La semana en la que comenzarán a despejarse las incógnitas

Se sabe cómo se comienza, más tarde que nunca –como muy tarde se había comenzado en la segunda quincena de mayo– y de nuevo en Europa, lo que no sucedía desde 1966.

Pero se ignora cómo y cuándo acabará. De momento hay ocho pruebas en el calendario, todas ellas en el Viejo Continente. En el arco de apenas diez semanas, con una intensidad nunca vista, pero con la incógnita de cuántas pruebas se añadirán y dónde podrán hacerse, entre septiembre y diciembre. Con todas las miradas puestas en ese probable rebrote de covid-19 que los virólogos prevén.

Y, sobre todo, se ignora cuál va a ser la correlación de fuerzas tras este parón de casi cuatro meses desde el último test a esta primera carrera. La película de entonces mostraba a Mercedes como el más rápido; a Red Bull bastante cerca y a Ferrari con algún problema, pero mantenía la diferencia entre primera y segunda división, aunque algunos creyeron ver que algunos de la segunda categoría se habían acercado ligeramente a los tres grandes y que entre ellos se habían cerrado brechas: Racing Point puede ser ahora el mejor por delante de McLaren; Toro Rosso –perdón, AlphaTauri– y Renault no debería estar demasiado lejos.

¿Se mantendrá este pronóstico? Aunque las fabricas han estado cerradas prácticamente dos meses, los técnicos han trabajado on-line a distancia. ¿Habrán acertado en las evoluciones los ingenieros? ¿Habrán mejorado los coches? ¿Quién habrá dado el mayor salto adelante? Las respuestas comenzarán a conocerse el viernes por la tarde.

Pero no hay incógnitas sólo de orden técnico, también entre los pilotos. Dos de ellos cambian de equipo para la próxima temporada; un tercero, un pez gordo, no sabe aún lo que hará. Estamos hablando de Carlos Sainz y Daniel Ricciardo en el primero de los casos y de Sebastian Vettel en el segundo.

Tanto McLaren como Renault han dicho que no por ello marginarán a los pilotos que se marchan. En otra temporada seguramente dudaríamos de ello. En la presente está claro que tanto McLaren como Renault tienen más interés en avanzar antes de que se congelen los desarrollos que en cualquier otra cosa. El coche con el que acaben la temporada no podrá evolucionar –salvo un par de tokens– para la próxima, así que no hay peligro de trasvase de información ni para 2021 ni mucho menos para 2022, cuando las reglas sean muy diferentes. Y, por supuesto, ambos tienen una mayor experiencia que sus compañeros.

Otro tema puede ser el de Ferrari, donde Leclerc debe demostrar que Ferrari no se ha equivocado en confiarle el pilotaje del futuro y Vettel estará interesado en dejar claro que la apuesta de Maranello es la carta errónea.

Y en el aire, el temor a que surja un positivo por covid-19 en algún equipo. La F1 no se detendrá por ello, pero la escudería puede que sí y ello pasará una tremenda factura al equipo y a los pilotos. Es un factor impredecible, como la aparición de la lluvia inesperada a media carrera o de un coche de seguridad.

Y este fin de semana comenzarán a despejarse incógnitas. Lo malo es que quienes hayan errado volverán a quedar en evidencia –muy probablemente– el próximo fin de semana. Es el mismo escenario, con los mismos coches; no hay tiempo para cambios.

Así que la presión en Austria va a ser mucha. Todos saben que este año está prohibido el mínimo error. El viernes, aunque quizá no trascienda, habrá equipos que rían y equipos que lloren. Unos saben que pueden pelear, aunque sea por estar en la cabeza del segundo grupo y otros, que no van a poder hacerlo ni este año… ni quizás el próximo. Muy, muy duro.

La incógnitas comenzarán a despejarse y todos cruzan los dedos para el karma sea una luz de esperanza, aunque brille sólo de forma tenue.