Indy: una aventura de dos millones de dólares

Entre la F1 y la Indycar hay diferencias espectaculares. Algo lógico si tenemos en cuenta que se trata de dos filosofías distintas. Mientras en F1 se prima la batalla tecnológica sobre la igualdad y el espectáculo, la Indycar está más cerca del 'show bussines', dejando de lado la batalla tecnológica, limitada ésta a dos motoristas.

Los números están ahí y no admiten réplica. Ayer publicábamos los presupuestos estimados de los equipos de F1 pero muchos se preguntan qué presupuesto manejan los equipos de la Indycar.

La comparación directa no es sencilla. No puede hacerse por equipo sino por coche "porque en Indycar hay equipos de tres y cuatro coches y algunos que sólo alinean uno y esporádicamente un segundo", explica Oriol Servià.

El piloto catalán, afincado en Estados Unidos desde 1998, es decir hace casi 20 años, sabe de lo que habla. Ha estado mucho tiempo dependiendo de si el equipo conseguía o no presupuesto para alinear un coche extra. Esta misma temporada, su decimoquinta entre CART e Indycar, tiene de momento un programa parcial. Por si fuera poco, como ingeniero, ha estado involucrado en la gestión de algunos de los equipos además de haber corrido con los mejores: Newman-Haas, Rahal-Letterman, Penske o Andretti.

"En Indycar, el presupuesto para una temporada varía entre los 6 y los 8 millones de dólares por coche, de los cuales entre 1,5 y 2 son para las 500 Millas", añade Servià. Si contamos dos coches, hablamos de unos 15 millones de dólares –13'75 millones de euros– .

La aventura de Fernando Alonso en la Indy 500 seguramente costará algo más de los 2 millones de dólares de referencia –1'83 millones de euros–. Hay un test privado en marcha, ha habido trabajo en simulador y muchos preparativos extras que un habitual de la categoría y de la prueba no precisa. En cualquier caso, un coste irrisorio para McLaren-Honda que financian la operación, puesto que la repercusión previa ha sido espectacular.

Dicho de otra forma: un equipo puntero de F1 necesita un presupuesto superior a los 500 millones de dólares –458 millones de euros–. Con ese dinero se financian casi tres temporadas completas... ¡de toda la parrilla de Indycar!

Un equipo medio de F1, con un presupuesto sobre los 130-140 millones de dólares, es decir 120 millones de euros, es diez veces superior al que se requiere para un equipo de dos coches en Indycar.

La diferencia estriba en muchos aspectos. Chasis iguales para todos, ningún equipo tiene que hacer desarrollos o evoluciones. La aerodinámica es un pack especial que suministra el motorista; con todo hay algunos ensayos en túnel de viento para estudiar los reglajes. Sólo se pueden elegir motores Honda o Chevrolet. Los neumáticos están asimismo limitados. Y las jornadas de test, también.

Así, un chasis cuesta 345.000 dólares –316.000 euros– y los kits aerodinámicos están entre 150.000 y 200.000 dólares –unos 160.000 euros–. Cada pìloto utiliza tres chasis por temporada. Los motores –cuatro por coche y temporada– están sobre los 2 millones de dólares, diez veces menos que en la F1. Y los equipos tienen mucho menos personal; incluso está limitado el personal en los Pit-stop.

En Estados Unidos, el deporte debe ser negocio. No se puede contar con subvenciones ni apoyos gubernamentales o estatales. Los números salen o son rojos; o se gana dinero o se baja la persiana.  Así que todos tienen interés en establecer unos límites de supervivencia financiera. Reglas que se aceptan con naturalidad. Incluso la NBA tiene topes salariales, lo que en el fondo es un límite presupuestario que todos deben cumplir y acatan.

Después de todo, la mayor parte de patrones de equipos de la actual Indycar son los mismos que en 1979 fundaron la CART, asociación de equipos, que montó su propio campeonato. Pero les faltaba Indianápolis en el calendario y aprovechando la popularidad de su carrera, Tony George montó la IRL, una pequeña serie de seis carreras en óvales.

La IRL pasó por diversas visicitudes financieras. Sus equipos no podían prescindir de las 500 Millas, aunque las reglas eran diferentes. A la postre, la ChampCar –nuevo nombre de la CART– quedó al borde de la quiebra y acabó fusionándose con la IRL –en realidad fue absorbida– en 2007 para dar lugar a la IndyCar.