Reflexión en voz alta: ¿hasta cuándo seguirá Mercedes en F1?

Una reflexión a la que no son ajenos dos hechos que se producirán casi de forma inmediata: la entrada de Mercedes en la Fórmula E este año y la 'jubilación' de Dieter Zetsche, al que sustituirá Ola Källenius.

Una reflexión que llega apenas cuatro días después de que Dieter Zetsche celebrara alborozado junto a Lewis Hamilton y Valtteri Bottas el nuevo doblete de Mercedes. El dominio de la marca de la estrella en la Fórmula 1 es brutal y posiblemente Zetsche pensaría en el podio que Toto Wolff le ofrecían el mejor regalo de despedida, no ya por la victoria en sí, sino por señalarle como autor moral o inspirador de las mismas. También que iba a dejarle a su sucesor un legado imposible de superar… y quizás que le obligue a la continuidad.

Es cierto que Zetsche afirmó en Barcelona que no van a priorizar la Fórmula E sobre la Fórmula 1, pero abandonó una cautividad clave de Mercedes, el DTM, por la Fórmula E. También habló de la presencia a largo plazo en ambas disciplinas… aunque de forma no tan velada dejó claro que todo dependerá de la evolución del negocio del automóvil y la competición.

Ante esta gran transformación prevista por Mercedes o el Grupo Daimler como empresa –recordemos que esta misma semana Smart, marca del grupo, ha producido ya su último coche con motor convencional o térmico– parece evidente que la F1 puede dejar de ser un instrumento útil tanto desde el punto de vista tecnológico como de marketing.

Pero en realidad, la reflexión va mucho más allá de lo que decida Mercedes. Lo que está en el aire es la transformación que debe sufrir la F1 para mantenerse como una disciplina de élite pero a la vez tremendamente popular, ganar en espectacularidad y sobre todo seguir siendo la avanzadilla tecnológica de la automoción.

¿Eléctrica, híbrida o a Hidrógeno? La decisión sobre la tecnología de futuro de la F1 no es fácil. No, por cuanto en estos momentos lo urgente, las reglas del 2021-2025 tienen que acabar de consensuarse. Y sobre no porque el futuro de la automoción está asimismo en entredicho. No nos referimos solamente al cambio tecnológico por exigencias medioambientales, sino también por el cambio de hábitos de los automovilistas. Todos los grandes grupos están invirtiendo en servicios de movilidad: car-sharing, etc. hasta la revolución anunciada y prevista del coche autónomo.

Evidentemente se avecina una época de transición. De automóvil, del deporte del automóvil y la competencia a la que se enfrenta. Y ésta no es otros deportes, sino otras actividades y muy especialmente el e-automovilismo o e-sport, es decir las competiciones virtuales, que apasiones cada vez más a los jóvenes.

En realidad lo importante no es si Mercedes ha puesto fecha de caducidad a su implicación en la F1 o no, sino saber si la F1 cambiara en el sentido de seguir siendo lo suficientemente atractiva para 'fidelizar' a los actuales actores y tratar de captar nuevos. Y no nos referimos sólo a marcas, TV o circuitos…. sino a los aficionados. En el fondo, los espectáculos y en cierta forma los deportes profesionales sólo tienen sentido si despiertan pasión, si mantienen una gran base de seguidores.

En el fondo, lo que le sucede a la F1 es la crisis de las nuevas tecnologías, esas que están revolucionado lo que hasta hace poco considerábamos inmutable. Es la crisis que vive la prensa 'de papel' frente a la competencia de la prensa digital y ambas ante la presión de la inmediatez que buscan las redes sociales. O la irrupción de Uber y Cabiffy como alternativas para los desplazamientos urbanos. O las líneas aéreas 'low cost' frente a las compañías denominadas 'de bandera'. O e e-comerce frente al comercio de proximidad…. e incluso las grandes superficies. En definitiva a un mundo que cambia cada vez más deprisa.