De puyas a pullas, la clasificación de Fernando

Siempre he sostenido que hay algo que me importa más que la posición, que es el crono. Y pese a ese 7º lugar de parrilla ferozmente conquistado, es evidente lo que queda aún por realizar.

Lo confieso. En muchas ocasiones dudé de lo que, tanto el pasado año como este, Alonso venía defendiendo: las bondades del chasis McLaren. No estaba seguro de que fueran tales, entre otras cosas porque las carencias del motor, que son muchas, no permitían saber/conocer el nivel real del mismo.

En la época gloriosa de la F1 se decía que los 'team principal' –aunque no tenían ese nombre– buscaban dos tipos de piloto: el que era capaz de sacarle tres décimas al coche, y los que eran capaces de mejorar el coche un segundo. Alonso fue durante un tiempo capaz de ambas cosas. Hoy, desgraciadamente, sin test, con tanta electrónica y tecnología, con la dictadura de los datos y la telemetría, ya no hay pilotos capaces de hacer que el coche progrese un segundo. Afortunadamente aún quedan los que son capaces de arañar esas tres, quizás algo más, décimas al coche.

Esas tres décimas que han sido claves para pasar a Q3 y que han vuelto a ser decisivas para entrar en la Q2…. y ser el mejor de los otros, es decir de los que no están en los tres equipos realmente grandes: Mercedes, Ferrari y, ligeramente por detrás, Red Bull.

Digámoslo claro. Los 314,1 km/h a que el motor Honda consiguió propulsar el McLaren, suenan a poco frente a los 326,5 de Vettel. Pero es que el motor tampoco permite acelerar de forma desmesurada: los 285,6 que Fernando lograba en línea de meta son ridículos con respecto a los 297,5 de Räikkönen o los 293,6 de Vettel, por tener la misma referencia.

Eso implica, grosso modo y con los números de primera aproximación, que Fernando perdía más o menos 10 km/h en toda la recta. La falta de potencia limita también la capacidad de aceleración y así, la diferencia de velocidad va creciendo conforme pasan los metros. La pérdida entre línea de meta y frenada debe ser por tanto del orden de las 4 décimas. Parte de esta diferencia, al menos con los equipos que no son de punta, la recuperaba en el larguísimo "curvone" que además es en ascenso, pese a que éste, con estos coches, es en aceleración. Y así, Fernando sólo tiene el 14º parcial en este sector, conseguido en la Q3… a la que algunos de los que le superan no lograron alcanzar.

Luego, la zona virada de bajada, entre Repsol hasta la Moreneta, debían servirle para compensar el tiempo perdido en la recta posterior.  Aquí ya tiene el 7º parcial. Está claro que la velocidad de paso por curva del McLaren es muy elevada en esta zona. Y en el último parcial también vuelta, un 8º tiempo; pese a que el sector se inicia con un fuerte ascenso y en la chicane debe de 'matarse' el coche para salir acelerando.

Lo que hemos dicho me lleva a recordar una frase con la que la sabiduría popular habló del Mio Cid: "Que gran vasallo si tuviera buen señor". Basta cambiar vasallo por piloto y señor por motor para tener la frase idónea.

Luego llegará la carrera. En ella tendrá difícil obtener el mismo rendimiento. Aunque el asturiano ya calibra que le esperan "66 vueltas de clasificación"… y que el motor aguante, no debe confiar demasiado. El motor Honda es el que más consume y el 'fantasma' de quedarse sin 'gasofa' está ahí: gestionar motor y consumo para acabar la carrera y darlo todo, ponerse en evidencia, mientras 'el cuerpo motriz' aguante, cruzando los dedos por si sucede un segundo milagro; un safety car oportuno, por ejemplo.

El dilema de Fernando cara al futuro es grande. Ya ha azuzado a los japoneses, aunque esto no parece alterar su ritmo -pausado para los cánones de la F1- de trabajo. También ha dicho claramente que escuchará ofertas y se irá si no ve el futuro claro. Los mensajes en este sentido son constantes.

Pero Alonso es prisionero de la realidad: los tres equipos grandes tienen sus asientos ocupados por ahora. Y es difícil que alguno de ellos quiera 'mudarse'. Y McLaren también está presa de la situación, un contrato con Honda en vigor y sobre todo las dificultades para encontrar un propulsor alternativo. La opción de ir a un equipo con posibilidades de crecer sería otra, pero en Renault ya han avisado que no se ven como proyecto ganador al menos hasta dentro de 3 o 4 años. Y el tiempo no corre precisamente a favor.