La última gran batalla entre legalistas y garajistas fue en Imola

El boicot no tuvo nada que ver con Imola, claro. Sino con el peso de los coches. El 19 de abril, el lunes de la semana de este Gran Premio, entonces oficialmente el de San Marino, el Tribunal de Apelación de la FIA confirmó la exclusión del Brabham de Nelson Piquet y del Williams de Keke Rosberg del Gran Premio de Brasil, donde habían sido primero y segundo. Todo tras una reclamación presentada por Renault y Ferrari. Por los primeros, Max Mosley era el abogado defensor, copropietario de March a la par que abogado de la FOCA y de Bernie.

Bernie Ecclestone, propietario de Brabham, y Frank Williams tomaron la confirmación de la exclusión, por estar bajo el peso mínimo, como una afrenta. Ferrari estuvo tan satisfecho con ello, que incluso retiró la apelación contra la descalificación de Gilles Villeneuve del GP de Long Beach, donde había acabado tercero, por el alerón trasero no conforme.

Era un momento complicado. La lucha entre los equipos de grandes marcas –Ferrari, Renault– que apostaban por la motorización turbo frente a los equipos británicos, los 'garajistas', que en su mayor parte usaban el motor Cosworth.

La mayor parte de los garajistas sabían que no podían batallar contra la potencia del turbo y eligieron ir por debajo del peso mínimo en carrera. Por entonces, el reglamento decía que antes de la verificación final podían reponerse los fluidos del coche, aceite y agua -no gasolina- y aprovecharon esto para equipar sus coches con unos depósitos de agua enormes, de forma que al final de carrera ponían los litros de agua suficientes para lastrar el coche hasta el peso mínimo.

Sólo faltó que Mosley pidiera que el McLaren de Watson, el Lotus de Mansell, el Tyrrell de Alboreto y el ATS de Winkelhock, por el mismo motivo en el GP de Brasil. Bernie y Max no dudaron en reunir a la FOCA para una 'reunión de rebelión'.

Sólo Ferrari, Renault y Alfa Romeo confirmaron su presencia en Imola de inmediato. También Toleman y Osella, éste última porque iba de acuerdo con Ferrari. Era una nueva batalla, como en Jarama 1980, entre 'legalistas' y la FOCA.

ATS, también se unió a ellos… dándose de baja en la FOCA; su patrón Gunther Smith vio una ocasión para obtener un resultado con su equipo. Osella corría en Italia, así que no podía fallar. Tyrrell pidió a la FOCA que tuviesen en cuenta su situación: su patrocinador era Candy, empresa de electrodomésticos italiana, y su primer piloto, Alboreto, tenía patrocinio de Ceramica Imola.

El jueves 22, el día antes de los primeros entrenamientos, por teléx, los equipos FOCA comunicaron que retiraban su inscripción, con excepción de Tyrrell. Y no sólo eso, Bernie, que tenía los derechos comerciales, anunció que la carrera no sería ofrecida por TV…. Aunque la RAI decidió apoyar el GP italiano y ofreció las imágenes a las televisiones de otros países.

Ligier, que acababa de unirse a la FOCA, pero lo mantenía en secreto. Para no levantar la liebre, se disculpó: el test con el nuevo coche no había funcionado y el viejo no era competitivo “por lo que no vale la pena hacer el desplazamiento”.

La Federación Italiana decidió mantener el evento pese a que 14 coches eran menos de la mitad de los que se tomaban parte en los Grandes Premios en la época. Por ello decidió ampliar el plazo de inscripción hasta el mismo sábado a las 13 horas, poco antes de la clasificación.

Hubo una reunión de urgencia entre Ferrari y Ecclestone. No hubo acuerdo. Ferrari también estaba contra Balestre, ya que éste quería imponer una regla contra los motores turbo: limitando su consumo de carburante. Y Renault y Alfa Romeo secundaban a Ferrari y amenazaban a Balestre con abandonar la Fórmula 1. Ello provocó críticas a los constructores, incluso en Italia, donde les acusaron de mirar por sus intereses y no por los de la F1.

Imola se llevó a cabo. La FIA había cambiado las normas: se prohibía rellenar de fluidos los coches tras la carrera. Ello obligó a alguno de los equipos presentes a lastrar con barras de plomo sus coches, que estaban bajo peso mínimo. En el caso de Alfa Romeo se dice que fueron necesarios 40 kilos de plomo.

Tyrrell tenía bula de la FOCA para correr, sí… pero también una misión: puso una reclamación contra los motores turbo porque los motores de turbina estaban prohibidos… pero los comisarios se rieron: no sólo el turbo lleva una turbina, sino que bombas de agua y aceite.

La participación de ATS estuvo en duda hasta el último momento. Brabham debía montar el motor turbo BMW, pero hubo problemas en el primer GP de la temporada y Bernie desempolvó los motores Cosworth para los dos siguientes GP. Pero Paul Rosche, el mítico ingeniero de motores de BMW quería reintroducirlo, en Imola. Gunther Smith entabló conversaciones para montar el motor alemán en el futuro. Y Bernie replicó. Era el distribuidor exclusivo de los neumáticos Avon de competición, los que usaba ATS, y no envió el furgón a Imola… pero Michelin le sacó del apuro.

Hasta el último momento se pensó que McLaren –presionada por su patrocinador Marlboro– y Arrows, cuyo patrocinador era la firma italiana Ragno, acabarían participando. No fue así. Y en el paddock, Niki Lauda deambuló maldiciendo a su equipo, tras haber intentado hasta el último momento convencer a Ron Dennis.

Fue la última gran batalla entre 'legalistas' y 'garajistas'. Para Bélgica, la siguiente prueba, Bernie encontró una vía de solución. No le quedaba otra: los derechos comerciales y de televisión de la Fórmula 1 eran un gran negocio al que no iba a renunciar. La FOCA lo sabía, y admitieron la prohibición de rellenar los depósitos de líquidos tras la carrera.