Le Mans no será un paseo para Alonso y Toyota

Con la marcha de Audi, que ya no corrió el pasado año, y Porsche, tras sus tres victorias consecutivas, Toyota es el único equipo oficial presente y está obligado a ganar, sí o sí. Durante más de 30 años a la marca japonesa se le ha escapado la victoria por una razón u otra y esta vez no tienen excusa.

Y en ese camino a la victoria descubrieron en los test de Le Mans que no sólo la dureza de la prueba será el rival a batir, sino que la oposición puede ser mayor de la esperada.

La prueba: tras Fernando Alonso fueron dos pilotos de Rebellion, Mathias Beche y Gustavo Menezes los más rápidos. El Rebellion nº 3 se coló entre los dos Toyota, a apenas 6 décimas de Fernando en un circuito de 13,5 kilómetros, el doble con creces que cualquier circuito de Gran Premio.

Y si en lugar de tener en cuenta los cronos 'puro y duro' de una vuelta, muy dependientes siempre del tráfico, tomamos en cuenta los mejores parciales de cada coche, la ventaja de Alonso sobre el mejor Rebellion sólo habría sido de 45 centésimas, mientras que el mejor de los coches de SMP Racing también habría superado al segundo Toyota.

¿Cómo es posible? Para atraer a equipos privados –ausentes estos años en LMP1– el ACO decidió introducir algunas normas reglamentarias para favorecer a los LMP1-NH, es decir No Hybrids, limitando algunos detalles en el Toyota, sobre todo en cuanto al combustible –flujo–. La maca japonesa no protestó pero hizo ver sus descontento y preocupación. Tras los test de Paul Ricard hubo ligeros reajustes y tras la primera carrera del Campeonato, se variaron algunas normas sobre el tema de los repostajes cara a Le Mans. que no han gustado nada a los equipos de LMP1.

En cualquier caso, el Toyota ha perdido más o menos un segundo respecto a los test pre-Le Mans del pasado año. Y también parecen haber perdido un poco de punta: No se alcanzaron los 340 kilómetros por hora. Pese a sus 1000 caballos de potencia, el Toyota se quedó en 338, apenas uno o dos kilómetros más rápido que algunos de sus oponentes, que como mucho disponen de 650-660 caballos de potencia; la potencia eléctrica de que disponen no es utilizable todo un giro y en contrapartida exige ir más cargado. 

Los detalles. Si tenemos en cuenta los mejores parciales, los seis coches de cabeza –los dos Toyota, los dos Rebellion y dos de SMP Racing– están en dos segundos. Dos segundos y medio si nos atenemos a las vueltas más veloces de cada coche.

Supongamos que fueran tres segundos por vuelta. En Le Mans, en una hora se pueden dar 17 vueltas –18 como máximo– a ritmo de carrera. Para un Toyota, perder un segundo requeriría una hora para restablecer la igualdad. Un problema breve, de esos que requieren tres o cuatro minutos, exigiría tres horas para recuperar el terreno perdido.

Pero hablamos sobre vueltas rápidas. En cuestión de ritmo de carrera las cosas pueden variar algo, posiblemente a favor de Toyota. La marca japonesa tiene la ventaja de saber, por su participación en los años anteriores, el verdadero ritmo de carrera que puede adoptar. Por si fuera poco han hecho simulaciones de hasta 35 horas, principalmente en Motorland. En eso tienen una gran ventaja sobre los equipos privados que no han podido ni soñar llevar a cabo dichas simulaciones.

Esto es algo que ha quedado claro en estos test. El Toyota de Alonso dio 106 vueltas, 40 de ellas en manos del asturiano que el piloto que más rodó, diez giros más que el otro Toyota. Sólo los Rebellion dieron más de 60 giros, así que la diferencia en este sentido es notable.

Está claro que Toyota afronta esta carrera en una posición nada confortable. Sólo le vale ganar. Si no lo hace, será más porque no ha sabido hacerlo que por méritos de los rivales. Esta incómoda posición que nadie puede ganarle, pero sólo ellos puede perder. O en otras palabras, no ganar no sería una derrota sino un tremendo fracaso.

Tienen ventaja, sí... pero no pueden fallar ni un ápice. Por eso la carrera no será un paseo y quizás sea más difícil de lo que muchos pensaban.

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