Estaba previsto que las campanas en Maranello tocasen para señalar la victoria de los rojos. Ni siquiera han tocado a rebato, en señal de peligro. Si han tañido sólo podía ser por 'toque de difuntos'. En Hungría los rojos han enterrado prácticamente todas sus esperanzas.
Ferrari no quiere la victoria, quiere el doblete. Mattia Binotto lo dice claramente y casi lo exige: “es fundamental”. Sabe que lo necesita cara al título de Constructores, sobre todo con Max Verstappen y Sergio Pérez saliendo atrasado. Y los dos pilotos Carlos, Leclerc y Carlos Sainz saben que la necesitan, que es una ocasión de oro para acercarse a Max, para limar diferencias, sobre todo ahora que saben que tienen el mejor coche del momento.
Por una vez Christian Horner le dará las gracias a Mercedes. Una clasificación aciaga de Red Bull, con Sergio Pérez eliminado en la Q2 y Max Verstappen sólo 10º después de que su coche mostrara una caprichosa cara oculta en la Q3, no es lo que el equipo líder mundial deseaba, esperaba o necesitaba.
Carlos Sainz fue claro ayer tras la clasificación: tenía la sensación de que había perdido una gran ocasión "porque tenía ritmo para la pole".
Tanto Porsche como Red Bull lamentan la filtración del acuerdo por el que la marca alemana tomará una participación del 50% de Red Bull Technologies, el brazo tecnológico del equipo –y que también trabaja para AlphaTauri– y se supone que en Red Bull Power Trains.
¿Es Hungría territorio Ferrari? Ese parece que es el sentir del paddock de la Fórmula 1 y, por una vez, los de rojo están de acuerdo sin muchos disimulos.
Reducir el peso de los F1 actuales es el deseo de todos los pilotos, casi una exigencia después de que este factor que lastra las prestaciones haya ido en aumento prácticamente año tras año en los últimos tiempos.
Mattia Binotto ha dicho que Charles Leclerc puede ser todavía campeón y que depende de sí mismo. No le falta razón. Con los números en la mano, hay 63 puntos de diferencia entre el monegasco y Max Verstappen, favorables al piloto de Países Bajos, y quedan 270 puntos en juego: 250 por las victorias, diez por las vueltas rápidas y otros diez por la carrera al sprint que queda por celebrar.
El fin de semana de Paul Ricard comienza bajo la incertidumbre de si éste será el último, al menos por un tiempo. ¿El último en Le Castellet o en Francia? Éric Boullier, el que fuera jefe de equipo de Renault y McLaren, lo admitió claramente: "No estamos muertos, se discute".
La Nascar está abierta a la innovación. Este año ha recuperado un evento en un estadio, fue en el Los Ángeles Memorial Sports Arena donde se disputó la tradicional prueba de apertura, no puntuable para el Campeonato, la Busch Light Clash. Hacía muchos años, 50, que se habían abandonado los eventos en los estadios.
