente en esa lucha, por mucho que Valtteri Bottas quiera aferrarse a sus opciones, que las tiene, por el título. Hay dos nombres por encima del resto, muy por encima.

La primera sesión de entrenamientos libres dejó clara la supremacía de Mercedes en la pista que premia la velocidad sobre todas las cosas. En un primer momento, ambos pilotos de las flechas de plata decidieron no hacer uso del neumático superblando, el que más rendimiento ofrece. Sus primeras pruebas fueron con el blando, mientras los demás optaban por comenzar con el compuesto más rápido. Y aun así, tenían el ritmo para mantenerse con los demás, justo como ocurrió en Spa-Francorchamps hace una semana: todo un aviso para la concurrencia. Puede que la quema de aceite tuviera algo que ver, pero eso sería caer en lo conspiranoico: el motor de los de Brackley iba a ser la referencia aquí, con o sin aceite de más.

Obviamente, también probaron el superblando y ahí se adivinó la ventana de rendimiento respecto a Ferrari. ¿El neumático medio? Testimonial, nadie iba a contar con él, tan duro como el hormigón que recubre el Anello di Alta Velocità que abraza el circuito, y seguramente con un rendimiento similar. No, el fin de semana iba a ser con el superblando y el blando. Nada más. Y ahí Lewis Hamilton marcó un 1’21’’537 que dejó a su compañero a 0’435 segundos. Pero el tercer puesto, ocupado por Sebastian Vettel, estaba infinitamente lejano: 1’115 segundos, con Kimi Räikkönen a su espalda a 1’152 segundos. ¿Tan lejos? No tanto, pero no tan cerca. 

Los Ferrari tenían problemas con la puesta a punto, y no podía morder con tanta decisión los pianos de Monza, hablando en términos relativos, porque los atacaba de manera deliciosa. Salvo que el Mercedes era sublime en eso. O más concretamente, Lewis Hamilton. Vettel tuvo sus más y sus menos con los límites de la pista, en busca de los límites, con sustos en la segunda curva de Lesmo, con alguna pasada de frenada en la primera chicane. Nada preocupante. Era sólo la primera toma de contacto, que una ligera lluvia a mitad de sesión empañó y que en los últimos 16 minutos se intensificó hasta acabar las pruebas.

 

 

Lo preocupante estaba en otros garajes. En el de McLaren, por supuesto, en pleno desarrollo de reuniones para decidir qué hacer con los motores Honda, para intentar retener a Fernando Alonso. Pero casi como una tarjeta de bienvenida que lo que invita es a reusar la cortesía de acudir a la cita, a Alonso le iban a caer 35 puestos de penalización por cambiar el motor, que volvía a ser el de Spa-Francorchamps, el que se supone que había tenido un problema que motivó el abandono, pero que el equipo revisó sin encontrar ningún problema. Extraño. Así que entre la primera sesión y la segunda se produjo la operación de transplante.

También Red Bull iba a tener una mala forma de iniciar el fin de semana. Si bien en la clasificación estaban en el habitual quinto y sexto lugar, con Daniel Ricciardo delante de Max Verstappen por sólo 0’007 milésimas. Pero motores nuevos en ambos coches iban a suponer 20 y 15 puestos de sanción respectivamente. En el segundo equipo, también tenían la suya, lamentablemente afectando al otro español de la parrilla: la quinta MGU-K para el motor Renault de Carlos Sainz le iba a acarrear diez puestos de sanción. En definitiva, la parrilla de salida iba a ser una composición abstracta.

La distancia entre Mercedes y Ferrari no podía ser tan grande. Más aún, en el corazón espiritual de la Scuderia, en su feudo, en el que más veces ha ganado, no era admisible. Así que en la segunda sesión se tenían que ver otro rendimiento. Y de hecho, con los neumáticos blandos, las distancias entre los cuatro pilotos no eran grandes. Al inicio de la sesión, Hamilton marcó un 1’21’956 que dejaba detrás a Bottas con una distancia de 0’437, tercero Kimi Räikkönen a 0’479 y Vettel a 0’553. Distancias grandes en Monza, pero no la brecha infinita de la primera sesión. Todo más normal.

Como normal era la sempiterna queja de falta de potencia por parte de Alonso, que iba a ser mucho más notable en esta pista. Absolutamente demoledora la falta de velocidad punta. Y sin embargo, los McLaren acabaron por dejar una gran impresión en la clasificación, con Stoffel Vandoorne séptimo y Alonso octavo. Habían estado probando los rebufos, como ocurrió en Bélgica. Pero la sensación era buena. Sólo 1’541 y 1’562 segundos de diferencia con el mejor tiempo. Estando donde se estaba, eran tiempos muy buenos.

Claro que, por delante, los Mercedes seguían a la suya. Esta vez era Bottas el más rápido, con 1’21’406, y Hamilton a 0’056, con una vuelta que no había sido buena, que tenía mucho que podía pulirse. Pero Vettel estaba a 0’140, muy cerca, en tiempos más normales, en distancias más lógicas. ¿Cosmética publicitaria? Esos tiempos pasaron hace mucho en Ferrari, prácticamente dos décadas. La distancia era real, como lo era la de Räikkönen a 0’398. ¿Distancias? Los Red Bull, a más de un segundo ambos. Pagando el peaje de un coche menos eficiente y con motor Renault. El mismo Renault que dejó a Sainz parado a falta de 28 minutos en la Variante della Roggia. De hecho, de no ser por Honda, Renault tendría un grave problema de imagen por su fiabilidad, aunque tiene mucha más potencia, claro.

 

SÁBADO

Si el viernes había sido un día nublado con algo de lluvia y fogonazos de sol, el sábado decidió que iba a anular todo el trabajo hecho. Lluvia. Mucha lluvia. Al nivel que no se vió en Spa, donde sería más esperable. De hecho, era tal la cantidad de agua que los terceros libres no pudieron disputarse hasta los últimos dieciséis minutos. Con agua. Un entrenamiento breve, la mitad de uno de aquellos antiguos ‘warm-up’ de los domingos por la mañana, en el que se pudo comprobar que el coche funciona, y tomar alguna idea de cómo está la pista. Sí, mojada. Mucho. Así que el primer tiempo de Felipe Massa, un 1’40’’660, fue testimonial: sólo siete pilotos marcaron tiempo. El riesgo era mayor que el posible aprendizaje.

Eso dejó la clasificación a ciegas, y no sólo por las nubes de agua que podían levantar los coches. Con reglajes de seco, con agua, en un circuito de velocidad pura. Eso era diversión asegurada, y era la posibilidad de hacer primar las manos sobre el coche, siempre que el coche respondiese bien en condiciones tan mojadas. Pero antes hubo que esperar mucho, dos horas y media de espera. El circuito era literalmente impracticable, y ni los neumáticos de agua iban a poder evacuar toda esa agua. Y eso es una lástima, porque dejando de lado cuestiones de seguridad como la visibilidad o el riesgo de acquaplaning. Pocas cosas hay más hermosas en el automovilismo que el pilotaje sobre agua, y es ahí donde se han gestado muchas de las leyendas de este deporte.

Al final, los monoplazas rugieron. Y la ruleta del agua empezó a girar, con ese punto de suerte que supone encontrar el mejor momento de la pista, cuando llueve un poco menos, o cuando empieza a secarse, antes de que una nueva precipitación arruine el momento en pista. Salieron todos, y Bottas se llevó la primera sorpresa al iniciar su vuelta cronometrada: pasado en la chicane del Rettifilo. Lógico. Peor lo tuvo Romain Grosjean, que padeció un súbito acquaplaning en plena recta de meta que lo llevó a ser un pasajero contra las vallas de ambos lados: fin de la sesión justo cuando estaba en tercera posición y prometía un buen resultado. Por supuesto, bandera roja. Y en ese momento dejó de llover, pero la pista estaba aún para neumáticos de agua.

Por supuesto, en estas condiciones, el baile de posiciones es continuo: Verstappen hacía una bonita vuelta para ser primero, pero se lo arrebataba Vettel, luego Bottas, luego Hamilton. Lance Stroll empezaba a apuntarse con un tercer lugar. Pero todo cambiaba a cada paso por meta. E incluso, con tanta agua, había fuego, como en el disco de freno delantero izquierdo de Räikkönen. Algunos pilotos, como Alonso o Vettel, se lanzaron al final a por los intermedios, pero no daban todavía una ventaja de rendimiento notable. Al final, Bottas era el primero con un 1’35’’716 con Hamilton a 0’293 y Vettel ya a 1’482. Los Williams estaban en la zona alta, los McLaren superaban el corte, como también Sainz. Grosjean era el último, obviamente, pero le acompañaban su compañero Kevin Magnussen, Jolyon Palmer, Marcus Ericsson y Pascal Wehrlein. En el fondo, no tantas sorpresas pese a lo crítico de las circunstancias.

La segunda sesión iba a ser más tensa. Algunos se arriesgaron a salir con los neumáticos de lluvia, pese a que no llovía y la pista se había secado sensiblemente. Pilotos como Nico Hülkenberg o Vettel, o ambos Red Bull, o Carlos Sainz, entre otros. Error. La pista pedía ahora intermedios, que es lo que usaron todos salvo los Red Bull, que se mantenían sin embargo en ritmos competitivos. Curiosa nota de rendimiento, ya que los coches austríacos no eran capaces de hacer funcionar en una buena ventana de rendimiento a los intermedios.

 

 

El resultado final variaba poco. Dos Mercedes en cabeza, dóciles en el agua. Hamilton dominando con un 1’34’’660, con Bottas a 0’736 segundos. El resto se iba ya más lejos del segundo. Los Williams mantenían una gran forma en agua, especialmente Stroll que se colocaba quinto, con Massa séptimo octavo. La sorpresa llegó, como suele ocurrir con agua, justo al final. Stoffel Vandoorne era fluidez en las curvas, con mucho aplomo, y eso le permitía colocarse noveno y eliminar a Sergio Pérez. En la pelea entre Force India, Esteban Ocon se colocó décimo, pero a tan sólo dos milésimas estaba Pérez, pero undécimo. Lo implacable del crono y una posición concreta.

Y cuando las condiciones podían haber ido a mejor, la lluvia volvió a arreciar. Volvía la locura de los neumáticos. Los Mercedes y Vettel salían con intermedios: nuevo error de apreciación, porque ahora el neumático bueno volvía a ser el de lluvia. Vuelta a la basura y rápido a boxes. El temor del momento óptimo de la pista que podría perderse. Mientras tanto, Verstappen seguía siendo dulce en cada curva, veloz en cada recta, y era primero. Ocon se destapaba para colocarse segundo, y podríamos narrar cada cambio de posición, pero sería en vano. Igual que en las sesiones anteriores, el juego de las sillas era la tónica, con cambios constantes al son de la lluvia.

Los que se veían en problemas serios eran los Ferrari. No había forma de dar temperatura a los intermedios, el frío ambiental y del trazado les impedía hacer funcionar las gomas que otros sí que podían poner en condiciones óptimas. Como troncos corriendo río abajo sin posibilidad de controlarlos, con problemas para apurar la frenada, para aplicar la potencia a la salida de las pocas curvas del trazado, corrigiendo las inercias del coche constantemente, eran más pasajeros que pilotos. 

Mercedes, o mejor dicho, Hamilton, era todo lo contrario. Pura poesía que dibujaba trazadas nítidas, que bailaba sobre la lluvia, que frenaba tarde. Tardísimo. Donde nadie podía frenar nunca. Pese a poles provisionales, el candidato era él, sólo tenía que encontrar esa vuelta, ese momento de gracia que apareció para marcar un demoledor 1’35’’554. Nadie iba a acercarse ni de lejos. Tampoco de muy lejos. Porque Verstappen, sacando a relucir que sus manos siguen intactas, sólo lograba colocarse a 1’148 segundos del Mercedes. El otro Red Bull, a 1’287. Lástima por las penalizaciones en el que hubiera sido el mejor resultado de clasificación del año para el equipo.

Por detrás, provocando bocas abiertas a cada vuelta, dos jóvenes de talento prometedor. Cuarto, que sería segundo en la parrilla, Stroll, a 1’478 de Hamilton. Sí, el canadiense, el mismo piloto de los accidentes a principios de año, pero el mismo que en Bakú. Con una sonrisa enorme, acababa de conseguir el record de ser el piloto más joven en salir desde la primera fila, arrebatándoselo a Verstappen, que lo logró en Bélgica en 2016, y que se lo había arrebatado a Ricardo Rodríguez, que lo logró precisamente en Monza, en 1961 y con una segunda posición el día en que debutaba en la F1. ¿Comparaciones? No, gracias. Hechos. El talento de Stroll ha quedado demostrado. Sólo el tiempo dirá si se asienta o se quema rápidamente, pero desde el 2 de septiembre de 2017, en Monza, será difícil dudar de que la capacidad la tiene toda.

Lo mismo que unOcon que, quinto en los cronos a 2’165 segundos, iba a ser tercero en la parrilla. Absolutamente embriagadora la progresión del francés, que justo después del polémico fin de semana de Bélgica, toma el control de la situación y realiza una demostración de pilotaje que confirma, en este caso, las buenas perspectivas que el francés atesora para su futuro. Esta vez, salvo sorpresa, el encuentro entre los Force India iba a ser complicado, para tranquilidad del equipo.

Cariacontecido ante el rendimiento de los demás, pero sobre todo del suyo propio, era sexto Valtteri Bottas. 2’279 segundos con respecto a su coche gemelo. Las manos. La confianza. Un cúmulo de circunstancias, porque en seco no es esa la distancia. Pero un jarro de agua todavía más fría que la que caía sobre Monza. Sería cuarto en la parrilla, al menos. Detrás de él, los dos Ferrari, que serían quinto y sexto, pero eran séptimo y octavo en realidad. Peor fin de semana en clasificación para los italianos desde el aciago 2014. Y gracias que estaban penalizados los Red Bull. Una carrera cuesta arriba, con cuatro motores Mercedes por delante, cuando en circunstancias normales hubieran sido dos. Vettel por detrás de Räikkönen. Hamilton iba a estar muy lejos desde el inicio. Cerraban la tabla Felipe Massa y Stoffel Vandoorne.

 

 

DOMINGO

El domingo amaneció soleado. Con Hamilton con su 69ª Pole Position, el piloto que más ha logrado en toda la historia de la competición –no mencionemos la pole que no fue de Michael Schumacher en Mónaco 2012–. El mejor clasificador de todos los tiempos. Leyenda por méritos propios. Y con la vista hacia la primera chicane limpia, sólo con la duda de cómo se comportarían dos novatos como Stroll y Ocon en la primera curva. El segundo prometía no atacar a los Mercedes, siendo como es piloto de la marca: buena visión en cuanto a su carrera deportiva, pésima actitud respecto a su carrera del domingo. Un piloto ha de buscar la victoria, y saliendo en la zona limpia –la lluvia en realidad había eliminado zonas limpias o sucias–, tenía una opción, aunque fuera pequeña.

Pero claro, el juego de las sillas no se acabó el sábado. Porque Vandoorne, tras su gran clasificación, veía cómo había que cambiar la unidad de potencia: 25 posiciones de sanción, y un gran trabajo echado por los suelos. Y Pérez, que partía decimoprimero, cambiaba su caja de cambios y tendría cinco puestos de retraso, pero por obra y gracia de las demás, salía décimo. Y también Grosjean sustituía la caja de cambios y sería el que cerraría la parrilla, pese a las descomunales sanciones de los demás, especialmente McLaren. Y Palmer también tenía sanciones. Al final, era difícil saber quién salía dónde en esta absurda acumulación de penalizaciones. Algunos deberían haber salido desde mitad de la Curva Sud del oval de Monza, esa que se anuncia al principio de la recta de meta.

A Hamilton todo eso le daba igual. Al fondo había una columna de árboles en los que perderse en la primera posición, y que los demás se las arreglasen con el embudo de la primera chicane. Había un liderato que conquistar en la casa del enemigo. Y nada podía separarle de su objetivo, ni siquiera un Stroll que intentó atacar a Hamilton, pero éste cortó en seco toda posibilidad del canadiense, y encima le colocó en posición de ser atacado por Ocon, que efectivamente se hizo con la segunda posición. Al menos Stroll lo había intentado.

Justo detrás, Räikkönen se tocaba con Bottas camino de la Curva Grande, dispuesto a adelantarle, como hizo, en la Variante della Roggia. El Ferrari había doblegado el Mercedes, y eso era una mala noticia en clave estratégica para los alemanes. Por suerte, al acabar esa vuelta, en la Parabolica, su piloto atacaba a su compatriota y remataba la recuperación de posición en la primera chicane. Todo en orden.

A partir de ahí, Bottas hizo lo planificado. Primero pasar a Stroll, en la segunda vuelta, y luego a Ocon en la tercera. Más atrás, en las últimas posiciones de puntos, Massa y Verstappen se veían las caras al inicio de la segunda vuelta en la primera chicane. El holandés lo intentaba por el exterior desde la octava posición, pero el brasileño se mostró infranqueable, y el Red Bull tocó al Williams con el resultado de una rueda delantera derecha pinchada y daños en el alerón delantero. Si a veces es la fiabilidad, esta vez fue el exceso de fogosidad del joven Verstappen la que puso en complicaciones su carrera: paso por boxes, y caída en la clasificación.

Lewis Hamilton empalmaba vueltas rápidas, imperial en las rectas monzesas. Vettel renqueaba en los primeros kilómetros en la sexta posición, hasta que en la segunda se decidió a atacar. Primero pasó a Räikkönen en la segunda chicane, con respeto pero sin concesiones por ninguna de las partes. En la quinta, el alemán pasaba a Stroll llegando a Ascari. Y en la octava, Ocon cedía su posición de podio a final de la recta de meta. Sebastian Vettel era tercero, pero la realidad era que estaba a 5’8 segundos de Bottas, y este a 2’8 de Hamilton. La victoria, salvo imponderables, no era una opción. Pero la mala sesión de clasificación estaba maquillada, al menos.

 

 

La realidad era tan cruel como que los Mercedes eran una media de 0’6 segundos por vuelta más rápidos que el de Ferrari. Eran puntos que se alejaban hasta perderse en el infinito de las rectas de Monza. No había rivalidad. Sí la había entre Palmer y Alonso. El británico, en la vuelta 14, se fue a por el asturiano en la segunda chicane. Justo en la entrada estaba ligeramente por delante, zona exterior, pero tuvo que recortar la curva, y pasó definitivamente al español, que se quejó por la radio. La maniobra acabó por motivar una sanción de cinco segundos para Palmer, que por la mañana había ofrecido un sitio en su Renault clásico para el paseo de pilotos matutino, cuando el Lotus asignado a Alonso decidió que su motor no iba a funcionar. Para el asturiano, la sanción era una broma, y la posterior retirada de Palmer, el karma. Pero el karma acabaría por afectar a los dos implicados, y con problemas de cambio desde el inicio de la carrera, Alonso se retiró a falta de una vuelta, en parte por motivos estratégicos de cara a Singapur.

Räikkönen no podía aproximarse a Ocon y a Stroll, no tanto como para adelantarlos. Así que en la vuelta 16 entró a boxes a colocar los neumáticos blandos, pero el delantero izquierdo se puso impertinente, y la parada duró 3’7 segundos. Ocon entró en la siguiente, ante el riesgo de ser adelantado. Pero su parada fue un segundo exacto mejor que la de Ferrari, y volvió por delante del finlandés. Williams llamó a Stroll un poco tarde, en la 18, y extrañamente tuvo una horrible parada –Williams es la mejor en este ámbito–: 4’4 segundos que hicieron que, además de por la velocidad que ya llevaban los otros dos rivales, el canadiense saliese por detrás de ambos. No sería hasta la vuelta 26 que Kimi pudo adelantar a un correoso Ocon.

Los tres primeros se vigilaban desde lejos. Algunos desde muy lejos. Y fue Vettel el que abrió las paradas entre ellos en la vuelta 32. Por supuesto, Hamilton le siguió en la siguiente, y en la 34 fue Bottas el que hizo la parada obligatoria. Todo seguía en orden, salvo porque ahora tercero era un Red Bull. Casi inadvertido, desde la decimosexta posición y partiendo con los neumáticos blandos, Daniel Ricciardo tenía que parar. Pero su ritmo y sus perspectivas de carrera eran alentadoras. Cuando se detuvo en la vuelta 38, su juego de superblandos nuevos iban a marcar la diferencia. Comenzaba el colofón de su remontada.

En la vuelta 41, desde muy lejos, adelantó a Räikkönen, que nada podía hacer por detener al torbellino australiano. Liberado del finlandés, que podía haber sido un hipotético ralentizador, Ricciardo se lanzó por la pista un segundo más rápido que Vettel, cuyo podio estaba en la cuerda floja: el Red Bull podía llegar, si mantenía ese ritmo. Muy apurado, pero posible. Vuelta rápida tras vuelta rápida, era una gozosa celebración de la velocidad ver a Ricciardo deshacerse de las chicanes y avanzar por las rectas, con un coche que no debería ser bueno en Monza. Pero los neumáticos superblandos empezaron a perder su mejor rendimiento paulatinamente, y hacia el final de la carrera llegar a Vettel era una quimera. El órdago estuvo en la mesa, pero se quedó en nada, salvo porque un cuarto puesto desde la decimosexta posición es un resultado soberbio para Ricciardo.

Delante, Hamilton ganó con calma. Y con la victoria, el liderato. Tres puntos muy significativos: por primera vez en el año, a falta de siete carreras, Vettel cede el liderato y Lewis Hamilton toma el testigo. Quedan circuitos más complicados, pero el golpe está dado. El doblete de Mercedes, el colofón perfecto para un fin de semana de puro dominio, con el primer Ferrari a 36’317 segundos, y el segundo Ferrari, quinto, a 1 minuto exacto de distancia. Una paliza difícil de asumir, pero también de repetir en las carreras venideras.

Ocon fue finalmente sexto, y conservó su posición por delante de los demás, con un resultado que le reafirma en el seno del equipo. Un resultado muy sólido, resistiendo tanto a Stroll, que lo acosó intensamente por momentos, como a Felipe Massa, que acabó presionando a su compañero. Al final el Force India logró destacarse, y los Williams lucharon entre sí, lo que propició que Sergio Pérez, con una carrera anodina, acabase presionando a ambos en la última vuelta. La lucha entre los Williams en la Variante della Roggia auguraba alguna tragedia, pero el respeto entre el veterano y el debutante en el seno del equipo inglés primó: el equipo sumó un buen resultado conjunto, con Stroll séptimo y Massa octavo.

Verstappen fue otro que protagonizó una bonita remontada, propiciada por él mismo. Adelantó mucho con su estrategia a dos paradas, aunque tuvo encontronazos con los dos pilotos de Haas. Primero con Grosjean en la vuelta 34 en la primera chicane, adelantando por el exterior de la primera curva, y con el francés quejándose tras haberle tocado. La culpa no era de Verstappen. Luego, en los compases finales, se las vio con un Magnussen que, habiendo caído en la primera sesión de clasificación, había visto por obra y gracia de las sanciones que su posición de salida era décimo, en zona de puntos. Y ahí estaba cuando llegó Max, que lo pasó camino de la segunda chicane. Magnussen no quería ceder, pero la posición era entera de Verstappen, y retrasó la frenada, encontrándose con el de Red Bull delante y teniendo que esquivarle. Por la radio se quejaba de que no le había dejado espacio, pero la realidad es que Kevin buscó un espacio que no existía. El holandés terminó la carrera, pero pudo haber sido infinitamente mejor.

Los Renault no estuvieron, con Hülkenberg decimotercero y Palmer retirado, sin ritmo ni capacidad de ser rápidos. Su lucha con los Toro Rosso fue más en la distancia, y precisamente estos fueron otros que, en su carrera de casa, tampoco brillaron. Nada nuevo. Daniil Kvyat fue duodécimo y Sainz decimocuarto, en una carrera de impotencia para todos ellos, como para Grosjean o Wehrlein, que luchó con su compañero Ericsson a brazo partido hasta que el sueco se retiró. Sin velocidad, no hay alegría en Monza.

Y en el lugar en el que no había ninguna alegría, ni hay perspectivas de que la haya es en McLaren. Vandoorne tuvo que retirarse aquejado del ya legendario ‘no power’ que acompaña al equipo desde 2015. Era la vuelta 34. Alonso ya dijimos que sufrió problemas desde el inicio. Todos sabían que Monza estaba marcado como el día horrible en Woking, pero el problema es que prácticamente todos los días de carreras son pesadillas para el equipo. Ya no se trata de trabajo, ni de capacidad, ni de futuros desarrollos. Se trata de un proyecto fallido del que McLaren se debe liberar como sea y cuanto antes, sin hacer prisioneros, y aceptando lo que haga falta para poner fin a una pesadilla. Hay que encontrar un punto de equilibrio desde el que construir de nuevo la escudería victoriosa que tradicionalmente ha sido.

“Me voy muy enfadado”, espetaba Sergio Marchionne, presidente de Ferrari, a la salida del circuito. ¿Por el resultado? Pensar en una victoria de Ferrari era una quimera, porque Mercedes es un poco mejor, y aquí era mucho mejor. Vettel encajó el golpe y salvó los muebles. Pero el paseo en formación por el Parco Reale escuece, justo 24 horas después de la parada de Ferrari por sus 70 años. Cuando contaba, la formación era de los Mercedes, como hicieron antes Ford o Porsche. Como hicieron esos mismos alemanes en los años 30. Era el dolor de perder el liderato en casa. Era el calor de una derrota sin paliativos. Pero en la oscuridad que envolvía a los dirigentes de Ferrari, se esconde una luz: las de Singapur, en donde la Scuderia debería, en teoría, dominar. Devolver el paseo en formación. Seguir en una lucha que empieza casi de cero.

4 comentarios
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06 Sep 2017 - 23:39
Excelente... como siempre, y las fotos muy, pero muy buenas. la redacción, limpia y prolija, hace revivir el Gran Premio, pero desde la perspectiva del entendido, que analiza hasta el más pequeño detalle. Es una satisfacción el poder leerte JMV. Saludos.
06 Sep 2017 - 23:16
Un pequeño apunte,mi estimado JMV, "por sólo 0’007 milésimas", debería ser "por sólo 0’007 de segundo".Suscribo lo siguiente, una bella perla: "Y eso es una lástima, porque dejando de lado cuestiones de seguridad como la visibilidad o el riesgo de acquaplaning. Pocas cosas hay más hermosas en el automovilismo que el pilotaje sobre agua, y es ahí donde se han gestado muchas de las leyendas de este deporte."
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06 Sep 2017 - 13:24
Felicito a Vinuesa. Sus notas son siempre por lejos las mejores en todo sentido de esta web.
06 Sep 2017 - 12:53
Le doy mi enhorabuena a Ferrari a logrado hacer un gran coche el problema es ya lo cansino de que un equipo tenga esa superioridad sobre el 2° equipo de la parrilla , ya lo vivimos con los red bull actualmente con los mercedes ... no critico su trabajo , pero limitar los presupuestos y los entrenos esto falla en lo que supuestamente busca la f1 igualdad . Sinceranente ganar el título mundial hoy en día en la f1 es imposible sin estar en mercedes sólo digo .... Bottas a ganado más que en sus años de williams ... lleva sólo medio año en mercedes ....
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