¿Recuperar la actividad o reinventarse?

Los primeros, los que quieren recuperar esplendores recientes, aseguran siempre que ‘de esta crisis saldremos más fuertes’. Los otros prefieren decir que ‘cada crisis es una nueva oportunidad’. Lo único cierto es que saldremos distintos, lo de mejor o peor ya es otro cantar.

En el mundo de la automoción ya hay algunos que quieren aprovechar esta crisis para acelerar el cambio tecnológico a la electrificación. Lograr en cinco o seis años lo que en circunstancias normales llevaría de 15 a 20 años.

Y en el mundo de las competiciones estamos pasando estos días sin darnos cuenta del mundo real, de carne y hueso, del que te hacías daño en caso de accidente, al mundo virtual.

Es un salto que, salvando distancias y diferencias, me recuerda a lo que está viviendo la prensa de papel. Ha existido desde hace muchos, muchos años, tuvo un gran auge a partir de los 80, llegó al cénit a los 90, pudo enfrentarse a las radios e incluso resistir el envite de la TV. Pero el paso del mundo analógico al digital le está dando numerosos quebraderos de cabeza, la ha puesto en un brete y buena parte de los medios están sufriendo ‘jaques’ que en más de un caso son ‘jaque mate’.

Lo siento, por el momento los Esports, el Simracing, no me llama la atención, no despierta pasión. Sólo como mucho un ápice de curiosidad. Pero ello no me priva de admitir que están fuertemente arraigados en los jóvenes de hoy.

Recuerdo que una vez Flavio Briatore explicó más o menos así sus priemros escarceos en la F1 –no tomen la frase literalmente, sino el sentido–: "Al entrar por vez primera en un paddock de F1 sentí que me temblaban las piernas, que entraba en un mundo que no conocía y se me podían comer. Pero al tercer Gran Premio me di cuenta que se miraban tanto al ombligo que podía comérmelos a todos".

El deporte del motor, tal como lo conocemos hoy, tiene demasiados frentes abiertos como para pensar en algo más que la simple ‘recuperación’. Las marcas tienen otras prioridades: capear el caos y financiero y la resaca del coronavirus y dar un salto a la electrificación. Los jóvenes han dejado de tener al automóvil como prioridad, prefieren la conectividad y el juego on-line. Internet nos ha despertado la cultura del todo gratis, o casi todo; es impensable que el público pague por una categoría menor. Los premios en metálico –que a tantos pilotos permitió competir y destacar, incluso si no eran acaudalados– son algo que no se recuerda. El deporte del motor ha adquirido costes estratosféricos y alguien debe pagar las fiestas… y ese alguien son los pilotos, bien directamente o bien papá, porque el patrocinador puro y duro es una especie en extinción.

Con estas premisas, me parece importante, clave, reinventarse. Y uno tiene la impresión de que se marea demasiado la perdiz y se cambia todo para que nada cambie. Sirve para las categorías menores, también para el karting, y para lo más alto de la pirámide, la F1. Y no es fácil. La prensa lo lleva intentando desde hace mucho tiempo.