Inglaterra se considera la cuna de la Fórmula 1. Tanto que se llegó a considerar que un equipo que no tuviera base en ‘la pérfida Albion’ tendía dificultades para ser realmente competitivo. Hasta tal punto que se hacía realidad aquello que los ingleses decían sobre lo que sucedía cuando en el Canal de la Mancha una tormenta retrasaba o impedía la navegación: “el Continente está aislado”.

Christian Horner está que trina contra el límite presupuestario. Ha avisado de que la inflación se ha llevado por delante la idea y que si no se eleva de forma inmediata este techo, "siete equipos corren el riesgo de no poder disputar las últimas carreras si no se actúa", ya que sobrepasaría el gasto máximo.

Alex Palou conoció la cara amarga de Indianápolis. La forma en la que tenía la carrera controlada se fue al traste por culpa de un tercero, de un periodo de bandera amarilla que se volvió en su contra.

Ayer parecía casi seguro que viviríamos un GP de Mónaco, pero ahora las probabilidades de que esto suceda se han reducido significativamente. A cinco horas de la carrera, todo hace pensar que la carrera del Principado será íntegramente sobre seco.

Audi ha visto cómo su decisión de entrar en la Fórmula 1 con equipo propio, no como motorista, está plagada de dificultades. Para ellos ha sido seguramente más sencillo tomar la decisión de entrar que decidir cómo hacerlo. En este segundo caso hay muchas incógnitas y la mejor respuesta que pueden dar de momento es un ‘estamos en ello’, que a nada comprometa.

Daniel Ricciardo está en la cuerda floja. Su asiento en McLaren es eyectable y tanto Zak Brown como Andreas Seidl no se han cortado al decir que el australiano no ha dado el juego requerido.

Christian Horner ha dicho que "el problema de 'Checo' es que no acepta ser el número 2 de Red Bull". Más que una declaración, es un mensaje claro para el mexicano: lo que Red Bull quiere y espera de él. Mensaje o aviso, como prefieran.

Muchos pilotos consideran el Gran Premio de Mónaco como el GP de casa. Viven en el Principado, así que no duermen en un hotel, sino en casa, junto a los suyos, y van al GP andando, en moto o incluso en lancha para evitar atascos.

Este año se cumplen 50 años de una de las victorias más sorprendentes de la historia del automovilismo, la de Jean-Pierre Beltoise en el Gran Premio de Mónaco al volante de su BRM bajo un diluvio. Una victoria mítica que oculta otro hecho entre bastidores: el GP estuvo a punto de no celebrarse por un tira y afloja entre los equipos, la Comisión Deportiva Internacional –CSI– y los organizadores.

En mis tiempos de carreras en activo –como copiloto– la cinta americana y el alambre eran los instrumentos mágicos para permitir acabar un rally tras un toque. Por motivos distintos, Red Bull recurrió a una solución de emergencia similar en el coche de Max Vestappen en Barcelona en un intento de reparar su DRS.