Un 'africano' en Nürburgring: mala combinación

Si no habías visto antes un W123 es que eres demasiado joven o tu memoria no atraviesa su mejor momento. Se trata del Mercedes 'africano', un coche duro como una roca que fue aspiracional a primeros de los 80 en España y que ahora, prácticamente extinto en nuestras carreteras, se ha mudado al otro lado del Estrecho, adonde disfruta de una vida plena y demuestra día tras día su inquebrantable fiabilidad mecánica.

El protagonista de estas líneas es, concretamente, un 200d con motor Diesel de dos litros de cilindrada y la escalofriante suma de 55 caballos de potencia. Puedes reírte, pero millones de españoles hubieran dado su patrimonio a cambio de uno de éstos –algunos, de hecho, lo dieron–. Cuando salió de la planta de Mercedes en Sindelfingen, a esta unidad color champán y a todas las demás se les atribuyó el trabajo de transportar a una familia por carretera, preferiblemente de doble carril por sentido, con un grado de confort casi marciano para los estándares de la época. No estaba entre sus misiones darse una vuelta por el Nordschleife de Nürburgring mojado, y menos a los aproximadamente 35 años de edad.

El vídeo es la crónica de un accidente anunciado. Todo indica que estamos en la delicada zona de Kallenhard y un día de lluvia como lo fue en gran parte de España el de ayer, día 11 de agosto de 2016. Nuestro protagonista llegaba francamente animado, con una trazada bastante interior y el habitual balanceo de la carrocería en su W123. En la segunda mitad de la curva ya llevaba el volante recto, síntoma de que la trasera tenía prisa por ir hacia el bordillo exterior. El conductor inicia el contravolante tarde, pero por un momento parece que simplemente quiere dar espectáculo al copiloto, vestido con bermudas turisteras.

Nada más lejos de la realidad: la situación estaba ya fuera de control para el conductor, que 'mete' tanto volante como puede para intentar reconducir la situación. El problema es que, en un momento dado, el tren trasero obedece, los pesos cambian completamente de lado y, mientras tanto, el conductor sucumbe al pánico y mantiene el volante girado hacia la izquierda. Es cierto que su aro de enorme diámetro no es el más fácil de reconducir, y menos con una dirección tan desmultiplicada y que transmite tan poca información al conductor como la de recirculación de bolas de este W123. Lo consideraremos un atenuante a la torpeza del 'piloto', que sigue frenando mientras su coche emprende un giro de 180 grados en plena pista, que sólo se detiene con un ligerísimo golpe contra el guardarraíl.

No sería de extrañar que sufriese más la protección que la gruesa chapa alemana del Mercedes. En cualquier caso, la visita al taller de chapa y pintura será inevitable y, si los responsables del circuito ven este vídeo, quizá también una factura por el daño causado en el guardarraíl. La próxima vez, ya que la fascinación por los coches antiguos no siempre se puede controlar, al menos que espere a rodar en un día soleado.