En la cumbre deportiva de la Fórmula 1 mañana en Monza debería haber un punto clave sobre la mesa. Quizás debería ser el único punto clave o, al menos, el más importante: el coche de seguridad y todo su procedimiento anexo.
En Italia llaman a Monza 'El Templo' –de la velocidad se entiende–, pero no es un templo cualquiera. Al menos para la Fórmula 1 es 'La Catedral'. Los números lo avalan.
La F1 tiene muchas veces 'reacciones' sorprendentes. Al menos en apariencia. Y recientemente hemos visto una buena muestra de ellas, donde ha mostrado no sólo su cara más elitista, sino sobre todo más corporativista.
En las páginas de economía de los periódicos suele verse con frecuencia el término de 'opa hostil', en algunos casos 'opa no deseada'.
Por vez primera esta temporada –y en bastante tiempo– parece que tendremos tres equipos luchando por la victoria: Red Bull, Ferrari y Mercedes.
Mick Schumacher se coló por tercera vez esta temporada en Q1, justo cuando había que hacerlo, cuando está en juego no ya su continuidad en Haas sino su presencia futura en la Fórmula 1.
"Los socios potenciales del equipo deben decidir de aquí a mediados de octubre si entran en Fórmula 1 con nosotros, pero debería ser respetando la cultura con la que corremos", ha señalado Christian Horner en Zandvoort.
Casi un centenar de coches inscritos en una carrera de velocidad, en una sola categoría, es algo inédito. Sólo lo recuerdo en el Trofeo de Escuderías en Montjuïc, allá por el año 75, y en alguna edición de las 24 Horas de Barcelona; es posible que la Copa TS se acercara a ese número en alguna ocasión.
Helmut Marko ha confirmado que las conversaciones entre Porsche y Red Bull "todavía no han terminado".
Este viernes por la tarde revivirá un pedazo de la historia de nuestro automovilismo. Alcañiz revivirá el mítico circuito de Guadalope, que tanto nos hizo soñar a los aficionados viejos.
