La posición del motor en un coche: dónde va colocado y en qué influye

Tal vez nunca te has parado a pensar en la razón por la que la mayoría de los coches de combustión recurren a un motor situado en posición delantera transversal, es decir, perpendicular al eje central del automóvil. Lo cierto es que es la solución más práctica y barata pero no la que ofrece un mejor comportamiento.

Cuando el bloque motor está situado encima o por delante del eje delantero, el reparto de pesos no está equilibrado de la mejor manera posible, pues en el frontal recae buena parte de la masa del conjunto. Pero, por otro lado, reciben una refrigeración directa mientras circulan y no precisan de complejas soluciones para evitar sobrecalentamientos.

Normalmente son motores tranversales de tres o cuatro cilindros y en modelos más premium pueden ser V6 o V8. Su tamaño relativamente compacto permite que se coloquen bajo el capó, dejando el resto del espacio al habitáculo y, como no, al maletero.

Es la opción más barata de producir en masa para las marcas y también muy práctico para segmentos que triunfan en el mercado, como los SUV. En el caso de los que ofrecen tracción total, siempre se puede recurrir a un eje de transmisión. También son más accesibles para cualquier tipo de comprobación o reparación.

Además, son fáciles de conducir pues la pérdida de control del eje delantero o subviraje es más sencilla de solventar en un coche con tracción delantera, especialmente en una mayoría de vehículos llenos de ayudas electrónicas y que no están especialmente pensados para transmitir sensaciones de deportividad.

Seat, Ford, Volkswagen, Audi, BMW, Peugeot y básicamente todas las marcas generalistas y premium recurren a esta solución, salvo en casos muy concretos, como puede ser un deportivo estilo Audi R8.

Menos habitual aunque posible, es encontrar un motor delantero longitudinal, es decir, que en vez de estar colocado en posición de rueda a rueda del eje delantero, está girado 90º, o lo que es lo mismo, perpendicular al eje delantero.

Suele utilizarse para motores de mayor tamaño como los V8, V10 o V12, pero no en exclusiva, en coches con esencia deportiva y en los que esta colocación reparte algo mejor los pesos. Se pueden encontrar con tracción delantera, con tendencia al subviraje, aunque lo más habitual es que recurran a la propulsión, con tendencia al sobreviraje, o a la tracción 4x4.

Algunos ejemplos de los coches con motor delantero longitudinal más conocidos son el BMW Serie 2, el Mazda MX-5 o el Toyota GR86.

Los superdeportivos de marcas como Ferrari o Lamborgini prefieren colocar el motor de sus automóviles en posición central, más o menos atrasados pero siempre por delante del eje trasero. Por costumbre, en este tipo de coches se recurre a la tracción total y su bajo centro de gravedad mejora la respuesta del conjunto a gran velocidad.

La aceleración y la frenada son muchas más efectivas y en el paso por curva se reduce el balanceo que puede existir en otros casos, especialmente en los vehículos con el motor situado en la parte delantera.

El lugar que ocupan quita mucho espacio al habitáculo, que suele ser biplaza en este tipo de automóviles en los que el maletero es escaso o nulo. Aunque lo cierto es que permiten soluciones de diseños más atrevidos y aerodinámicos tanto en la parte delantera como en la trasera, además de sistemas que conduzcan el aire para la refrigeración del motor.

Como suelen ser coches de alta cilindrada y potencia, recuperar la estabilidad de los mismos una vez que se ha perdido la tracción es algo más complicado que en motores delanteros o traseros, aunque las ayudas electrónicas estarán para hacer su trabajo.

Este tipo de coches acostumbran a tener un precio muy elevado.

Por último, están los automóviles con la mecánica colocada en la parte trasera. Esta configuración está presente en modelos pasionales y fieles a la propulsión, como el Porsche 911 o los modelos fabricados por Lotus.

El mayor peso va 'atrás' lo que requiere unas mejores habilidades de conducción para evitar el sobreviraje o pérdida de tracción del eje trasero. El espacio para el maletero desaparece y, en el caso de que se mantengan las plazas traseras, son bastante reducidas.

Por su colocación, requieren sistemas más elaborados de refrigeración que mantengan la mecánica en su temperatura óptima de funcionamiento y tienen más tendencia a los sobrecalentamientos en según qué circunstancias de conducción.

No son caros de producir y cuentan con la particularidad de ser más efectivos en aceleraciones por su transmisión de fuerza al eje trasero de forma más directa. Lo que sí son caros son los coches que actualmente hay en el mercado con esta configuración.

En el pasado, modelos accesibles como el Seat 600 y otros tantos coches generalistas recurrían a esta solución mecánica antes de se extendiera el uso de los motores delanteros tranversales.

Cabe destacar que, con la electrificación del sector del automóvil, cada vez es más habitual encontrar modelos con sistemas de propulsión híbridos, enchufables o no, así como eléctricos, que montan varios motores 'cero emisiones', a veces incluso uno por cada rueda y que han dejado atrás los ejes de transmisión utilizados por las mecánicas tradicionales.

De hecho, se ofertan automóviles con tracción a las cuatro ruedas en los que el eje delantero es movido por el bloque Diesel o gasolina, mientras que en el eje trasero se incorpora un motor eléctrico.

Por tanto, ha cambiado y seguirá cambiando la manera de posicionar los motores eléctricos, menos complejos, más compactos y con más posibilidades de distribución en el conjunto, con la consiguiente mejora del reparto de pesos.