Monza, donde Carlos Sainz ha dado un golpe sobre la mesa

Leclerc no quería quedar por detrás de Sainz. Mucho menos después de que los ‘tifosi’ vitoreasen el sábado al madrileño por su fantástica Pole, la primera del año para él, cuarta en su carrera.

Encumbrado por los medios italianos, franceses e incluso parte de la prensa británica, y con el aval de Frederic Vasseur, bajo cuya tutela era había corrido, Leclerc se ve ‘número uno’ de Maranello. Pero en 2021 acabó el campeonato por detrás de Carlos y este 2023 también está por detrás. Algo que no se puede permitir y menos cuando está en el ambiente una prolongación de contrato, también por parte de Carlos.

El arma fuerte de Charles es el ‘giro seco’, esa vuelta perfecta que da Poles. El de Carlos, su ritmo de carrera, como un metrónomo, demoledor… si la degradación de las gomas no lo impide.

Ayer, en Monza, Carlos dio una lección ante los tifosi. Aguantó a Max un tercio de carrera, defendió su posición con uñas y dientes hasta que el Ferrari no dio para más. Lo mismo hizo con Pérez. Y ante el ataque final de Leclerc, cerró las puertas.

Carlos le dijo claramente a Charles y al muro, que no está en Maranello para ser ‘número 2’, sino para ser por lo menos ‘colíder’ del equipo. E incluso se permitió ‘recriminar’ al muro de forma elegante su pasividad en la batalla.

Los tifosi lo agradecieron. Lo agradecieron mucho. Si muchos ya se habían dado cuenta de la eficacia de Sainz, ahora ya saben que, con un coche a la altura, puede ser campeón. Ayer se dieron cuenta de que lo que en su momento dijeron Marko, Horner y Tost, de que su ritmo era similar al de Verstappen, no era una lisonja gratuita. Y posiblemente esta sea la razón por la que no está en Red Bull.

A Vasseur, le salió bien la arriesgada jugada, la de permitir la pelea entre sus dos hombres: 27 puntos para el título de Cconstructores, subir a la tercera plaza dejando atrás a Aston Martin, reducir diferencias con Mercedes, aunque sea en menor medida de la que deseaban.

Pudo haberle salido mal y hoy toda Italia se lo recriminaría, no lo entendería. Pueden estar seguros de una cosa, llegado el caso a la inversa, Sainz hubiera jugado por el bien del equipo. Si Leclerc tuviera opciones de título y él menos, posiblemente habría abierto la puerta. Pero no era ni uno ni otro el caso.

Pero para Leclerc, Monza tenía sabor no diré de humillación, pero sí de un cierto fiasco. Y es que la F1, como escribíamos ayer, es el más egoísta e individual de los deportes de equipo.

Y lo que hizo ayer Carlos fue dar un auténtico golpe de puño en la mesa.