Fernando Alonso, un adiós no deseado

Cierto, es el asturiano quien ha tomado la decisión. Pero no creo que haya sido una decisión deseada, sino fruto de unas circunstancias frente a las cuales poco puede hacer. Ha llegado a la conclusión de que, a corto o medio plazo, la F1 no va a darle lo que desea, quiere y necesita: no podrá disponer de coche no ya ganador, sino al menos competitivo, capaz de luchar por posiciones protagonistas. Los grandes equipos, por unos motivos u otros, se han inclinado por otras opciones y Fernando ha preferido la salida, harto de hacer 'la carrera de su vida' para no obtener recompensa en casi ninguna de ellas.

Se pone un punto –está por ver si es final o seguido, porque con Fernando hay que hacer valer aquello de 'no digas nunca jamás'– a una historia inacabada. Por eso, esta salida de Alonso tras cuatro años de sufrimiento deportivo en McLaren, es absolutamente comprensible.

A sus seguidores, y a buena parte de los aficionados, les choca que el que consideran uno de los mejores pilotos de la parrilla –para muchos el mejor–, incluso uno de los mejores de la historia, no encuentra un lugar a la altura de su talento, de sus dotes al volante, de las pasiones que levanta.

Son muchos los que no entienden cómo se ha llegado a esta situación. Creen, no sin razón, que la F1 no puede ni debe permitirse que un talento como Fernando diga adiós, máxime cuando está –así lo afirma él mismo– en su mejor momento. Mucho menos cuando en la F1 todos admiten que es una gran pérdida, que debería quedarse… Pero los mismos jefes que lo dicen –los de los equipos grandes– no le abren la puerta. Prefieren no contar con él mientras no sea imprescindible; es decir, salvo que necesiten un milagro para enderezar una trayectoria en horas bajas.  

Puestas así las cosas, el problema que ha llevado a Fernando a tomar la salida del paddock no está en la pista, sino que hay que buscarlo fuera de ella.

Aquel 'Nano' que quería derrotar a Michael Schumacher, ser campeón con Schumi en pista porque el primer título sin el Káiser perdería valor, parecía abocado a conseguir los mismos logros que el grande, recordado y añorado Michael. Ya entonces, sus dos títulos, los de 2005 y 2006, se pelearon, lucharon y ganaron con inteligencia al volante de dos Renault que quizás no eran el mejor coche.

Durante estos días, en SoyMotor.com nos hemos hecho eco de la serie de reportajes que Andrew Benson, de la BBC, ha escrito sobre la carrera de Alonso en Fórmula 1, que aportan una perspectiva más para comprender un tema sobre el que tanto hemos pensado y trabajado.

Probablemente todo empezó a torcerse en 2007, cuando Alonso recaló en Woking, en uno de ellos equipos más grandes de la historia de la F1. Un salto gestado a finales del 2005, en una pequeña conversación en el podio del GP de Brasil, el mismo día que asturiano se proclamaba campeón del mundo por primera vez.

En 2007, Fernando entró en otro mundo. De estar en un equipo donde el jefe de equipo no dejaba de ser un empleado de la marca y además su mánager, un equipo configurado a su alrededor, a otro equipo donde el jefe era uno de los dueños, donde no sólo temían el enfrentamiento entre sus dos pilotos, sino que lo consideraban positivo, donde el piloto era un empleado de elite y donde encontró un compañero novato, pero formado en la casa, más joven y tanto o más ambicioso.

Alonso y su entorno no lograron gestionar bien la situación. Detalles que quizás no hubieran sido importantes aisladamente, pero que acabaron por configurar un panorama infranqueable. Posiblemente, en aquel momento de su vida necesitaba que todo girase a su alrededor, y McLaren no estuvo por la labor. Luca di Montezemolo sostiene que la gran diferencia entre Michael Schumacher y Fernando Alonso estribaba en que, incluso en los peores momentos, Michael estaba siempre muy cerca del equipo, y Fernando parecía más concentrado en sí mismo que en el ambiente del equipo, sobre el que, a partir de un determinado momento, empezó a tener dudas en cuanto a su competitividad.

Aquel 2007 comenzó en Australia, cuando Hamilton se colocó segundo, por delante de Fernando y en los repostajes McLaren invirtió la situación, pero la alegría de los hombres del equipo por el podio del debutante no sentó bien al entorno del asturiano. Siguió en Malasia, donde algunos en McLaren no vieron con buenos ojos que el clan Alonso pasara mucho tiempo en el hospitality de su antiguo equipo, Renault. Y un ambiente enrarecido in crescendo, alcanzando un cénit en Mónaco, donde Alonso pidió repetidamente por radio, que pararan el ataque final fratricida de Lewis.

Un escenario en el que el padre de Hamilton, Anthony, se movió mejor entre bastidores –contando además con el conocimiento de la casa y la complicidad de una prensa británica que buscaba su nuevo campeón–, mientras que Alonso llevó parte de la batalla de forma extrema, a través de mensajes en la prensa. Cosa que también disgustó mucho en Ferrari.

FOTOS: La carrera de Alonso en la F1 en 16 fotos

Todo estalló en Hungría, cuando tras la clasificación, Fernando –que se sentía engañado por Dennis– tuvo una penalización por haber impedido a Lewis efectuar un último intento en busca de la pole, por la sencilla táctica de mantenerse detenido en el box, hasta que no dio tiempo a Hamilton de realizar un nuevo intento.

El enfrentamiento con Dennis fue brutal. Fue uno de los sábados más tensos y largos que he vivido en un paddock y que culminó con la confesión de Dennis a la FIA de que habían espiado a Ferrari. Fue el intento de defensa de Dennis ante las amenazas de Alonso de explicarlo todo a la FIA… que le confirmó Bernie Ecclestone.

Aquello acabó costando muchísimo dinero. No fueron los 88 millones de euros que recibieron de multa, pero entre la propia multa con descuento y las pérdidas de premios por parte de la FOM –se excluyó a McLaren del Campeonato–, no estuvo tan lejos. Esto fue uno de los detonantes que terminaron por provocar que Mercedes decidiera dejar McLaren –tenía un 40% de las acciones, era el primer accionista, pero no tenía poder de decisión y le negaron la posibilidad de llevar su cuota accionarial más allá del 50%, es decir, tener esa mayoría decisoria– y posiblemente el rechazo de la marca de la estrella a tener a Fernando en sus filas en el futuro. Es un misterio la razón por la que Fernando acabó la temporada con McLaren, pero Benson sostiene que Mosley lo pidió… Puede que para limitar las repercusiones del escándalo. Y pese a esta situación, Alonso rozó el título en la última carrera. Y no sólo eso: según fuentes muy cercanas al piloto, hubo una llamada de Ron Dennis a Fernando al final de la temporada, en la que le planteaba la posibilidad de olvidar todo lo ocurrido y empezar de cero en 2008. McLaren quería a Fernando por encima de su propio orgullo.

Ahí comenzó la travesía de desierto para ambos, McLaren y Alonso. Los primeros ganarían, en parte por inercia, el título de 2008, mientras Fernando volvió a casa, a Renault, donde se sentía seguro y querido… aunque el equipo ya era muy distinto al que dejó: Enstone había entrado en descomposición.

Por eso me sorprendió su retorno con McLaren y Dennis. Ron declaró a Benson que Alonso había cambiado, había madurado. Siempre pensé que para ambos se trataba de la única salida posible; apoyarse para intentar volver a lo más alto con el empuje financiero –y previsiblemente técnico– de Honda. Los nipones tenían fama de grandes motoristas y McLaren dejaría de ser así cliente. Necesitaban un piloto de primera línea y el mejor disponible era Fernando. Un Fernando desencantado de Ferrari, tras un 2014 en el que no pudo lograr ninguna victoria: la Scuderia había subestimado los trabajos de Mercedes en su motor híbrido.

En realidad, a Fernando parece que no le quedaba otra salida. Sus dudas y desencanto con el equipo, que había encadenado errores clamorosos, acabaron por llevarle a la decisión de abandonar el equipo de los sueños de cualquier piloto. Incluso la Scuderia se persuadió de que Alonso había perdido la fe y la ilusión en ellos y se plantearon una alternativa: cuando supieron que Vettel estaba dispuesto a fichar por ellos, decidieron preparar el terreno por si Fernando decidía finalmente marcharse. En Maranello no podían permitirse el lujo de quedarse sin un piloto de primera fila… el resto es historia.

Visto como ha ido todo, no puedo sin embargo recordar recientes palabras de Lewis Hamilton: "Fernando tuvo un error en 2014. Pensó que tenía la llave del mercado".

Claro que McLaren era aún un gran equipo y tenía un asiento libre. Y Fernando era la única estrella libre del mercado. Y se llevó con él a una figura como Andrea Stella. Respecto al vínculo con McLaren, sus intereses, sus necesidades confluyeron y eran más poderosas que ninguna rencilla por lo sucedido en el ya lejano –especialmente en el mundo de la F1– 2007.

La experiencia dice que para ser campeón hay que estar en el lugar adecuado y en el momento oportuno. Ambas características se dieron en 2005 y 2006, en Renault, pero ya no se han vuelto a dar. En Ferrari no fue el momento oportuno y con McLaren, ni el momento ni el lugar. Claro que eso es muy fácil decirlo a toro pasado. Y Alonso, casi convencido de que no volverá a darse la conjución favorable de estrellas en la F1. En última instancia, forzó en cierta forma la marcha de Honda y McLaren pactó con Renault, lo que suponía volver a ese estatus de cliente que tampoco ha dado resultado… por mucho trabajo y empeño que le pongan.

A Alonso le queda no el consuelo, sino la incomparable satisfacción de haber conseguido la conjunción en dos ocasiones… ¡y con Michael en pista! Eso hará que se le recuerde en la historia por ser uno de los más grandes y nadie podrá quitárselo.

Fernando es protagonista. Y la F1 actual quiere tenerlo, quisiera que continuase… pero su papel no podría pasar por el momento de secundario de lujo, a mayor realce de las estrellas. Y ese es un papel que quien se sabe campeón no está dispuesto a asumir.

Por lo tanto, es mejor pensar en disfrutar de su pasión: correr y aceptar nuevos desafíos. Ser el mejor de la historia por palmarés en la F1 ya queda fuera de su alcance… por eso quiere ser el más versátil del mundo, brillando también en otras categorías en la que los pilotos de F1 no han osado aventurarse. Lograr la Triple Corona o el triple campeonato pueden ser desafíos asumibles y alcanzables.