¿Pero de verdad estamos ante un 'New Deal' en la F1?

Me temo que la F1 está adoptando esta táctica, más parecida a la del avestruz que otra cosa. El famoso ‘techo presupuestario’ me sigue pareciendo simple maquillaje cosmético, eso que en Italia llaman ‘truco’ y que aquí la palabra tiene otro significado. Ni siquiera el descenso de los 175 millones de dólares del techo inicial a 145 en la última versión –que serán 135 en 2023–.

El maquillaje cosmético, la rehabilitación visual y externa puede no ser suficiente si la estructura está dañada. Sobre todo si los daños son de entidad y requieren nuevas vigas, nuevos cimientos y un techo nuevo, no el cambio de unas cuantas tejas o poner un parche de tela asfáltica.

Ni el techo presupuestario ni el ‘hándicap aerodinámico’ –que va directamente en contra de la idea de F1 y de cualquier categoría–, ni el hecho de que los equipos grandes tengan una ‘desgravación’ por las piezas que venden a los pequeños, solucionan los problemas de la F1. Simplememnte los enmascaran. Quizás sirvan para que la brecha entre ‘primera’ y ‘segunda’ no sea tan tremenda, pero todo seguirá igual.

Para los equipos pequeños alcanzar el techo presupuestario significa en la mayor parte de casos gastar más; con suerte, gastar lo mismo. Aparentemente algunos están muy cerca o ligeramente por encima, pero si descontamos lo que gastan en aquellas partidas que no se tienen en cuenta para el cálculo del techo, están muy lejos de la cifra. Así que el poder disponer de más horas de túnel de viento, por ejemplo, sirve de poco si no tienes dinero para pagarlas.

La posición de Zak Brown de un techo presupuestario de 100 millones era más realista para solucionar los problemas de fondo de la F1… y aún era algo elevada. Posiblemente con 70 millones la cosa podría hacerse, ¡y es el doble casi de lo que se pidió a los nuevos equipos –Manor, Caterham, HRT– hace poco más de una década.

Pero en la F1 hay demasiadas partes implicadas en el juego: FIA, Liberty, promotores de los circuitos, equipos y grandes fabricantes. Y al final los consensos acaban complicando tanto las cosas que la eficacia de los cambios se diluye, difumina, pierde. Todos quieren pagar menos, pero mantener el nivel.

Hay un problema claro en la F1. El primero, de gobernanza. Y el segundo, de pánico a los cambios, una razón por la cual el espíritu del ‘most expensive, better’, sigue impregnándolo todo, aunque haya sido rebajado.

En la F1 se están acercando al peligroso punto de no retorno y quizás deben recurrir al ‘borrón y cuenta nueva’.