RACE: el eléctrico no despega en intención de compra

El RACE ha repetido las preguntas que hizo en el observatorio de este pasado mes de febrero para visualizar cómo han cambiado las tendencias del mercado en tiempos del COVID-19. Pese al auge de la movilidad privada, el estudio concluye que los españoles no tienen previsto adquirir un nuevo vehículo en breve.

Si en febrero el 22,8% de los conductores se mostraba favorable a cambiar de vehículo en los siguientes meses, ahora este porcentaje se ha reducido cuatro puntos hasta quedar en el 18,3%. Un 64,6% descarta o ve poco probable que lleve a cabo esta operación, cuando en el observatorio anterior eran el 60,6%.

Es interesante lo que ocurre en el campo de las tecnologías, porque la caída de la gasolina y el Diesel no va acompañada de un auge del coche eléctrico, que permanece prácticamente impasible –crece del 7,3% al 7,5%–. El gran beneficiado del declive del motor térmico –cae del 57,1% al 46,1%– es el híbrido, que pasa del 24,6% al 33%.

Si bajamos al detalle, la opción preferida es la híbrida –33,0%– seguida de la Diesel –25,4%– y la gasolina –20,7%–. Las opciones cero emisiones todavía son marginales: el eléctrico tan sólo supone el 7,5% y el GLP se queda en un marginal 3,3%, aunque crece un punto porcentual.

El RACE señala que el precio es un lastre importante para el coche eléctrico, porque seis de cada diez compradores quieren destinar menos de 20.000 euros a su nuevo vehículo y ese montante es muy limitado para esta tecnología. El 65% de quienes quieren un eléctrico tienen previsto gastar más que esa cifra.

Precisamente por este limitado presupuesto, un 38,3% de los compradores no tiene claro si estrenará su próximo vehículo o si buscará uno de ocasión. La compra sigue siendo la opción mayoritaria –71%–, pero el renting sube cuatro puntos y pasa del 9,4% al 13,1%.

El RACE también ha preguntado por el pago por uso de autovías. La respuesta ha sido negativa. Tres de cada cuatro conductores no quieren pagar nunca y el 84% anuncian que buscarían alternativas en carreteras convencionales, a pesar de que ocho de cada diez admiten que en ellas el riesgo de accidentes es superior.