Hoy se cumplen 18 años de un día histórico: el día del primer título de Fernando Alonso

Algo que ni él mismo habría creído posible apenas siete años atrás cuando el salto del karting al automovilismo era para él un obstáculo insalvable. Apareció Adrián Campos —gracias Adrián— y todo fue sencillo, directo, diáfano.

Aquel día, Alonso, en Interlagos, ya oscureciendo, —lo recuerdo como muy especial—, atenazado por la emoción, con alguna lágrima incluso, me costaba escribir, mientras enjuagaba unas fugaces lágrimas.

Aquel día Fernando, por una vez, no pensó en ganar el Gran Premio, sino en amarrar el título. Un título que quería ya “porque hay que ganarlo con Schumacher en pista. Si Michael no está, el título valdrá menos”, había dicho antes de comenzar la temporada.

Y el propio Michael ya lo había catalogado como hombre a batir. Lo tuvo muy claro en el Gran Premio de España en Barcelona 2003, en el que ‘el Nano’ le incordió de principio a fin con un coche inferior. Pero sobre todo en los inicios de temporada de 2005, espectacular para Fernando difícil para Michael. El alemán ‘se rindió’ en San Marino, donde Fernando resistió una presión brutal por parte del ‘Kaiser’. “¿McLaren o Williams? El verdadero rival a vigilar es Fernando Alonso”, señaló.

“El título es lo máximo que puedo lograr en mi vida”, dijo alborozado en el podio. Nunca habíamos visto a Fernando tan desatado, tan extrovertido, tan feliz. Se había sacado un peso de encima, el más grande, mucho mayor que el de ganar el primer Gran Premio.
Alonso confesó que fue una carrera ‘agónica’ “porque iba pendiente de que no fallara el coche y de los neumáticos. Sólo quería llegar a la meta. Ahí me dí cuenta de lo que significaba ser campeón”, dijo tras la carrera.

Su carácter es especial. Forjado en la estirpe de los que han subido peldaños gracias a un esfuerzo superior a la mayor parte de rivales. Alguna vez declaró que no sintió mayor presión por ganar en F1 que en otras categorías “porque en karts sabía que si no ganaba no habría siguiente carrera”.

“He tenido que luchar solo, sin ayuda ni apoyo de ningún estamento oficial. Llegué a la F1 gracias a los resultados en las categorías inferiores y a los patrocinadores”, señaló antes de dedicar el título “a las tres o cuatro personas que son las que siempre han estado a mi lado”.
Introvertido por lo general, trabajador incansable, exigente. Un gran talento y mucho trabajo,  con gran capacidad de liderazgo. Jaime Algersuari padre lo describió como "un campeón genial, irreverente, desafiante, capaz de aislarse de todo y todos". 

Alain Prost lo felicitó: “Esto es solamente un inicio. Ser campeón tan pronto le hará más fuerte”. Emerson Fittipaldi dijo que se lo merecía: “es inteligente, no comete errores y es muy rápido”. Bernie Ecclestone se rindió a él y lo veía necesario e imprescindible porque “es la alternativa a Schumacher”. 

Joan Villadelprat explicó que “es un crack, arrogante y seguro porque no tiene que ser así. No tiene ídolos, él es su Dios”. Y en este coincidía con Jaime Alguersuari, “odia a quienes le rodean en la parrilla, su mundo se ciñe a la distancia que hay entre el pie derecho y el pie izquierdo, el resto es meramente circunstancial. Pero si fuera de otra forma, más cercano, más apasionado, más simpático, no habría sido campeón del mundo”. Todo esto se dijo en un especial de 20 páginas en Mundo Deportivo, para celebrar ese título que podo tiempo atrás parecía no improbable sino imposible… ni obrando u  milagro de por medio.

Y por supuesto, no faltaron en ese especial un artículo de Adrián Campos, junto con Genís Marco y el padre de Fernando, José Luis, los personajes clave en su ascenso. “La grandeza de Fernando radica en que si le das un coche que le permite llegar a los puntos, él lo lleva al podio. Y si le das un coche capaz de podios, gana. Y si le das un coche capaz de ganar una carrera, ganará el título”.

Me he dejando otro hombre clave, Flavio Briatore. Él supo ver el diamante en bruto y no vaciló. Y tras dejar que debutara en 2001 en Minardi no lo dudó. Le llamó al ‘box’ para modificarlo: un 2002 de probador, con 40.000 kilómetros a sus espaldas, lo pelearon definitivamente para ser campeón.

Curioso, ese mismo día, desde el tercer escalón del podio, tomó la decisión que marcaría su carrera posterior, quizás una de las claves por las que no ha conquistado más títulos. Le dijo a Ron Dennis que pilotaría para él… aunque habría que esperar a 2007. 

Aquel chico que el 25 de septiembre de 2005 no se daba cuenta de lo que significaba ser campeón del mundo, y que dijo “necesito unas horas a solas conmigo mismo para hacerme a la idea", es el mismo que siete años atrás pensaba que su futuro era en el mundo del karting, como piloto primero y después como mecánico.

Ni pensaba siquiera que sería campeón del mundo, que ganaría dos veces las 24 Horas de Le Mans, que correría la Indy 500 y sorprendería, que se defendería en en el Dakar…. que tendría un museo propio y no un equipo de karting, sino un circuito.
De aquel Fernando Alonso al de hoy han cambios. La materia prima es la misma, pero el exterior se ha pulido para convertirse en un auténtico icono del automovilismo.

Escribía sobre carreras antes de la llegada de Fernando Alonso, antes de que naciera incluso… y espero seguir escribiendo incluso más allá de su retirada —es decir por muchos años más— porque es mi pasión. Pero nunca he olvidado, nunca olvidaré, ese día en Sao Paulo, en el que ni siquiera pude ir a la celebración del título en una discoteca porque había que seguir ‘juntado letras’ para el especial del martes. Pero también por la ‘bronca’ de mis compañeros de redacción porque me tome un receso mientras llegaba la hora de cierre.

Flotaba. Me abrazaba a mis colegas de otros periódicos españoles. Me senté en el suelo a las afueras del box para dar salida a algunas emociones y poderlas controlar. Y baje de nuevo al box para escuchar el himno español tocado no por una banda, no por una cinta, sino por el propio motor Renault del coche de Fernando, gentileza de Dennis Chevrier y Remi Taffin.