Visitamos Autoworld Brussels, el mejor museo del automóvil de Bélgica

Más conocida por ser la ciudad sede los distintos organismos de decisión de la Unión Europea, Bruselas ofrece también otros atractivos como ricos gofres, una espectacular plaza principal -la Grand Place- o sabrosas raciones de mejillones al vapor.Lo que no esperábamos encontrar una pequeña joya en forma de museo en honor del automóvil, ese mismo al que ahora las autoridades tienen en el punto de miro y parece ser el culpable de todos los malos, salvo que sea eléctrico claro.

El entorno que rodea a Autoworld Brussels ya es un anticipo de lo que encontraremos dentro. Ubicado en el Parque del Cincuentenario en el corazón de Bruselas y a solo unos minutos andando de la Comisión Europea, el pabellón que alberga el museo es una estructura única en la que piedra, hierro y cristal se entremezclan para lograr un ambiente único, de otra época y muy majestuoso.

No en vano, este hall sureste fue utilizado durante la Exposición Nacional de 1880 en los tiempos de Leopoldo II. El Arco del Triunfo no llega al nivel del de los Campos Eliseos parisinos, pero es el colofón a un entorno exquisito. Veamos que maravillas rodantes alberga…

Elegante y pretencioso, Autoworld Brussels se presenta al visitante como un pequeño lugar de disfrute y recogimiento para una afición cada vez más amenazada. Dispuesto en dos plantas, el edificio de más de un siglo de historia y que fue utilizado como fabrica, almacén o cuartel durante la segunda guerra mundial, alberga una colección de automóviles desde finales del siglo XIX hasta nuestros días. Dispuestos por zonas temáticas para cada una de las décadas, también cuenta con un interesante apartado para vehículos de competición.

Autoworld Brussels hace buena la conocida frase de 'más vale calidad que cantidad', con una selección de unidades muy acertada y algunas unidades raras y exclusivas. Hoy la suerte parece estar de nuestro lado, ya que nos enteramos que durante estas fechas se expone un monográfico sobre el mítico fabricante español Pegaso.

Titulada 'Pegaso, la marca olvidada', acerca a los visitantes de todo el mundo unos automóviles únicos en su época y como bien reza el monográfico, desconocida para el gran público. Recordemos que Pegaso fue el único fabricante español de deportivos tras la posguerra. En 1945 el ingeniero Wifredo Ricart, antes en Alfa Romeo donde trabajó junto al gran Enzo Ferrari, aceptó la oferta del gobierno español para gestionar ENASA o Empresa Nacional de Autocamiones. En 1951 presentó su primer deportivo en el Salón de Paris, con un diseño y prestaciones que lo situaban entre los automóviles más avanzados de su época.

Pese a la escasez y la rareza de los Pegasos, Autoworld ha reunido una selección increíble de la firma española. Todo un descubrimiento y un orgullo visitar un museo de gran nivel en otro país y que la cabeza de cartel sean modelos españoles con una gran historia detrás. 
Muestra de la importancia de este monográfico Pegaso es que nada más acceder al museo nos encontramos en formación con exquisitas unidades expuestas. Varios Pegasos Z-102 carrozados por Serra, ENASA o Touring Superleggera. Nada menos que 14 unidades -muchos de ellos con matrícula provincial de la época-, que suponen un gran porcentaje del total de 84 fabricados construidos. Casi nada.

Por si esto fuera poco y después del embelesamiento inicial y el orgullo patrio, aparece ante nosotros el Pegaso Z-102 Touring Superleggera Thrill. Se trata de una unidad única y uno de los automóviles más bellos que he visto en mi vida. En su exquisita carrocería esculpida en aluminio a mano y pintada bicolor con un gusto exquisito, se han plasmado las soluciones aerodinámicas más avanzadas de la época. También fue muy avanzado en materia de seguridad, al ser uno de los pioneros en equipar cinturones de seguridad. Bajo el capó delantero, un poderoso V8 de 2,8 litros de cilindrada anima a esta belleza.

Sus proporciones son armoniosas y cada curva, cada plano te deja sin palabras. Y ahora fíjate en las formas que realiza su carrocería a la altura del pilar C, donde se desdobla para comenzar a forma la aleta a la vez que deja un espacio al aire. La parte central es sublime, con unas formas muy sensuales, mientras puedes imaginar como el aire fluye por sus curvas. Una verdadera escultura sobre ruedas que pude estar contemplando durante más de 20 minutos. Un diseño espectacular que ya le valió el máximo galardón en el Concurso de Elegancia de Pebble Beach de 1994.

Bélgica fue también protagonista en la historia del fabricante español, ya que en este país, más concretamente en Flandes Occidental, donde Pegaso estableció un récord de velocidad el 25 de septiembre de 1953: Celso Fernández alcanzó una velocidad de 243 km/h con un Pegaso Touring Spider, un modelo de competición con un motor de 2,8 litros.

Después del disfrute que supone contemplar una colección de Pegasos sin parangón a nivel mundial, continuamos por el recorrido recomendado que permite observa la evolución del automóvil desde 1900 hasta finales del siglo XX.

No faltan modelos muy exclusivos como estos Bugatti Type 23 y Type 44 de los años veinte. Versiones deportivas con hasta 50 caballos, una verdadera barbaridad para la época.

También existe una exposición permanente de algunos modelos de fabricantes belgas ya extintos como Excelsior. Orgullo patrio en perfecto estado de conservación y diversos modelos desde lujosas berlinas a biplazas de competición.

También hay una zona dedicada a los automóviles americanos de los 50 y 60, en la que no pueden faltar modelos icónicos como el Ford Mustang o este fantástico Chevrolet Corvette Stingray.

Aunque en menor cantidad, también hay muestras de motocicletas de varias épocas. La de la imagen es de principios del siglo XX y está más próxima a una bicicleta con motor que a una moto...

Con buen criterio, Autoworld también tiene un espacio reservado a circuitos internacionales de carreras establecidos en Bélgica. Además de archiconocido y mítico Spa-Francochamps, no podemos olvidar otros como Zolder. El circuito de las Árdenas tuvo el honor de ser el primer circuito cerrado en el que se celebró una carrera, corría el año 1902.

En el piso de arriba, además de algunos prototipos y automóviles interesantes de los años 70 y 80, encontramos un espacio dedicado a la competición.

Y sorprendentemente, allí encontramos el Renault F1 de Alonso y Piquet en su modalidad Show Car. Ahora que Fernando ya no está en la F1, este monoplaza solo trae buenos recuerdos a sus aficionados.

Tampoco podía faltar una pequeña sala homenaje a los cómics de Michel Valliant, creados por el dibujante belga Jean Graton y en los que se tratan muchas disciplinas de los deportes del motor en las más de 70 aventuras animadas.

A destacar en esta sección, la gran variedad de Alpines de competición en exhibición. En especial una unidad muy exclusiva, el Alpine A211, el primero de la marca en superar los 300 kilómetros/hora gracias a su motor 3.0 V8 de 300 caballos y a una aerodinámica muy estudiada. Lo logró en los test de Le Mans en 1968.

Otras curiosidades que por primera vez pudimos ver y palpar en directo fueron una siempre exclusiva -por concepto y unidad fabricadas- Honda NR750 con pistones ovales o un Amphicar, un vehículo anfibio de principios de los sesento y que contaba con hasta escalerilla por popa por si quería subir a bordo después de un chapuzón.

En definitiva, Autoworld Brussels es un museo no tan grande como otros pero con piezas únicas y variadas que hará la delicia de cualquier aficionado. Si visitas Bruselas ya no tienes excusa para no visitarlo. ¡Luego no digas que no te avisamos!