Sebastian Vettel y Ferrari: una profecía incumplida

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13 Mayo 2020 - 21:30

Sebastian Vettel estaba llamado a marcar una era en Ferrari. Cuando Luca di Montezemolo y Stefano Domenicali lo cortejaron en su juventud, antes incluso de sus títulos con Red Bull, veían en él una continuación de Michael Schumacher. El mismo espíritu analítico, una devoción por el trabajo y un sentimiento de equipo que hacían pensar que podía ser el líder que tirase del carro y llevara en volandas a la Scuderia. Pero la realidad ha sido distinta. En 2021, Sebastian se marchará de Maranello sin haber cumplido sus objetivos... a menos que dé la campanada en este 2020. Con el orgullo tocado porque sabe que ha fallado bajo presión, que Lewis Hamilton lo ha torcido con demasiada facilidad cuando tenía un coche competitivo y que Charles Leclerc lo ha eclipsado en apenas su segundo año en el deporte.

Sebastian Vettel y Ferrari separan sus vidas. Todavía les quedan unos meses de vida en común, pero ambos han cerrado página a un matrimonio en el que ninguno de ellos ha conseguido el objetivo que les unió: la quinta corona de pilotos en el caso del alemán, y recuperar títulos en el caso de la Scudería.

Es cierto, todavía les queda esta temporada —o al menos lo que pueda disputarse de la misma— para enmendar la plana. Pero incluso en el caso —que parece altamente improbable— que lo consiguieran pocas cosas variarían: el divorcio es ya un hecho consumado, todo lo más les restaría la satisfacción de cerrar el capítulo en común con un sello de ‘objetivo cumplido’.

Para los tifosi, Vettel ha fracasado en su empeño de devolver Ferrari a la cumbre, a lo más alto; seguramente echarán en cara al germano los errores que cometió. Para los seguidores del cuatro veces campeón del mundo la explicación es otra: Ferrari no ha sabido dar a su piloto un coche a la altura de los objetivos ambicionados.

Piero Ferrari ha explicado de forma clara el tema: “Ya no convivimos bien juntos. Es hora de separarnos”. Por eso Sebastian Vettel ha dicho por activa y pasiva que “no es una cuestión de dinero” esta separación, sino de falta de mutua confianza. Lo mismo que le sucedió hace cinco años a Fernando Alonso; el asturiano, en la desatrosa temporada 2014 llegó a la conclusión de “no ver a Ferrari capaz de darle un coche campeón”.

Y sin embargo, Vettel se irá de Ferrari con al menos 14 victorias y 54 podios. Sólo Michael Schumacher —72 victorias— y Niki Lauda —15 victorias— pueden presentar un balance mejor, porque además están los títulos, cinco de Michael y dos de Niki. Fernando Alonso, en cinco años como el alemán, sólo logró 11 victorias, aunque en contrapartida sumó tres subcampeonatos y llegó por dos veces a la última carrera con posibilidades reales de título.

Y se marchará con la sensación de que nunca ha rendido por encima de las posibilidades del coche, como su predecesor en el cargo, Fernando Alonso, que con mucho menos le puso contra las cuerdas en 2012. De hecho, para el recuerdo quedan los años de 2017 y 2018, en los que Vettel hubiera podido llevar la pelea por el título hasta la última carrera de no ser por una concatenación de errores del todo extraordinarios para alguien de su pedigrí.

Y eso que la aventura comenzó con buen pie en 2015. Podio en Australia, victoria en Malasia —casi dos años después de la última victoria roja, gracias a Fernando Alonso en Barcelona 2013, un doblete porque Kimi fue segundo— y un nuevo podio en China. Prometedor panorama en apariencia si no fuera porque los Mercedes habían dado muestras de una fortaleza fuera de lo común, estar un paso por delante.

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Cara al título, las posibilidades mostrados en este inicio de temporada fueron un mero espejismo. El Ferrari SF15-T no era el coche que se necesitaba para doblegar a las ‘flechas de plata’. Todo lo más que pudo hacer Vettel fue ‘incordiar’ a Rosberg y darle batalla por la segunda plaza del campeonato, con un Hamilton fuera del alcance de los dos pilotos alemanes. A media temporada, Hamilton tenía 42 puntos de ventaja sobre Vettel y Rosberg, 21. Las tres victorias de Rosberg en las tres últimas carreras decantaron la situación a favor de Nico.

Vettel finalizó así 2015 con 3 victorias y 13 podios, amén de una pole. Más que suficiente para albergar todas las esperanzas de cara a 2016. Esta vez en Ferrari volvieron a entonar ese grito de ánimo que gustan decir todas las pretemporadas: ‘¡Este año sí’.

Las ilusiones de 2016 se desvanecieron de forma muy rápida; apenas medio GP de Australia. Los Mercedes dominaron en clasificación, pero Hamilton salió mal y queriendo cubrirse de Rosberg, los dos Ferrari se colocaron en cabeza por delante de Nico. Rosberg logró superar a Kimi, pero Hamilton estaba retrasado. En la vuelta 18, un accidente entre Gutiérrez —que cerró la puerta— y Alonso —que se fracturó una costilla— obligó a detener la carrera. En la reanudación, Vettel busco en los ‘superblandos’ el arma para distanciarse de sus perseguidores y los Mercedes en los medios no debían parar. Fue la opción ganadora y por si fuera poco el motor de Kimi se incendió. Las cosas fueron peor en Baréin, dende Vettel rompió motor en la vuelta de reconocimiento. En Rusia sufrió un toque con Kvyat y en Barcelona la estrategia fue errónea y el tercer puesto no fue un consuelo el día que los dos Mercedes se tocaron y abandonaron en Repsol, la cuarta curva. A media temporada Vettel estaba a más de 70 puntos de los Mercedes —70 de Nico y 68 de Lewis—, Rosberg, e incluso por detrás de su compañero Räikkönen y de Vestappen. A final de temporada, Vettel fue 4º del campeonato, sumando 7 podios en total, pero ‘huérfano’ de victorias.

Todo cambió en 2017, cuando los ‘ferraristas’ soñaron que por fin había llegado su hora. Hasta media temporada, Vettel y Hamilton intercambiaban posiciones al frente del campeonato en un duelo incierto, que Vettel podría haber llevado más a su favor si en Bakú no hubiera sido penalizado con un Stop&Go por un incidente con Lewis y no pudo sacar partido del hecho de que Hamilton debió parar para cambiar su reposacabezas después de varias vueltas de correr sujetándolo.

El Mercedes, de batalla larga, era mucho mejor que el Ferrari, de batalla corta, en los circuitos rápidos; en Spa y Monza, las flechas de plata sacaron provecho pero en Singapur las cosas debían volver al cauce Ferrari. Así parecía: Vettel tenía la Pole y Lewis salía 5º. Vettel arrancó mal y Verstappen y Kimi se colocaron a su altura; ambos se tocaron y Kimi acabó llevándose por delante a Vettel. Aquel ‘cero’ fue decisivo, porque Hamilton aprovechó la oportunidad para cobrar ventaja al frente del campeonato. La suerte estaba echada, porque además en Malasia un motor roto en clasificación obligó a Vettel salir del fondo del pelotón. Y para colmo, en Japón, Vettel tuvo un problema de bujías a las primeras de cambio que le hizo abandonar, El título ya estaba prácticamente decidido a favor de Lewis, que tenía 39 puntos de ventaja.

En México Vettel se jugó su última oportunidad. Lo sabía y parecía nervioso. Se tocó con Verstappen en la salida y dañó su alerón que acabó de romper al tocar por detrás a Hamilton; Lewis sufrió un pinchazo lento; el Mercedes acusó el problema y siempre fua a cola del pelotón, pero en los compases finales ganó posiciones para acabar 8º mientras Vettel sólo era 4º; la gran oportunidad no fue aprovechada. A falta de dos GP, Hamilton ya era campeón y Vettel debió conformarse con el subcampeonato.

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El resultado de 2017 levantó muchas esperanzas de cara a 2018, alimentadas con dos victorias iniciales consecutivas, en Australia y Baréin, tras una gran elección táctica. Hamilton reaccionó, pero su abandono en Austria y la victoria de Vettel en Gran Bretaña hicieron que el de Ferrari llegara líder a media temporada… pero fue el canto de cisne. El fallecimiento de Sergio Marchionne hizo aflorar incertidumbres en el equipo y el accidente de Vettel en Alemania lo cambió todo.

Vettel llegó a Alemania de 2018 como líder del campeonato, ocho puntos por delante de Lewis.  Era líder de la carrera cuando se habían superado ya más de dos tercios de la misma, con Hamilton tercero…. Y el Ferrari, en la vuelta 52, fue contra el muro de neumáticos. De poder salir con 18 puntos ventaja a hacerlo con 17 de desventaja, la diferencia es enorme, 35 puntos decisivos para el campeonato. Es cierto que la diferencia final en puntos dobló con esos 35 puntos de Alemania, pero fue un punto clave porque quebró la confianza ciega del Cavallino en Vettel y la presión mediática —italiana esencialmente— y la de los tifosi, que comenzaron a achacarle muchos errores y magnificarlos, acabó de hacer el resto.

Las dudas sobre si Vettel era ‘su hombre’ o debían buscar una alternativa, confiar en el cada vez más ensalzado Charles Leclerc, comenzó a socavar su relación. Y salieron a relucir otros errores, como el toque con Räikkönen en 2017.

Para Vettel, sin embargo, las cosas se torcieron del todo en 2019. Ferrari le puso de compañero a Charles Leclerc, que ya antes de que empezara el calendario cargaba con esa etiqueta de ‘futuro campeón’ que hacía temer un cambio de status quo. Aun así, los de Maranello cerraban filas públicamente con Sebastian, a quien beneficiaron con órdenes de equipo en la primera parte de la temporada.

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Pero los errores de Seb y los resultados de Leclerc hicieron mella, hasta que progresivamente quedó patente que Leclerc estaba preparado para convertirse en el actor principal de Maranello. Que la profecía que decía que Sebastian Vettel sería el líder de la nueva Ferrari quizá podía tener otro protagonista.

Eso cristalizó sobre el asfalto en varias ocasiones, como en el GP de Rusia, donde Vettel desobedeció la orden de dejar pasar a Leclerc después de que éste le diera su rebufo en el momento de la salida, sacrificando momentáneamente su liderato para que Seb no cayera víctima de los Mercedes. Ese nerviosismo no sino un último intento de reivindicarse como el líder del equipo, aunque no le salió bien.

Fue el canto del cisne: el motor de Ferrari levantó demasiadas suspicacias, las aclaraciones pedidas por otros equipos obligaron a los rojos a ‘aparcar’ la utilización de algunas soluciones mágicas y a la postre acabaron en un ‘acuerdo confidencial’ entre FIA y Ferrari que tantas ampollas levantó en Barcelona el último día de test cuando se anunció. De golpe, los rojos ya no volvieron a dominar en el resto de temporada.

En Maranello trabajaron duramente en invierno, seguro, pero en los test de Barcelona los Ferrari no mostraron la competitividad esperada. Algo no parecía a la altura. ¿El motor a causa del acuerdo con la FIA? ¿Falta de aerodinámica? Posiblemente ambos temas.

Y con todo ello llegó el momento de afrontar la renovación con Vettel. Ferrari le planteó varios escenarios, pues entendía que un multicampeón tan comprometido merecía un respeto. Merecía una propuesta, siquiera verbal. Pero le plantearon una rebaja salarial drástica y un acuerdo cortoplacista. Una invitación velada a que abandonara Maranello, pues era la evidencia que Vettel ya no era imprescindible para los suyos.

Sebastian Vettel se marchará de Ferrari como un trabajador incansable y como un hombre de equipo. Egoísta bajo presión, como todo campeón del mundo o piloto competitivo. Pero sacrificado y entregado a la causa. Quizá las cosas hubieran sido distintas de encontrarse un ambiente más estable. Negoció con Domenicali, fichó con Mattiacci, trabajó con Arrivabene y al final con Binotto. Tantos cambios de nombre son sintomáticos de un equipo volátil e inestable, y Sebastian fue quien cargó con esa presión. La responsabilidad era tan grande que hizo mella en su pilotaje, pues todos recordamos su finura y conducción ‘robótica’ de los días de Red Bull, cuando no cometía ningún error. Quizá eso es lo que le faltó a Vettel en Ferrari: un equipo fiable y estable. Quizá así habría podido resistir la presión.

Sebastian Vettel
Ferrari
1 comentarios
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14 Mayo 2020 - 10:21

No me vale el último párrafo. Si un equipo volátl y una presión mediática te hacen cometer errores, ese es tu punto débil. Si otros pilotos no lo tienen, son mejores que tú en ese aspecto. En RB lo hacía bien sí, pero con un coche muy superior al resto habrá muchos pilots capaces de hacer lo mismo.

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