Héroes de un Dios de la velocidad menor

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José M. Zapico
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23 Ene 2017 - 12:27

La actriz y guionista de Hollywood Mae West decía que si lo hacías bien, podría ser que tuvieras la suerte de vivir no una, sino hasta dos vidas. No es que Andrés Herrera lo hiciera bien ni mal, sino que le salió mal pero a cambio va a vivir dos vidas: la de antes, y la de después. En la de antes, su primera vida, supo que quería vivir pringado de grasa hasta los codos desde que se subió por primera vez a un kart. Desde muy niño asoció su vida a la gasolina, trasteando en el taller de coches de su padre, con apenas 14 años ya ejercía de mecánico para otros en las pistas, y desde entonces solo se ha separado de su pasión durante cuarenta y cinco días. Cuando aún no tenía ni espinillas empezó a rodar en el circuito de karting de Torrejón de Ardoz, Madrid. A cambio de ir apañando motores a otros críos le iban dando gasolina, ruedas, sprays para la cadena, piezas… Ese fue su primer empleo, cuyo beneficio iba íntegro a poder rodar.

Al padre de Marcos de Diego, una joven promesa de la especialidad, le gustaron sus formas suaves y la manera de trabajar de aquel canijo rizoso, y le dijo "¿te vienes con nosotros a correr el catalán?". Y la sonrisa más grande del mundo reflejó su felicidad instantánea a modo de respuesta. Ahí le pagaban hasta dinero, y aquellas 15.000 pesetas por prueba, unos 90 euros de 1999, le parecían directamente una fortuna. Cada fin de semana de carreras le recogían en la furgoneta, subían a la Costa Este, corrían, y se volvían el domingo por la tarde a casa. Ganaron el campeonato y el padre del piloto le buscó curro en Meycom, equipo señero y referente en la velocidad durante décadas en España.

Carlos Sainz sacó de sus instalaciones el Seat Panda con el que empezó su carrera deportiva, Pedro de la Rosa hizo con ellos la Fórmula Fiat o reputados técnicos que acabaron en la Fórmula 1 trabajaron allí. Lucas Camacho, el jefe de Meycom, aceptó a Andrés rápidamente y tras lavar cientos de ruedas, le dio una misión muy especial: "Vas a participar en el cambio de neumáticos". Los gestores de la categoría decidieron que tenían que añadir algo de salsa en las pruebas e introdujeron la parada obligatoria para sustituir al menos dos neumáticos. Cada equipo elegía si eran los de atrás, las del exterior, o las que les pareciera oportuno.

Tras muchos ensayos en la 'factoría' de Paracuellos del Jarama, se dieron cuenta de que aquello era peligroso. Nunca se había hecho en ninguna categoría española, no había experiencia y la única referencia que tenían eran las paradas de Fórmula 1 que veían una y otra vez en vídeos. "No teníamos ni idea, así que si ellos lo hacían así, es porque era la mejor manera de hacerlo". Andrés le echó lo que hasta entonces nadie tuvo que poner, y se le asignó el papel de hombre del gato delantero tras otra lapidaria frase de Camacho: "Vas a ser el colgao que se ponga delante". No se llevó pocos sustos, y la cosa fue aún a peor cuando en 2002 la categoría creció con el motor V6, superiores velocidades y el tamaño de F1 que sustituyó al-cuasi-F3 que era aquel Coloni-Nissan. "No veas el cague que te entraba cuando lo veías aparecer por el inicio del pit-lane. Sabias que venía hacia ti y tenías que confiar que el piloto frenara. Si no, ¡el freno era yo!". De aquella época Andrés guarda en su casa, como si fuera un trofeo, aquel gato que subía y bajaba aquellos coches. 

Si Andrés Herrera ha podido vivir dos vidas es porque hubo un ecuador, una bisagra que partiese en dos la que traía asignada por defecto. El gozne cedió un 4 de noviembre de 2006. Volvía casa con su cuñado. Era un día lluvioso y perdió el control del Mitsubishi Lancer edición especial que lo tenia enamorado. El coche derrapó de atrás y se bandeó varias veces. Esquivó a uno que venía de frente, luego a otro, pero ya no pudo apartarse de la trayectoria del tercero. El impacto fue brutal, el vehículo se despedazó, perdió la parte de debajo. El mecánico cuenta con desparpajo "mi cuñado se quedó como en el coche de Los Picapiedra, con los pies colgando". Su acompañante casi pierde el pie derecho, y tras 14 operaciones, los médicos decidieron no amputarlo, pero poco les faltó. La peor parte le tocó a Andrés. Lo que tuvo de bueno lo tuvo de malo, y Andrés puede contarlo gracias a la protección plástica destinada a salvaguardar la vida, no de los automovilistas, sino la de los motoristas. Si esta pieza hubiera sido metálica muy probablemente la historia sería diferente, pero al ser plástica, el daño recibido fue menor…"¿Menor? Sí, Zapi, ese plástico me entró siete centímetros y me atravesó riñón, intestino, estómago e hígado. Ah, y me desplazó la vértebra L1, que es la que me ha liado todo esto".

Tras el impacto, Andrés se echó una siesta de 45 días en una UCI hospitalaria. "El día que me desperté me tocó la lotería, y es que era el 22 de diciembre, el día de la lotería, jajaja", explica con una emocionada risa que resulta contagiosa. Su madre es una profunda creyente y buscó a alguien que le trajera agua de la Virgen de Lourdes. Aquella mañana le echaron unas gotas en la cara y aquel, y no otro, fue el estímulo que le devolvió a la vida. 

—¿Y eso es todo lo que recuerdas?

—¡No, qué va! Luisete, el hijo del dueño y el que ahora maneja el Karting de Torrejón me traía un mp3 con sonidos de coches de carreras. Me los ponía. No lo recuerdo pero supongo que me haría feliz, incluso inconsciente vivía donde lo había sido siempre. Si que recuerdo algo muy especial, pero muy raro. Nunca había seguido al cantante Manuel Carrasco y me lo ponían en los auriculares. Resuena en mi cabeza una estrofa de su canción "Y ahora", la que abre la canción, que dice "Escúchame, si estás ahí quiero que sepas". Me desperté canturreándola mentalmente. Antes del accidente nunca la había oído, pero era como… como si la canción hablase por mí cuando estaba en coma. Estaba un poco contando lo que yo estaba pasando, quería transmitir que estaba bien. 

—Acojona un poco, ¿no?

—Hay otra cosa mejor. Yo no he visto eso de los túneles, ni luces, pero vi a mi abuelo. Yo de niño era muy trasto y siempre andaba detrás de mí. En esa especie de sueño es como si le hubiera visto y me decía "lárgate, tú no pintas nada aquí". Es raro, pero lo recuerdo con agrado, me estaba echando de un sitio chungo. Me ayudó un poco. 

Tras su despertar Andrés volvió a la vida lentamente, era el 'warm up' de su segunda existencia. Primero los ojos, una mano un día, la voz después, y así poco a poco un reinicio de un cuerpo que ha visitado el más allá y ha vuelto. Le explicaron que había tenido suerte, que su lesión medular no era completa, pero que no sería igual que antes.

"Que sí, que sí, doctor, que me parece muy bien lo que me dice pero usted no me conoce a mí", le decía al galeno sin hacer demasiado caso a las explicaciones y aquello que definían como "lesión medular incompleta". Empezó a darse cuenta de la realidad en el Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, donde vivió casi un año. Allí llegó una tristeza aterradora que le acabó inundando los cilindros. "Lloraba, lloraba mucho. Era lo que más hacía. Pasé de viajar, de subirme a camiones, a coches, a motos, de ver mundo, de ir a sitios chulos… a vivir encerrado no en un hospital sino en una habitación durante tres meses sin salir de ella". Andrés buscaba la parte positiva, y con sus dos piernas apoyadas sobre una almohada, apenas podía mover suavemente los pies y decía "mirad, puedo acelerar y frenar". Todos sonreían, y era evidente que no se sacaba de la cabeza el automovilismo. A Andrés le sabían a poco las escasas horas de rehabilitación de un complejo saturado y cada vez que le dejaban salir, seguía ejercitándose en su casa. Desde que empezó en el karting el espíritu de la competición le había poseído. En las carreras lo importante no es derrotar al enemigo, no es necesario humillarlo; basta con ser mejor, con dejarle atrás. Andrés no quería perder contra su destino y puso ese poco más al que muchos renuncian al rendirse. No comenzó a caminar en el hospital sino en su casa, a base de ir eliminando ayudas, aparatos y dispositivos. Ahora "camina como Robocop", y no es que lo diga él mismo así, sino que esa es su dirección correo electrónico. 

Un día se levantó con una idea: quería volver a pilotar, quería llevar un kart, lo echaba mucho de menos y como no existía un desarrollo mecánico se lo lo hizo él mismo. Con la ayuda técnica de Meycom, mecanizó las piezas y dispositivos para que virtualmente sin piernas pueda salir disparado como cuando las podía usar. "Volver a pilotar un kart fue genial", tanto que hasta se ha puesto de acuerdo de media docena de tipos lo suficientemente chalados como él como para siendo discapacitados puedan correr como si no lo fueran. Bendita locura. "¿Sabes lo mejor? Que esto que diseñé me lo han comprado de varios circuitos. Esto no es lo mejor; lo mejor es que una vez llegó un crío en una silla de ruedas que se limitaba a mirar a sus amigos. Los responsables de la pista le prepararon uno con mis chismes sin que supiera nada. El chaval estaba corriendo y feliz un rato después, no se lo podía creer. Mi curro ha servido a otros". Para todos ellos fue de gran inspiración el libro de Albert Llovera "No limits", tanto que, de hecho, el equipo que han montado se llama 'No Limits Karting Team'. 

Andrés Herrera está loco. Loco perdido. Y de un loco solo pueden salir locuras. La última ha sido el siguiente paso, a lo Robocop: se ha hecho una moto para discapacitados. "Pero,¿ y por qué no te pillas un quad?", le decían sus amigos en alusión a una opción lógica. El que vive dentro de la competición sabe que rendirse es sólo para acomodados que nada se juegan, y cuando te estás apostando una existencia lo de rendirse es directamente para los incomodados. No es cómoda la vida del parapléjico y su frase partió sin pensársela ni un instante, "no, no, de eso nada, yo quiero una moto. No hay nada que me guste más que eso. Me he subido con pilotos en hot laps, he rodado en pistas de todo el mundo y lo más es una moto, así que quiero eso, lo otro no me vale", y se puso manos a la obra. Aplicando sus conocimientos como mecánico ha adaptado una KTM con una serie de herrajes que le mantengan unas piernas sin fuerza pegadas a su montura, y un sistema que se repliega y estira a modo de pata de cabra cuando la moto se detiene. El freno trasero está en la maneta izquierda y el cambio de marchas va por botones; todo a mano. 

Cuando un amigo te dice que lo pasa mal, que está jodido, que la vida le maltrata, miras a este tío y te das cuenta de la suerte que tienes en realidad. Si él es feliz construyéndose su destino, a lo mejor tienes que aplicar en tu vida la ecuación de Andrés: "¿Cómo que no se puede? ¿De qué?". 

Si Andrés hubiera conocido a Mae West seguramente le hubiera gustado. Para otra de sus frases lapidarias, "llevas una pistola o es que te alegras de verme", Herrera hubiera tenido su respuesta: "me alegro de verte, pero porque hueles a gasolina". No podría ser de otra forma, porque gracias a ella vivirá dos vidas, el doble que tú y yo. 

 

Estas empresas colaboran con el equipo de karting de Andrés Herrera y sus amigos "los cojos", como a él le gusta llamarles. "No estamos rotos, sólo un poco cojos", dice. 

Autocode Torrejón

Desguaces Casal 

Autoescuela Cruze

Automoviles Trafalgar

Clínica estética Pepa Palao

Motoparts.bike

Karting Club Los Santos

Asociación Pablo Ugarte

Asociación Piel de Mariposa

Virutas de Goma
4 comentarios
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23 Ene 2017 - 21:39

¡Joder qué tío! Gran historia.

23 Ene 2017 - 16:39

Hay cierta explicación en ello. El deporte retorna una serie de valores, esfurzo, sacrificio, metas, logros, premios al final, que hoy dia están muy olvidados por la sociedad en sus mecanismos. Uno de los mayores regalos que me hizo mi padre fue el que no me hizo: nunca me comró un coche,o una moto, y mira que di por culo con ese tema. Su frase era siempre: "cuando ahorres y puedas permitirtelo tu, te lo compras". Entonces le odié por hacerme aquello... hoy se lo agradezco. No hizo de mi un zángano. El deporte trajo estas cosas a Andrés. Sin él, probablemente su espíritu hubiera sido otro. 

23 Ene 2017 - 16:29

Qué historia!!! La superación que tienen ciertas personas es de admirar, y todas ellas van ligadas al deporte. Las olimpiadas paralímpicas y los deportes del motor aportan un nuevo horizonte a personas así. Siempre admirable y agradable de leer, es estimulante lo que estas personas logran. Gracias por compartir.

23 Ene 2017 - 15:12

Gran lección de vida la de Andres Herrera. Gracias por darnos acceso a ella.

En casa tenemos algo parecido, sin tanto ingenio.
Mi padre perdió una pierna por enfermedad, y tras 3 meses en el hospital, con ganas y esfuerzo está haciendo "vida normal" dentro de la dificultad.

Hasta se ha vuelto "motero" y se ha hecho con un "Trike", con motor de coche que ha habido que adaptar(embrague a pie derecho, caja de cambios, freno al manillar...)

Tras un revés tan grande, siempre se abren nuevos horizontes, en los que la ilusión por seguir adelante y el apoyo familiar son los motores de esta "nueva vida".
Un saludo!

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