China, una amenaza para la industria automóvil americana... y europea

Al anuncio efectuado por Donald Trump el pasado viernes de imposición de aranceles de un 30% a los productos importados de China a partir del 1 de octubre, el gobierno de Pekín ha respondido con el anuncio de gravámenes del 25% a la importancia de automóviles fabricados en Estados Unidos.

La escalada de la tensión dialéctica comienza a alarmar a los agentes económicos. Y aunque a priori puede parecer sorprendente, a las grandes marcas europeas: BMW y Mercedes.

Aunque las grandes marcas tienen centros de producción en China, siempre con un socio local –también las americanas–, son varios los modelos de alta gama de BMW y Mercedes que se producen en Estados Unidos para luego venderse en China. También el Grupo FCA envía sus Jeep desde Estados Unidos. O Ford, que trae algunos de sus SUV de mayor tamaño. Y está el caso de Tesla, que quizá escape porque está en trámites de instalarse en China pese a las amenazas de Trump para que no lo haga a la vez que insta a otras empresas americanas a salir de China.

Curiosamente, en China se eximen de aranceles –por ahora– los modelos más pequeños que vienen de Estados Unidos, una concesión quizás para mantener una puerta abierta a la negociación.

China aplica a Estados Unidos aquello del 'ojo por ojo'. Pero los que reciben palos son las marcas europeas –BMW y Mercedes, principalmente–. Seis de cada diez vehículos fabricados en Estados Unidos exportados a China, más de 135.000, son de marcas germanas: casi 45.000 X5, 40.000 GLE.

El año pasado, Estados Unidos exportó 190.000 coches a China, a pesar de que la imposición de los primeros aranceles hizo descender las ventas en un 35% en relación a 2017.

La situación actual podría ser un desastre para algunas zonas del sur de los Estados Unidos. BMW está en Spartanburg, en Carolina del Sur, donde fabrica sus X3, X4, X5, X6 y X7. Y esta planta es la mayor exportadora de automóviles de Estados Unidos y buena parte de su producción acaba en China.

Mercedes tiene una planta en Tuscaloosa, Alabama, desde hace más de 20 años. Comenzó con un Clase M y ahora hace el GLE, pero también el GLS.

Un detalle para entender el mercado chino: General Motors vendió casi tres millones de coches en Estados Unidos en 2018… pero en China vendió aún más vehículos: 3,6 millones.

Los analistas señalan que la tensión actual podría poner en crisis algunas plantas de Estados Unidos, obligando a disminución de la producción y pedidos. Los vehículos que no se venden en China, difícilmente se venderán en otros lugares.

Pero también las ventas de las marcas americanas en China, incluidas la de los vehículos que se fabrican ahí. Y eso podría ser un desastre para General Motors, con un reflejo muy negativo en la cuenta de resultados.

Y todo ello antes de que China se convierta en gran exportador, sobre todo de vehículos eléctricos. De momento, Volvo –propiedad de Geely, China– ya fabrica alló los modelos para Europa y Estados Unidos. Pero hay nuevas marcas asiáticas que presentan productos que tienen poco o nada a envidiar a su competencia europea o japonesa. Pero ésa será otra historia.