Contaminación urbana: las motos, en el punto de mira

Una etiqueta que hay que ir a buscar a las oficinas de Correos y pasar por caja, cuando la de los coches, al menos inicialmente, fueron gratuitas, aunque fueron muchos los que no las recibieron y debieron pasar por Tráfico o, más adelante, por Correos.

El anuncio quizás no tendría lugar en estas páginas dado el tipo de vehículos de los que solemos hablar, pero en Barcelona son muchos los que dejan su coche aparcado para desplazarse en moto. Es una elección casi obligada por razones económicas: menor consumo, movilidad, aparcamiento gratuito y todavía fácil de encontrar.

La circulación en Barcelona no se entiende sin las dos ruedas, es más, posiblemente el colapso sería brutal. ¡Son entre 240.000 y 280.000 las motos que circulan diariamente por la Ciudad Condal! Y al menos un 40% quedarían afectadas por la prohibición 'total' ya que no tendrían derecho a pegatina alguna. Un 40% sería de categoría 'C' y un 19%, del 'B', reservándose el restante 1% a la etiqueta eco. Por cierto, un inciso, las etiquetas son diferentes a las de los coches porque las normas son asimismo diferentes y en las motos aún van por la norma Euro 4.

Hablamos de Barcelona, pero no creo que Madrid se quede a la zaga, ni por supuesto los ayuntamientos de la 'gran Barcelona', que es su área metropolitana, y otras ciudades que la seguirán. No lo consideren una 'amenaza' ni una 'solución por decreto' a los problemas circulatorios de la ciudad. Es una necesidad, dado que la legislación europea ha colocado la 'línea roja' en 40 miligramos de NOx como media anual. En 2017, cinco de las 68 estaciones del Área Metropolitana superaron esta cifra de media anual, y otra docena superaron los 35 miligramos, con lo que estaban muy cerca del umbral.

Lo peor es que el tráfico ha tenido un repunte este año, la situación económica ha mejorado y, con ella, los desplazamientos privados y también los de distribución, lo que también contribuye a aumentar estos índices. Si el consistorio se mantiene en sus trece de prohibir la circulación de todos los vehículos sin etiqueta a partir de 2020 –desde las Navidades de 2019, en realidad– no cabe duda de que estamos ante un problema de gran calado. Es posible que los concesionarios de motos y coches se froten las manos ante la perspectiva de un aumento de las ventas… aunque menos de las que quizás se imaginan. Muchos renunciarán al segundo coche familiar, otros, simplemente al coche; de hecho, en algunas zonas de la ciudad el precio de los párquines fijos, compra o alquiler, ya ha bajado. Por último, parece claro que este tipo de medidas provocarán el colapso en los transportes públicos.

Todo ello va a tener una gran influencia en el mercado. Por ejemplo, el desplome de los precios de los vehículos de ocasión de más de 10 años de antigüedad, por exceso de oferta y también falta de compradores. Tendencia todavía más al alza de los motores gasolina y declive de los motores Diesel… especialmente si el gobierno se ciñe a las recomendaciones de los expertos para elevar la fiscalidad del este tipo de vehículos.

Podemos lamentarlo, quejarnos, clamar al cielo por la injusticia de dejarnos sin circular, pero en el fondo todos sabemos que hay que bajar los niveles de contaminación como sea. Es sin duda, un tema a seguir y, muy especialmente, para los que tienen un automóvil con más de diez años de antigüedad o tratan de comprar uno nuevo. Habrá que pensarlo con calma.

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