Por la F1 han pasado personajes variopintos, de toda calaña. Lujo, riesgo, adrenalina, popularidad, dinero, gloria o pasión, entre otros, son algunos de los ‘atractivos’ que despierta el automovilismo, que cada cual puede mezclar a su antojo.
La F1 en particular y la competición automóvil en general está repleta de historias fascinantes, increíbles. De momentos en lo que lo imposible se materializa y lo que parece adquirido se desmorona. De batallas en las que David le puede a Goliat.
En el Gran Premio de Italia de 1995, David Coulthard sorprendió a todos con una pole estratosférica en Monza. Relegó a Michael Schumacher y su Benetton a cuatro décimas, al Ferrari de Gerhard Berger, a ocho y a su compañero, Damon Hill, a 1,2.
En la historia de la F1 ha habido algunos equipos estadounidenses. Eagle, Shadow, Parnelli, Penske, Haas... son de sobras conocidos. Pero hay dos otras dos marcas apenas conocidas, Scarab y Sirocco.
Sébastien Loeb ya lo dijo a medio Dakar, "El Viejo corre mucho". ‘El Viejo’, obviamente, era Carlos Sainz y la expresión tiene mucho de admiración y a la vez es una tremenda muestra de cariño.
Porsche no da por finiquitados sus sueños de llegar a la F1 de nuevo, como motorista por supuesto, aunque ve difícil poder cumplirlos al menos con el ‘timing deseado’.
Ver a Eugenio Amos en el ‘top 5’ de una etapa ha sido una sorpresa para muchos. Es más, sin dos minutos de penalización por exceso de velocidad aún podría haber sido ser segundo.
En 2009 la FIA decidió abrir la puerta a equipos nuevos para 2010. El tumulto creado por una posible escisión, la decisión de Honda de no participar en 2009, tomada en el último momento y la de BMW de ‘cerrar’ Sauber para 2010 hizo sonar todas las alarmas.
Maserati fue una marca clave en los inicios de la Fórmula 1. No ganó ningún título, aunque contribuyó al que obtuvo Juan Manuel Fangio en 1954, cuando el argentino, piloto de Mercedes, debió recurrir a uno de los coches del tridente para conquistar el título de aquella temporada.
