Robert Wickens lo ha logrado: se ha reencontrado con la victoria

“No ha estado mal, nada mal”, dijo cuando su compañero, el también canadiense Mark Wilkins, cruzó la meta con el Hyundai Elantra que comparten en primer lugar de la carrera del TCR-América en Watkins Glenn, y esbozó una sonrisa.

Desde aquel lejano triunfo en 2017 hasta hoy media un abismo de por medio. No por el espacio de tiempo, cinco años, sino el que ha marcado su gravísimo accidente en IndyCar –Pocono 2018–, que supuso fin a su prometedora carrera en la categoría ya que le produjo lesiones medulares y que le tiene postrado en silla de ruedas.

No sé si la victoria ha sido liberadora. Pero sin duda la esperaba desde que en su debut en Daytona acabó tercero.

Robert siempre tuvo claro que iba a volver a correr. La terapia de rehabilitación fue durísima. Wickens puede sostener brevemente en pie con ayuda de muletas, pero nada más. Lo de volver a correr era complicado hasta que Bryan Herta, expiloto de IndyCar, propietario de equipo y padre de Colton Herta, le echó un cable. Le invitó a probar su Hyundai del TCR, debidamente adaptado y tras el test no dudó en darle el volante para la temporada completa.

“Cuando Bryan Herta y las demás personas de Bryan Herta Autosport me dieron la oportunidad de competir era porque en el fondo sabían que podíamos ganar carreras y competir por victorias. Y yo quería empezar a correr de nuevo, quería lograr las Poles, las vueltas rápidas, ganar... pero eso no era realista. Hemos tardado un poco más de lo que hubiéramos querido, pero han sido sólo cinco carreras. Perdimos algunas oportunidades, pero seguimos trabajando para sacar lo mejor de lo que disponíamos".

Wickens se las arregló para entregar el coche a Wilkins en primera posición. Y éste debió resistir los duros ataques del Alfa Romeo de Tim Lewis. Wickens se mostró impasible en las últimas vueltas, aunque reconoció que “fueron un poco estresantes. No podía hacer nada, sólo confiar en que Wilkins lo lograría”. 

Desde la silla de ruedas no alcanzaba a ver los monitores de tiempos. Debió contentarse con seguir la carrera a través del móvil. Podría ser estresante, pero no mostró sus emociones.

Luego, camino de Victory Line tardó un poco más de lo previsto. Hubo más abrazos que nunca, muchas emociones en el pit-lane, pero para Robert fue como algo natural, como algo que sabía iba a suceder y lo tenía asumido.

Un Wickens que sabía que la victoria era muy especial, pero quería parecer calmado. “Fue sin duda una gran carrera, la más completa que hemos hecho. Merecimos la victoria... la guinda del pastel. Pero esta es sólo la primera de lo que vendrá”.