Cinturones calefactados y otras alternativas para calentar el habitáculo

A finales de 2018, se filtraba una patente de Ford en la que exponía el funcionamiento de unos cinturones capaces de generar calor mediante la circulación de una pequeña corriente eléctrica a través de unas resistencias colocadas intrínsecamente a lo largo de las costuras del mismo.

Fuese una buena idea o no, desde entonces no hemos sabido de este sistema ni de nada parecido hasta días recientes, cuando la empresa ZF ha revelado que trabaja en una idea parecida, si no es la misma.

El proceso para generar calor es el mismo, con unas costuras ligeramente más engrosadas en aras de dar cabida a los elementos conductores, para lo que han debido implementar un proceso de tejido alternativo al que se realiza normalmente en los cinturones actuales.

Uno de los principales beneficios a los que hacen referencia sus desarrolladores es el incremento directo de la seguridad, ya que en épocas o lugares fríos, insta a los usuarios a llevar menos capas de ropa encima, acercar el cinturón al cuerpo y asegurar así una mayor eficacia del sistema en caso de accidente.

Una de las imágenes de la patente de Ford, presentada en 2018

No obstante, el que ciertamente es relevante para el futuro de la automoción ocurre de manera indirecta, ya que el uso de este sistema permite aumentar la eficiencia energética sobre todo en el caso de los coches eléctricos, cuya autonomía se puede ver mermada hasta en un 30% con el uso del climatizador. Y es que en el caso de los motores térmicos, hay un montón de calor generado que se pierde sin remedio —en ningún caso menos del 50% de la energía liberada por la combustión—, que es aprovechable para calentar el aire acondicionado.

Pero en el caso de los coches a baterías, este calor ha de ser generado utilizando directamente la energía almacenada, lo que constituye en una reducción notoria en la autonomía. En este sentido, ZF asegura que su invención es capaz de incrementar esta autonomía en un 15% con respecto al uso de la calefacción convencional.

En términos generales, y para hacerlo más visual con un ejemplo, si el consumo de nuestro vehículo eléctrico es de 22,5 kWh cada 100 kilómetros circulando a velocidad de autopista, este consumo se reduciría hasta los 19,1 kWh cada 100 kilómetros. Si tenemos en cuenta estas cifras para el caso de un Peugeot e208, pasaríamos de una autonomía estimada de 204 kilómetros a 240 kilómetros.

Otras alternativas para ofrecer confort calórico a los ocupantes del coche como los asientos y volantes calefactados ya llevan mucho tiempo con nosotros. En el primero de los casos fue nada menos que Cadillac, marca que en abril de 1951 presentaba una patente para almohadillas de asiento calentadas eléctricamente. No sería hasta 1966 cuando se implementaría en el enorme Fleetwood como elemento opcional. Ya en el año 1972, Saab —acostumbrada en su tierra natal a lidiar con climas fríos— comenzó a ofrecerlo de serie en los 95, 96 y 99.

Otro elemento de este estilo son los parabrisas calefactables y, aunque no es un elemento de confort directo para los ocupantes, sí que ayudan a incrementar la seguridad en el caso de que en una mañana o noche fría, el parabrisas tenga una capa de hielo sobre sí. Fue desarrollado y patentado por Ford ya en los años 80 bajo la denominación 'Quicklear', aunque de un tiempo a esta parte la propiedad intelectual expiró y ahora es posible encontrarlo como elemento opcional en marcas como Jaguar, Nissan, Mini, Aston Martin o el grupo Volkswagen, entre otros.