Ahora soñamos con la 33 de Alonso; hace 20 años soñábamos con la primera española

Hace 20 años los monoplazas de Fórmula 1 sonaban como debían, ensordecedores a su paso. No se hablaba tanto de gestión de neumáticos, carga de la batería, límites de pista, límites de uso de motores, cajas de cambio o centralitas, y es que apenas había límites. No existía el DRS y los adelantamientos, escasos o no, al menos eran de verdad, peleados gracias a la habilidad de pies y manos de cada piloto. Las pretemporadas eran dignas de llamarse como tal, con varias jornadas de test invernales antes del comienzo del campeonato, a las que el aficionado de a pie podía acudir dado que no se realizaban en países lejanos y sin tradición automovilística.

Por entonces casi las únicas dos formas, al menos en España, de seguir por televisión el mundial de Fórmula 1 –o al menos intentarlo– eran tirar de parabólica y verla narrada en un idioma que ni entendías ni hablabas o esperar a que Radio Televisión Española, que por entonces tenía los derechos, tuviese a bien emitir ese Gran Premio. Si la televisión pública decidía emitir un Gran Premio completo, solía hacerlo en La 2, segunda cadena del ente público. Por entonces no consideraban suficientemente importante la Fórmula 1 como para emitirla en su cadena principal. Incluso a veces sólo realizaban conexiones al principio y al final de cada carrera, así que únicamente podías ver la salida y la bandera a cuadros.

Aquel Gran Premio de Hungría de 2003 lo disfruté en una ya vieja, por entonces, televisión Grundig de tubo a través de La 2. Lo hice sentado en el suelo, que solía estar algo más fresquito que el sofá, sobre todo en el caluroso mes de agosto, como suele ser aquí en el Mediterráneo si no dispones de aire acondicionado. Jesús Fraile narraba la acción junto a Pedro Fermín Flores, que le echaba una mano en las labores de comentarista. En algún Gran Premio, pero no en aquel de Hungría, el gran Adrián Campos también colaboraba en la retransmisión aportando su sabiduría, pero ese día andaba por el paddock del Hungaroring.

En Hungría, Fernando Alonso consiguió su segunda Pole Position tras la lograda en Malasia aquella misma temporada, la cual no recuerdo si llegó a ser retransmitida en directo por la televisión española. Como piloto oficial de Renault en su tercer año en F1, acumulaba ya tres podios y dos terceras posiciones en Malasia y Brasil, donde tuvo un escalofriante accidente que le privó de estar en el podio de manera física. También había logrado para entonces, un segundo puesto en España. Hasta entonces en la historia del automovilismo español, únicamente Alfonso de Portago había subido al cajón, logrando con un Ferrari D50 un segundo puesto en Silverstone en 1956.

Al igual que hoy nos preguntamos cuándo va a llegar la 33, por entonces nos preguntábamos cuándo sería posible que llegase 'la primera' y si esta llegaría algún día. Ni siquiera era un sueño. El Hungaroring parecía territorio propicio para ello dadas las cualidades del R23B. Transcurridas diez vueltas de Gran Premio, la ventaja de Alonso sobre Mark Webber era ya de unos 18 segundos, yo ya había consumido mi segundo helado en un intento de mitigar el calor y mi trasero, de estar sentado en el suelo, se me empezaba a poner cuadrado.

Con 21 segundos de ventaja sobre Webber, en la vuelta 13, el piloto asturiano fue el tercer piloto en parar en boxes para cambiar sus neumáticos y repostar combustible, siendo la vuelta 14 la única en la que el piloto de Renault no lideró la carrera.

Siendo sincero, revisado estos días el Gran Premio de Hungría de 2003, más allá de la emoción y nerviosismo que provocaba para un aficionado como yo la que podía ser la primera victoria de un piloto de casa en la Fórmula 1, fue un Gran Premio típico del circuito húngaro, parecido a muchos otros que hemos disfrutado estos últimos años. Más bien aburrido, sin demasiada acción en la pista y con los coches en procesión la mayor parte de las vueltas. Tan sólo un accidente de Rubens Barrichello debido a una rotura de la suspensión trasera izquierda en la vuelta 20, quizá debido al esfuerzo de la frenada en el primer tercio de carrera, fue de lo poco que evitó que diese alguna cabezada. Incidente que ni siquiera provocó la salida del coche de seguridad, otro signo del cambio de los tiempos.

En la vuelta 26, con una ventaja de unos 27 segundos sobre Kimi Räikkönen, Fernando Alonso empezaba a doblar pilotos en pista. El dominio del asturiano para tranquilidad del aficionado español fue bastante aplastante.

La mejor batalla en ese momento fue la lucha por el cuarto lugar, donde Jarno Trulli, compañero de Alonso, tiene a Juan Pablo Montoya justo detrás de él con los hermanos Schumacher acercándose. Sin embargo, un par de vueltas más tarde, en la vuelta 29, Ralf Schumacher adelantó a su hermano Michael para ocupar el sexto lugar. No fue un buen Gran Premio para Michael. En la vuelta siguiente, la 30, Alonso realizó su segunda parada en boxes de la que salió sin perder el liderato frente a Räikkönen, al que seis vueltas más tarde tendría ya a unos 25 segundos por detrás.

En la vuelta 48, el de Oviedo realizó su tercera parada en boxes sin perder el liderato de carrera. Solamente un fallo mecánico parecía poder evitar que llegue 'la primera'. El que esto escribe empezaba a estar nervioso frente aquella vieja Grundig. En la vuelta 56, con todos los principales contendientes habiendo realizado su última parada, el orden era el siguiente: Alonso con 21 segundos de ventaja sobre Räikkönen, seguido de Juan Pablo Montoya, Ralph Schumacher, David Coulthard, Mark Webber, Jarno Trulli y Michael Schumacher, a quien Alonso dobló dos vueltas más tarde, en la 58, lo cual confieso que celebré entusiastamente.

Doce vueltas más tarde, en la 70 aproximadamente, a las 15:44 horas de la tarde de aquel 24 de agosto de 2003, Fernando Alonso Diaz se proclamó ganador del Gran Premio de Hungría 2003 ante los atónitos ojos de quien escribe, que tenía obviamente 20 años menos, otras tantas menos dioptrías y algo más de pelo. Se convirtió entonces en el ganador más joven de la historia de un Gran Premio de Fórmula 1 y cambió entre otras cosas, para siempre la historia de la afición por este deporte en su país.

Tras una larga espera, de décadas, en las que pilotos como Francisco Godia, Juan Jover, Alfonso de Portago, Antonio Creus, Alex Soler-Roig, Emilio de Villota, Emilio Zapico, Adrián Campos, Luis Pérez-Sala, Pedro Martínez De La Rosa y Marc Gené lo intentaron, llegó la tan ansiada victoria de un piloto español en la máxima categoría del automovilismo.

Nada volvió a ser igual. Desde entonces, cada lunes post Gran Premio, cada logro del de Oviedo en esta competición fue portada en la prensa de un país donde normalmente el fútbol era quien copaba las portadas de los diarios deportivos y la sección de deportes de los telediarios, sin importar la edición que fuera. La semilla de algo que sería llamado 'Alonsomania' había sido plantada y empezaba a germinar, para alegría de muchos y con el tiempo, menosprecio de otros.

En los telediarios, el motor empezó a tener cada vez más minutos, ya no sólo cuando ocurría algún desgraciado accidente, triste costumbre que perdura aún hoy. No sólo se hablaba de fútbol los lunes en el bar o en el trabajo. Algo había cambiado.

Parte de aquellos que entonces empezaron a hablar de F1, únicamente lo hicieron mientras Alonso ganaba. Otros, por el contrario, lo hacían, y hacen hoy día, cuando no logra hacerlo. Los primeros enmudecieron con las vacas flacas; los segundos todavía hoy, ladran. Por suerte, muchos tan sólo descubrieron un deporte del que quedaron prendados y, para aquellos que ya hacía años que lo seguían como buenamente podían en un país sin casi tradición automovilística, se les puso un poco más fácil hacerlo dada la avalancha de información que se nos vino encima.

Muchas cosas han cambiado en la Fórmula 1 desde entonces, pero Alonso sigue, 20 años después, teniendo un carisma que otros, con más títulos en el bolsillo, no tendrán ni en sus mejores sueños.

Disfrutemos de él quienes queramos hacerlo mientras podamos porque, en unos años, quizá sólo le podamos ver dando vueltas en un kart en su circuito de La Morgal, algo que para fastidio de algunos –que hace ya tiempo que le enterraron– parece que va a tardar un poco más en llegar.

Saludos.

Javi C.