Por fin degustamos un auténtico Gran Premio

Ese duelo que ambos mantuvieron tantas veces en el mundo del karting lo convirtió Max en una victoria que parecía imposible. Un triunfo que vale mucho más que 25 puntos porque en el fondo ha devuelto la credibilidad a la F1.

En alguna ocasión he dicho que los aficionados a la F1 se parecen a los seguidores de Curro Romero. Éstos acudían fielmente a la plaza para ver al Maestro esperando que ese día, precisamente ese día, les regalara esa faena maestra que todos soñaban, como aquellas que le habían colocado en el Olimpo de la tauromaquia. Esa tarde entre mil que hacía que le perdonasen tanto 'espantás' como faenas anodinas, que eran las más. Y ayer fue precisamente ese 'GP entre mil'.

Las razones de ello: pueden ser varias, pero hay una clave: el circuito. Un trazado corto, pero con tres rectas –no son exactamente rectas pero pueden tomarse con tales–, una de ellas muy larga, en pendiente, precedida de un ángulo recto y que acaba con un cerrado ángulo. Y una zona de bajada, con curvas muy rápidas, que sirve para cerrar el otro lado del cuadrado. Pero sobre todo, un circuito en el que los errores se pagan, en el que aprovechar los pianos comporta un riesgo importante.

Un Verstappen que supo sobreponerse a su mala salida para lograr la victoria final pese a que su motor Honda no valía lo que el motor Ferrari. Un triunfo del chasis Red Bull, por encima de todo. Como lo fue el del pasado año, cuando Max montaba un propulsor Renault en su Red Bull. Es curioso como en un circuito tan rápido, con una recta de fuerte pendiente en el que parece mandar la potencia, los motores más potentes 'han fracasado' estos dos últimos años.

Un Leclerc que puso en entredicho a Vettel y alimenta esa clamor –fundando o no– de los aficionados para que Ferrari apueste por el monegasco. Un Vettel que tomó riesgos finales, con una parada en boxes para recuperar el tiempo perdido sobre Lewis Hamilton y sobrepasarle al final. Un Hamilton que pagó 'su afición por los pianos' con el tener que cambiar el morro en su parada en boxes.

No fue lo único que nos brindó. Por ejemplo vinos a un Norris excepcional y un Kimi Raikkonen peleón. Pero sobre a un Carlos Sainz que de nuevo nos brindó una carrera por encima de cualquier expectativa: de 19º en la parrilla a 8º al final.

Es cierto. Quizás sin una parrilla de salida un tanto loca debido a las penalizaciones y sin la mala salida de Verstappen la cosa hubiera podido ser muy distinta.