F1

DAKAR 2017

Cristina Gutiérrez, la reina española del Dakar en coches

Cristina se convierte en la primera piloto española en terminar un Dakar en coches
Acompañada de Pedro López, ha vivido una auténtica odisea con su Mitsubishi Montero
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18 Ene 2017 - 14:04

A sus 25 años, Cristina Gutiérrez está acostumbrada a dejar a la gente con la boca abierta. No resulta extraño si se tiene en cuenta que ejerce como odontóloga, pero tampoco cuando se echa un vistazo a sus éxitos deportivos, un palmarés que tras este Dakar 2017 añade otro logro más: el de ser la primera española en terminar el rally raid más duro del mundo como piloto en coches.

Su consecución llega 30 años después de que Maite Blasco abriera la veda para las mujeres españolas en la categoría de las cuatro ruedas. No consiguió terminar aquel París-Dakar, como tampoco lo hicieron Begoña Kaibel y Susi Cabal a bordo de su Nissan Patrol en el 88. Sí lo consiguió en 2004 como copiloto Monserrat Ruiz, junto a José Manuel Salinero en el equipo de la Guardia Civil. Ahora, Cristina ha escrito una nueva página en los libros de historia.

El 2 de enero de 2016, Cristina colocaba la primera piedra de su logro. Ya pisaba el podio de salida del rally raid más duro del mundo. No lo hacía sola. Junto a ella estaba Pedro López Chaves, su copiloto, con dos Dakares a sus espaldas.

Pero ni siquiera llegar a la salida ha sido fácil. "Es complicado porque se decidió en tres meses", comenta Javier de la Calzada, director de comunicación de Mitsubishi, atendiendo a una llamada de SoyMotor.com.

"Es un proyecto que nace en poquísimo tiempo, porque prácticamente hace tres meses no había absolutamente nada. Y nosotros tampoco lo teníamos presupuestado, pero dado quien es Cristina y el cariño que la tenemos, sacamos de debajo de las piedras un apoyo y a partir de ahí ella pudo costearse esa aventura".

El apoyo de Mitsubishi España y Uremovil, concesionario de la marca de los tres diamantes en su Burgos natal, es fundamental. Dos granitos de arena a la estructura de Cristina y el equipo DKR Raid Service Team. Todos ellos han empujado con uñas… y dientes. La organización no ha puesto trabas. El nombre de Cristina suena cada vez más en el panorama internacional. La FIA le concedió una beca y la Real Federación Española de Automovilismo también respalda a la burgalesa.

"La ASO estaba muy interesada en una participación de una piloto femenina, y si además de por su condición femenina es la persona que deportivamente hablando es sobresaliente resulta perfecta mediáticamente hablando. Está en un programa de la FIA, fue seleccionada para una carrera en Qatar y acabó tercera. Se está empezando a construir un palmarés", explica de la Calzada.

En este Dakar, su montura ha sido un Mitsubishi Montero PROTO ARC, coche que ha estado con Cristina desde hace más de dos años, aunque el vehículo tiene más recorrido. Nos lo desarrolla Beltrán Marco, jefe técnico de ARC, uno de los preparadores del coche.

"Este coche se fabricó en 2006. No obstante, a nivel mecánico, aunque sea un coche de 2006, antes de este Dakar se cambió todo excepto el chasis. Son coches que tienen su edad, con una base muy buena, pero la parte mecánica se va renovando".

El Montero está englobado en la nueva categoría T1.S: "Este año hay una novedad, que es una categoría T1.S, que es un vehículo prototipo, pero la parte mecánica sigue siendo de serie", destaca Marco.

"Es un vehículo en el que la parte de carrocería y chasis es prototipo, pero el motor, cambio, diferenciales, freno y todo lo demás, deriva del coche de serie. Es un mixto", destaca sobre el Mitsubishi, que monta un motor diésel, turbo, de cuatro cilindros y 3.200 centímetros cúbicos que entrega 220 caballos de potencia.

Cristina e Isidre Esteve, quien vuelve al Dakar también bajo el paraguas de DKR Raid Service, han sido los dos únicos Mitsubishi presentes en el Dakar, carrera que antaño fue coto de caza privado de la marca japonesa. Y ambos han llegado a la meta.

 

 

Conseguirlo no ha sido fácil. La edición de 2017 puede considerarse como una de las más duras, si no la que más, de todos los Dakares disputados en Sudamérica. Marc Coma lo avisó antes de arrancar, y para asegurarse de que nadie olvidaba esta odisea preparó concienzudamente un recorrido de más de 9.000 kilómetros plagados de trampas en Paraguay, Bolivia y Argentina. Lleno de dunas, caminos rotos, trampas de navegación, y con un conocido invitado: las inclemencias del tiempo, que han castigado a la caravana este año como pocas veces.

La lluvia ha sido la gran protagonista del rally. Y, con ella, el barro, aquel que complicó la vida sobremanera a nuestros protagonistas en los primeros compases. Nos situamos en la segunda etapa, entre Resistencia y San Miguel de Tucumán. Cristina sale en la posición 58 de los coches, pero pronto el barro les hace bajar el ritmo y, en consecuencia, quedar rezagados en la caravana. Una densa pasta se forma en el radiador de su Mitsubishi, obligándoles a parar cada pocos kilómetros para limpiarlo, echar agua y refrigerar el motor hirviendo del Montero.

La temperatura en la cabina no es mucho más agradable, pues tienen que desconectar el aire acondicionado para dar un respiro al coche. Esa lentitud hace que se les echen encima los camiones para añadir sal a la herida. Un ‘elefante del desierto’ intenta adelantarlos, Cristina se aparta y golpea un poste. Chapa y pintura para el Mitsubishi, una herida más profunda para su orgullo.

Desde el segundo día, Cristina tendrá que lidiar con las roderas de los camiones, que dejan la pista completamente rota. Tanto que acaban por pararse, no porque quieran, sino porque las ruedas del coche ya no tocan el suelo. Están empanzados de tal manera que tienen que pedir ayuda a varios camiones para salir.

"La etapa ha sido brutal. Hemos tenido que abrirnos paso entre la maleza porque la pista estaba destruida. Hemos tardado cuatro horas en recorrer 40 kilómetros", esas son las palabras de Cristina tras 17 horas al volante. Han llegado exhaustos, con arena hasta en los empastes, pero han llegado.

Cuarta etapa y la inteligencia entra en juego. Deciden acatar una sanción de 12 horas para ahorrarse un cordón de dunas que, a sus aspiraciones, no va a hacer ningún favor. El objetivo es llegar a Buenos Aires. Día superado, trampa esquivada.

Pero el Dakar es una carrera que muerde, y pocos pueden escapar a sus dentelladas. La quinta etapa es un suplicio: siete horas y media para recorrer 219 kilómetros cronometrados. Un fallo en la maza del embrague del coche dificulta las cosas.

Beltrán explica lo sucedido: "El problema de la maza ocurrió porque el día anterior hubo mucho barro en la pista, mucha agua, y creemos que ahí entró algo que hizo que la maza no trabajara correctamente y se fue dañando. Creemos que fue una cosa muy progresiva. Al empezar notar algo, Cristina aflojó el ritmo y completó la etapa a un ritmo más bajo". Después de 17 horas conduciendo, terminan la etapa.

Tras la cancelación de la sexta etapa, ponen rumbo a La Paz. Allí disfrutarán de dos días de descanso, un reposo merecido para pilotos y máquinas. El equipo de asistencia se afana por poner a punto los Montero de Isidre Esteve y de Cristina Gutiérrez. Las dos próximas jornadas serán ‘maratón’, y  no podrán recibir asistencia técnica en el campamento de Uyuni.

En esos dos días, el Mitsubishi se comporta de manera "perfecta", según Cristina, aunque una raja en el colector del escape vuelve a poner en jaque su carrera. "Un 'silentblock' se fue un poquito y eso hizo que el movimiento del escape fuera mayor de la cuenta, así que unos tornillos del colector del escape se aflojaron", explica Beltrán. La etapa ha sido una odisea.

 

 

Ni vistos en aquella situación perdieron los nervios. Fortaleza mental y cabeza bien amueblada son dos conceptos que definen a Cristina, según Javier de la Calzada: "Tiene una fuerza mental espectacular, y eso le ha hecho sobreponerse a etapas complicadísimas, a etapas durísimas en las que supongo que el aspecto psicológico habrá sido importantísimo".

"No solamente ha sabido superar problemas técnicos, sino que le ha dado tiempo, entre comillas, a ayudar a otros coches, como en el caso del otro Montero de Isidre Esteve".

El incidente del colector tiene lugar durante el enlace a la ciudad de Salta, el día en que un derrumbamiento en la carretera 9 bloquea a parte de la caravana en el enlace que los lleva desde la meta de la especial de la octava etapa hasta el campamento.

La organización establece un recorrido alternativo, pero algunos vehículos de asistencia y de soporte no pueden transitar por él. Tiene que arrancar la especial del día siguiente y mucha gente todavía no ha llegado al campamento de Salta, por lo que Marc Coma, junto con la organización, se ve obligado a suspender la novena etapa, entre Salta y Chilecito. El plan es reunir a toda la caravana en Chilecito y continuar desde ahí.

Para el Dakar este revés supone un breve alto en el camino; para los locales, las lluvias lo paralizan todo. El gobernador de la provincia de Jujuy declara la zona de desastre y emergencia. Se trata de una región con una geografía complicada: el lugar está enclavado en un valle por medio del que discurre el Río Grande. Cuando este se desborda, no hay nada que hacer.

Dos personas han fallecido y cientos de lugareños han tenido que ser evacuados. Volcán, Bárcena y Tumbaya son las poblaciones más afectadas en el que es el tercer alud en la zona y el peor en 40 años.

El ambiente dentro de la caravana es de solidaridad y apoyo con la provincia de Jujuy, pero el rally ha de continuar. Llegan las tres últimas etapas, duras y extenuantes, con enlaces interminables, pero con la meta cada vez más cerca.

Y así, amanece el día 14 de enero de 2017 en la ciudad de Rio Cuarto, provincia de Córdoba. La carrocería del Mitsubishi Montero número 360 de Cristina y Pedro empieza a brillar con la salida de los primeros rayos de sol. Embarcaron a finales de noviembre en Le Havre -Francia-, iniciaron la competición el dos de enero tras una calurosa bienvenida en Asunción -capital de Paraguay-, y después de 12 días, el coche arrancará por última vez en este rally.

Ya no hay trampas, la organización es benevolente tras semanas de duro sufrimiento y prepara una última etapa en la que el único objetivo es disfrutar. Por delante, caminos de rallye y, tras 64 kilómetros, el ansiado control de llegada.  

Pedro López, su copiloto, no puede contenerse y se deja llevar por la euforia cuando cruzan la meta de la especial. Golpea con rabia el salpicadero, se baja saltando de alegría y, de nuevo, desahoga toda su tensión y euforia con el capó del Montero que los ha llevado hasta ahí.

Y Cristina, con el temple y cabeza fría que han marcado todo su rallye, se baja, sonriente, satisfecha con el trabajo bien hecho y con el reto conseguido. Y se limita a decir con voz de alivio: "Por fin, ha costado, pero hemos llegado". "Estoy abrumada".

Han llegado en la posición 44 de la general y en la sexta de su categoría, pero, como afirma Javier de la Calzada, se ha cumplido el propósito principal: "El objetivo, mucho más allá de la clasificación por categorías, era acabar el Dakar, cruzar la meta, y eso se ha conseguido. Independientemente de acabar tercero, cuarto o quinto de TS, eso nos da absolutamente igual".

Beltrán Marco también se enorgullece del logro de Cristina: "Realmente, el mérito está ahí. Sabía que ella podía, pero aunque sepas que el piloto puede, a veces las circunstancias te obligan a abandonar, porque pasan mil cosas. Ha luchado mucho y ha salido todo bien".

Ya en el podio de Buenos Aires, todo son sonrisas, abrazos, felicitaciones. Reciben su condecoración de 'finisher', pero la mente ya puesta en los próximos objetivos. Es demasiado tarde, a Cristina le ha picado "gusanillo" del Dakar, y ahora quiere más. El mundial de rallyes todo terreno y el Dakar están en su punto de mira. "Hacerme un hueco en esta carrera sería espectacular", señala. Está en el camino.

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