Muere Kenjiro Shinozuka, nos dejó la sonrisa del Dakar

‘Shino’, como le llamaban, irradiaba siempre buen humor. Reía en los mejores momentos y también en los peores; su buen amor era contagioso. Todo un símbolo en Japón: primer y único japonés en ganar una Rally del Mundial, primer japonés en ganar el Dakar.

Kenjiro forma parte de los grandes dakarianos, los de verdad, los africanos. Aquellos para los cuales la prueba era mucho más que una carrera, un desafío personal y una razón de humanidad.

Dejo claros estos dos factores en el Dakar. El segundo, financiando personalmente una escuela para niños en Dakar. El primero fue justo hace 30 años, en 1994. Y no fue una victoria, sino la demostración de la voluntad que él y todo el equipo Mitsubishi tuvieron en aceptar el reto de superar el recorrido imposible entra Atar y Nouadhibou, un mar de dunas que sólo Mitsubishi superó, para acabar al recorrido fuera de tiempo… mientras que la organización detenía a todos los demás participantes a media etapa y anular la misma. Esta fue y posiblemente será la etapa más dantesca del Dakar. No sería hasta 1997 cuando Shinozuka ganaría por fin el Dakar.

Shinozuka era suficientemente rápido para el Dakar. Quizás no tanto para el Mundial de Rallies. Sus dos victorias se produjeron precisamente en el Rally Bandama –1991 y 1992–, en Costa de Marfil, hoy olvidado pero tanto o más duro que el Safari… y que las marcas obviaban si los títulos estaban ya decididos.

Shinozuka posiblemente no pensó en su juventud llegar a todo esto. Era vendedor y a la vez mecánico en una concesión de Mitsubishi. Aficionado a los rallies, piloto amateur. Fue em importador francés de la marca, Sonauto, quien llevó a Mitsubishi al Dakar para promover el Pajero, llamado aquí montero para evitar el chistecito fácil. Cuando Ralliart tomo cartas en el asunto, era obvio que querían un japonés en el equipo y fue el elegido. Piloto y mecánico, dos facetas que en el Dakar deben complementarse, especialmente en aquella época, la de los Dakar africanos.

Fiel a Mitsubishi hasta que la marca decidió retirarse de los rallies raids, al pasar el Dakar a Sudamérica. Pero su pasión por la competición era tal que no dudó en cambiar a Nissan, un cambio casi impensable en un mundo como el japonés donde las lealtades eran casi de por vida.

Con Nissan sufrió un grave accidente en 2003, se temió por su vida, estuvo varios días en coma. Pero volvió. No quería saber ya nada del Dakar de ASO, sino del nuevo ‘Dakar’, la Africa Eco Race que organizaba el que fuera uno de sus grandes rivales, Jean Louis Schlesser. Por sus 70 años ‘se regaló’ el disputar la prueba, su última carrera. Fue en 2018.

El pasado año ‘reapareción’ en el mundo de los rallies. Fue invitado por el Rally de Japon a conducir uno de los coches ‘Cero’ junto a Michele Mouton y allí pudo volver a saludar a Juha Kankkunen.

Este lunes nos ha dejado. Seguro que su alma esté en estos momentos entre Malí y Mauritania, surfeando entras las dunas.

O quizás esté en Yoff, un barrio periférico de Dalar, en la penísuma de Cabo Verde, que le nombró hijo adoptivo en 2002, después de inaugurar la escuela primaria que financió con sus fondos personales y de lo recogido vendiendo productos relacionados con sus participaciones en el Dakar.