El cementerio donde van a parar los coches de ensueño

La visión es dantesca, tal y como podemos comprobar gracias a las instantáneas el Petrolicious.com. Hay unidades de Porsche como para suministrar a una población media sin problemas, con modelos del 911 clásico hasta donde alcanza la vista, pero también modernos, así como una gran cantidad del modelo Boxster, algún 917, e incluso algún Cayenne de distintas generaciones. Todos apilados, bien en estantes, bien en el suelo.

Pero si sólo fueran Porsche –lo cual ya sería doloroso de observar– la situación podría entenderse. El horror aumenta en cuanto se avanza por los pasillos y las instalaciones, dejando al descubierto una pléyade de coches deportivos o de gran lujo que cualquier amante de las cuatro ruedas desearía con todas sus fuerzas poseer, aunque sólo sea unos meses en su vida, para poder haber disfrutado de ellos.

Por ejemplo, en la parte trasera de las instalaciones debe ser que acumulan los coches de lujo, ya que se encuentran vehículos como el BMW X5 o el Mercedes-Benz ML. Hasta ahí, no duele. Pero empiezan a aparecer modelos como los Lotus Elan o Esprit, modelos de TVR variados –entre ellos el espectacular Tuscan–, o los Bentley con modelos como el Flying Spur o el Continental. El corazón se encoge con ellos en ese estado. Pero se rompe en mil pedazos cuando uno contempla algunos Ferrari 348 hechos añicos. Y se detiene definitivamente al contemplar los restos dañados de un Ferrari Testarossa, un icono, un símbolo. Un Testarossa no, por favor.

Seguramente tu deseo más primario es salvarlos, al menos alguno de ellos. Comprar sus restos –algunos no parecen en demasiado mal estado– por un desembolso considerable pero ajustado devolverlos a la vida. Pero estás soñando en mitad de un cementerio plagado de muertos. Porque estos coches no pueden, no podían, volver a la vida. Sus daños son severos, desde incendios a accidentes, pasando por fallos graves que los inhabilitaron para rodar por el elevado coste de reparación. Deja de soñar.

Como cualquier coche del mundo, estos también son frágiles y quedan severamente afectados por un accidente, aunque sea por un ligero despiste. Y fallan. Pero ahora debes mirar con otros ojos este lugar. Es un cementerio, sí, pero podrías verlo como un purgatorio en el que las almas de estos modelos esperan su turno para volver a la vida. Porque cada una de sus piezas aprovechables es conservada con mimo para servir de repuesto a modelos similares con mejor suerte. Y esos órganos para el transplante siguen sin ser baratos.

Así que de repente, el lugar cambia de tonalidad. Sigue doliendo, pero parte de ese 911 volverá a funcionar, el Testarossa se fundirá en otro cuerpo, y así ocurrirá con todos, poco a poco. Sí, es un lugar descorazonador. Son nuestros sueños retorcidos al alcance de la mano. Deja de soñar. Esto es un cementerio de sueños. Ahí afuera, siguen siendo estos inalcanzables.