Alpina cree que los límites de velocidad pueden causar más accidentes

Se consideran a ellos mismos como un fabricante. De hecho, sus creaciones llevan su propio número de chasis. Sin embargo, la mayoría de las marcas les consideran como una simple empresa de preparaciones. Hablamos de Alpina, que de una forma u otra tiene bastante idea de cómo hacer coches rápidos, pues modifica con éxito modelos de BMW desde 1965. La de su CEO, Andreas Bovensiepen, es por tanto una de las voces más autorizadas para hablar de velocidad. O de los límites de la misma, más bien.

El pasado mes de abril supimos que, desde 2022, los coches que se vendan en Europa llevarán un sistema que nos avise en el momento que superamos la velocidad máxima permitida en una vía. Además, en las famosas Autobahn germanas se prevé la instalación de límites de velocidad donde ahora no los hay, de tal forma que Alemania dejaría de ser el único país con esta normativa libre. Ambas cosas son vistas con preocupación desde Alpina, cuyo máximo responsable considera que medidas así pueden ser realmente preocupantes para los fabricantes de coches de altos vuelos. Si no se puede correr, ¿apostará aún el cliente por vehículos de este tipo con el coste económico que ello conlleva?

Según Bovensiepen, si nadie puede superar una velocidad de 120 kilómetros/hora, el atractivo de este tipo de vehículos decrecerá rápidamente, lo que derivará en importantes pérdidas económicas para quienes los fabriquen. Además, y aquí viene lo importante de su predicción, considera que unos límites de velocidad bajos acabarán por conseguir que los productos que lleguen al mercado sean de peor calidad. "Si hay límites de velocidad –se refiere principalmente a las Autobahn– creo que la mayoría de los coches tendrán unas suspensiones de menor calidad. Los fabricantes alemanes pensarán que es absurdo invertir mucho dinero en desarrollar una buena suspensión si no se va a poder conducir a más de 120 kilómetros/hora", ha dicho Bovensiepen en Which Car.

Esta catastrofista visión también afecta a los sistemas de frenado de los coches, que acabarán por volverse más débiles ante la falta de necesidad de detener los vehículos desde altas velocidades, algo que incluso también puede afectar a unos neumáticos que no tendrían por qué ofrecer tanto agarre como ahora. Todo ello, según Bovensiepen, puede derivar en un aumento del número de accidentes de tráfico a largo plazo.