Equipo ganador no se toca... pero se renueva

Sin embargo, en la actualidad esta lógica no parece estar vigente o ser de aplicación imprescindible. No sé si se trata de un problema de exceso de presión sobre los protagonistas o la necesidad de explorar nuevos campos y otras soluciones como camino inevitable para mantenerse en la senda de los éxitos. Responde todo ello a otro gran tópico que viene también de lejos y suena en muchas ocasiones: 'Renovarse o morir'.

Toto Wolff parece comulgar más con esta segunda filosofía. "Sabemos que no es posible mantener congelado un organigrama de éxito, como el que hemos tenido estos últimos años. La estructura debe ser algo dinámico". De ahí que en Mercedes se hayan decidido por una transición ordenada... la tercera por lo menos en una década.

Transición ordenada porque los personajes salientes estarán todavía en el timón el resto de esta temporada. Y los ascendentes, comenzarán a trabajar codo a codo con ellos para estar preparados en el momento del relevo. Lo que menos desean Wolff y Niki Lauda es un relevo urgente y traumático... especialmente en unos momentos tan delicados del año, cuando la lucha por los títulos está en pleno apogeo y cuando, a la par, debe entrarse en la fase clave de diseño del coche del próximo año. Y todo ello por más que un equipo como Mercedes disponga de equipos técnicos suficientes como para pensar en estructuras casi duplicadas, cada una responsable de una temporada.

Es por lo menos la segunda transición en Mercedes. Los años iniciales fueron pilotados por Ross Brawn, hasta que éste dejó el puesto a Paddy Lowe, con quien llegaron los primeros títulos si bien la estructura y base del éxito se cimienta sobre las líneas trazadas por Brawn.

Hace un par de años, Lowe dejó su puesto para ir a Williams y dejó el timón a James Allison, recién 'defenestrado' de Ferrari y que se 'vengó' en forma de continuar la racha triunfal de Mercedes. Ahora no es Allison quien arroja la toalla, sino Aldo Costa, el jefe de diseño, el que fuera predecesor de Allison en Ferrari. Y también Mark Ellis, el ingeniero de prestaciones, cabeza visible de las operaciones en pista. El primero aduce querer más tiempo con su familia en Italia; podrá hacerlo al concluir esta temporada. El segundo quiere un año sabático, pero su renuncia no será efectiva hasta dentro de un año.

La presión por ganar es extrema. Quizás excesiva en un equipo. perfeccionista como Mercedes. Lowe, por ejemplo, ha preferido ir a Williams, un equipo en horas muy bajas desde hace algunas temporadas, con unos medios ya justos y sin ambiciones reales de poder batallar por los títulos... y eso deja margen para trabajar sin tanta presión. Temo que esto también sucede con Costa y Ellis, sobre todo tras dos temporadas -la pasada y ésta- en la que los inicios no han sido aplastantes como un batallón de panzers sino que Ferrari les ha puesto en apuros.

Aldo cree que todo se hace en el momento y la forma oportuna. "En el curso de este último año hemos trabajado con Toto y James para desarrollar un plan ordenado de sucesión a largo plazo, con el fin de ayudar a las nuevas generaciones de líderes del equipo a desarrollar mejor su labor".

Costa, en su carta de 'despedida' explica que cuando llegó al equipo en 2011 "fue posible integrarse plenamente en pocas semanas gracias a la actitud de todos".

Los cambios han cogido por sorpresa al mundillo de la F1. Posiblemente algún equipo lamente sólo que Costa y Ellis dejen sus responsabilidades en Mercedes pero no queden libres en el mercado por el momento. Y cuando lo estén, posiblemente ya no serán 'poseedores de los secretos' de las flechas de plata, al menos de todos.

Uno entiende que en Ferrari haya cambios... por el tradicional maquiavélico politiqueo italiano. O que en McLaren caigan cabezas porque el equipo precisamente no levanta cabeza. E incluso que de vez en cuando alguna figura emergente cambie de aires al constatar que su progreso promocional se estanca donde están al estar los escalones inmediatamente superiores sólidamente ocupados. Pero lo de Mercedes ha cogido a todos a contrapié.

Quizás aquí se deba aplicar un símil con el mundo de la competición. Las piezas se renuevan antes de que se rompan o pierdan eficacia. Es imprescindible para no perder ni entrar en espiral negativa... aunque cada renovación entrañe siempre algún riesgo.

Renovación ordenada y escalonada... para que de repente no sea todo nuevo y se parezca a una revolución.

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