Techo presupuestario: cuestión de transparencia

Viene todo esto a cuento de la famosa auditoría que la FIA ha hecho a todos los equipos para comprobar que cumplen con el techo presupuestario.

Los resultados estaba previsto que se publicaran el 30 de septiembre, como informa BBC. Se retrasaron primero al 3 de octubre y después al día 5 y ayer se anunció que se retrasaba de nuevo hasta el lunes próximo –de momento–.

Todo ello en medio de los rumores de que dos equipos, por lo menos, habrían superado el techo en 2021 y uno de ellos lo habría hecho de forma significativa. Y ese equipo sería Red Bull, según Ferrari y Mercedes.

No basta que la FIA diga que hasta que no se anuncien los resultados todo son especulaciones sin fundamento. Ni los desmentidos de Red Bull, aunque ha admitido discrepancias en los criterios de los auditores de la FIA y los empleados por el equipo, al menos en la valoración de algunas partidas. O el 'contraataque' de Red Bull, señalando una 'garganta profunda', que muchas de las discrepacias han sido solventadas y que todo es maniobra desestabilizadora para retrasar el título de Max, amén de acusar que los equipos de grandes fabricantes, como Mercedes o Ferrari, tienen mil maneras de camuflar gastos.

Mercedes y Ferrari señalan que incluso una 'infracción menor', es decir inferior al 5% del techo, puede valer de tres a cinco décimas de segundo por vuelta. Y Hamilton ha dicho que si Mercedes hubiera gastado sólo 300.000 euros más, el título de 2021 sería suyo.

El problema es que, tras todo el tema del motor Ferrari en 2019, 'arreglado de puertas para dentro', sin transparencia y aduciendo un tema de 'interpretación', arruinó mucho la imagen de transparencia. Y el final de campeonato del pasado año, la carrera que no existió en Spa por la lluvia o algunas decisiones de dirección de carrera y/o los comisarios –sobre todo la lentitud de estos al tomar algunas decisiones, como sucedió con Pérez el pasado domingo– no dejan en buen lugar la 'apariencia honorable' de la FIA, aunque lo sea.

En el mejor de los casos muestran una falta importante de profesionalidad, de eficiencia, de eficacia, una cierta ineptitud en su papel de árbitros. Y que los reglamentos deben ser reescritos, ser claros y directos, y sobre todo controlables. No es cuestión de personas –o al menos no sólo– sino de reglas y métodos de aplicación.