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Lo que pudo ser y no fue: el 'motociclista' Colin McRae

La leyenda de los rallies ganó varios títulos de 'dos ruedas' en Escocia
A los 16 años tuvo que elegir: seguir en motos o dar el salto a los coches
Llegó a probar motos de gran cilindrada con Kevin Schwantz o John Crawford
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15 Sep 2019 - 11:00

Colin McRae. Sólo mencionar su nombre puede erizar la piel de los aficionados más nostálgicos de esta 'droga' que es el mundo de los rallies. Considerado uno de los mejores pilotos de la historia de esta disciplina, su legado es inconmensurable, pero antes de dar sus primeros pasos en el automovilismo tuvo un 'flechazo' con los vehículos de dos ruedas.

McRae fue uno de esos pilotos cuyo palmarés no hace honor a su verdadera valía. El escocés cosechó un total de 25 victorias en el Campeonato del Mundo y cató el champán del podio en 42 ocasiones, si bien sólo pudo ser campeón una única vez, en aquella controvertida temporada 1995 con Carlos Sainz como compañero de equipo.

No en vano, su leyenda va mucho más allá de los números. Al igual que otros muchos pilotos a lo largo de la historia de los deportes de motor, como puede ser el caso de Stirling Moss o Henri Toivonen –ninguno de ellos ganó el Campeonato del Mundo en sus respectivas especialidades–, McRae supo ganarse el corazón de los devotos de otra manera.

¿Cómo lo hizo? Muy sencillo, gracias a su siempre espectacular estilo de conducción. El escocés podía ganar o perder cualquier tipo de rally, pero ante todo había algo que era completamente innegociable cuando se enfundaba el casco: exprimir al máximo el coche durante prácticamente cada metro de cada rally.

Para la posteridad quedará su archiconocido "if in doubt, flat out". Es decir, "ante la duda, a fondo". Pero no sólo se trataba de ir siempre con el pie 'a tabla', sino de hacerlo bonito al mismo tiempo. El escocés era mucho más afín al estilo escandinavo, con sus enormes derrapadas, que al 'modo quirúrgico' francés, mucho más fino y, a priori, eficaz –que se lo pregunten a Loeb u Ogier… o mejor, a sus rivales–.

Los que no hayan visto pilotar a Colin quizás lo conozcan por su ínclita saga de videojuegos que a tanta gente 'enganchó'. Me incluyo entre los enamorados de la saga, por supuesto. No obstante, una de sus facetas más desconocidas es la de motociclista. Porque antes de dar el salto a los coches de competición, en su país natal hizo sus pinitos en las dos ruedas. Y no le fue nada mal.

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Todo comenzó una mañana de 1977 –Colin tenía nueve años– en el garaje de su casa. Allí guardaba su padre, en una caja, las piezas de una Honda de 75 centímetros cúbicos que compró un tiempo atrás y nunca llegó a montar. Jim solía estar muy ocupado y no tenía tiempo para ese tipo de cosas, por más que Colin insistiese, así que el crío cambió de objetivo. ¡Convenció al abuelo!

Una vez terminada la faena, el pequeño Colin se puso manos a la obra. Apasionado de todo lo que oliese a gasolina, McRae tenía buenas maneras en la moto desde sus primeros metros, por lo que su padre decidió darle la oportunidad de competir en el Campeonato de Escocia de 'Schoolboys'. Sin titubeos, en su primera temporada ganó el título y, como no podía ser de otra manera, pedía a gritos algo más.

También tenía tiempo para hacer travesuras. Al principio solía montar en la granja de sus primos, pero poco a poco fue ampliando fronteras. Hasta que un día, mientras rodaba con unos amigos en la vía pública, uno de ellos se estrelló y se metieron en un buen lío cuando apareció la policía. Estuvieron unas semanas castigados sin moto, pero el 'reencuentro' era inevitable.

A la edad de 11 años, Colin tuvo una prueba de fuego. En la zona de Wrexham, contra pilotos más experimentados y monturas más competitivas, el escocés se las apañó para ganar la carrera y llamar la atención de los allí presentes. Esto le dio la posibilidad de escalar a una moto mejor y, apenas un par de años más tarde, ganó el Campeonato de Escocia Júnior en la disciplina de 'Scrambles'.

Mientras tanto, además de los circuitos, Colin probó suerte en el Motocross. Amaba la sensación de velocidad a los mandos de esos 'cacharros'. Allí se midió contra pilotos de mayor edad y los venció, sin embargo su madre no estaba del todo contenta con esta nueva 'aventura' y decidió centrarse en los circuitos.

Su madre no soportaba la idea de que Colin compitiese asiduamente con motocicletas. Margaret pensaba que los coches eran mucho más seguros, y tenía sus razones para ello: Alister –hermano de Colin– se lesionó de gravedad las dos rodillas –necesitó hasta dos operaciones– en un accidente, e incluso el propio Colin tuvo algún que otro susto.

Colin continuó su carrera en el motociclismo, pero ya le había visto las orejas al lobo. Con 15 años se coronó en la categoría 'Intermediate' del Campeonato de Escocia y al año siguiente volvió a competir en Motocross porque echaba de menos esa adrenalina, pero los primeros 'affaires' con los coches comenzaban a cautivar su corazón.

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Por su cabeza pasó incluso participar en algún TT –Tourist Trophy– como el de la Isla de Man, hasta que fue un día como espectador y cambió ipso facto de idea. Demasiado peligroso. Él disfrutaba cuando exprimía una moto hasta cierto punto, ahora bien, en un momento dado se dio cuenta de que no debía sobrepasar los límites.

Entonces tuvo que elegir entre motos o coches. Su padre le instó a que meditase bien la situación, porque para comenzar a correr en los 'autotest' debía vender su moto en pos de adquirir un Mini de la época. La decisión ya estaba tomada: Colin vendió su moto y fijó su punto de mira en los bólidos de cuatro ruedas.

Eso sí, nunca llegó a olvidarse por completo de las motos. De hecho, en alguna ocasión se paseó por el paddock de MotoGP para disfrutar de las carreras y, de paso, visitar a su amigo Valentino Rossi. Como curiosidad, McRae fue uno de los que proporcionó consejos al italiano con vistas a su debut en el WRC, en el Rally de Gran Bretaña 2002 –aunque de poco le sirvieron, porque abandonó a los pocos kilómetros–.

Asimismo, cuando su periplo en el Mundial de Rallies apuntaba hacia el ocaso, no fueron pocas las veces que Colin se subió a lomos de motos de gran cilindrada. Realizó varios test con grandes pilotos como Kevin Schwantz o su compatriota John Crawford –bicampeón del certamen británico de Superbikes–, aunque quizás lo que más llamaba la atención era su 'burra' de uso cotidiano: una Suzuki GSX-R 1000.

El resto de la historia, la que concierne a los coches, es más que conocida. Es cierto que cuando Colin ganó el Campeonato del Mundo en 1995 se convirtió en el piloto más joven en lograrlo por aquel entonces, además de ser el primer británico, lo que auguraba un futuro brillante por delante, pero quién sabe lo que podría haber llegado a conseguir si hubiese decidido continuar su carrera en el motociclismo.

Un accidente de helicóptero nos lo arrebató para siempre aquel 15 de septiembre de 2007. En cambio, sus épicas actuaciones quedarán grabadas para la eternidad en nuestras retinas, porque fue, es y será siempre una de las leyendas de este deporte. Disfruta de las carreras ahí arriba, Colin, y recuerda... ¡ante la duda, a fondo!

2 comentarios
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15 Sep 2019 - 12:09
Gran artículo Jesús. Gracias!
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