Red Bull y la fábrica de pruebas

Los comisarios, por ello, no hicieron comentarios sobre la carta recibida ni sobre esas posibles pruebas. Pero sí que hicieron patente su preocupación por la maniobra de Red Bull.

"Los comisarios quieren mostrar una cierta preocupación por algunas acusaciones contenidas en la carta que acompaña a las pruebas que podrían haber sido relevantes o no si la petición de revisión se hubiera atendido. Como esta demanda se ha rechazado, no son necesarias otras explicaciones", señalan los comisarios en su acta.

El tema está en que Red Bull no ha presentado pruebas nuevas, no las ha encontrado, sino que las ha fabricado con la intención de demostrar que Hamilton hizo una maniobra voluntaria, peligrosa y claramente antideportiva, que respalda las tesis del equipo austríaco.

Red Bull no ha escatimado medios para ello según filtraciones. Sergio Pérez ha trabajado en el simulador con los datos del incidente y, sobre todo, al poner en pista a Alexander Albon con un Red Bull de hace dos años para rodar en Silverstone el pasado jueves, después de que el equipo hubiera participado en días anteriores en un test para Pirelli.

La idea era recrear las trayectorias de Lewis y de Max en el accidente y, sobre todo, comparar los datos de Lewis en el momento del incidente con los de la vuelta 50, cuando Hamilton superó a Charles Leclerc y lo hizo entrando en Copse a menor velocidad.

Red Bull pensaba con ello demostrar que Hamilton no levantó el pie lo suficiente para evitar el contacto, que sólo lo hizo en el último momento y que habría tenido que hacerlo mucho antes para poder negociar Copse. En otras palabras, que Lewis se llevó por delante a Verstappen porque no podía trazar la curva, razón por la que el Mercedes no estaba cerca del vértice y quizás tenía subviraje.

Oficialmente era un filming day o un test privado que al ser con un coche de 2019 no estaba limitado a los 100 kilómetros de los filming day normales. De esta forma, pudieron repetir las tomas de datos las veces que necesitaran.

Para los comisarios, la evidencia de Albon no puede retenerse en ningún caso. No sólo el coche de 2019 es bastante diferente del de 2021 y además, se usaron neumáticos de demostración y no los de competición y aún hubieran podido considerar que Albon por el momento no ha demostrado ser tan rápido como Max o Lewis.

Mercedes tenía preparada su contraprueba, con los datos originales del GPS del coche de Verstappen, que demostraban que Max entró un kilómetro/hora más rápido de lo que lo había hecho en clasificación, pese a llevar unos 100 kilos más de peso.

Aunque no ha habido comentarios sobre ello, está claro que ello le habría impedido seguir una trayectoria por fuera –como hizo Leclerc– y necesitó ir a por el vértice, cortando la trayectoria de Hamilton.

Estaba claro que ambos sabían que se lo jugaban todo en Copse. Max tenía quizás un coche con mejor ritmo, pero de menos punta. Si salía delante en Copse, podía poner unos metros de ventaja que a Lewis le habría sido difícil remontar.

Por el contrario, su menor punto sería un hándicap que posiblemente le habría impedido adelantar a Hamilton si éste salía delante en Copse. Las posiciones de Lewis eran precisamente las contrarias: necesitaba salir delante en Copse para mantener a raya a su rival.

Quizás ahora se comprenda mejor la razón por la que los comisarios no dieron toda la culpa, sino un porcentaje mayor de culpa a Lewis. Por más que Max diga que no lo comprende.

Y está claro que la dinámica de fabricar evidencias es un precedente peligroso para la Fórmula 1… más propia de películas de espías, servicios secretos, policías corruptos o delicuentes.

En cualquier caso, la broma habrá costado un pastón a Red Bull, a añadir al 1.800.000 euros en los que se estima que costará reponer el coche de Max.

Todo ello deja patente que en el clan austríaco hay una obsesión-presión por desbancar a Mercedes y Hamilton este año… y casi todo vale.