El desafío de la F1 en 2020 no es cuándo se pondrá en marcha sino cómo

Y mientras los rectores de la F1 hablan de un ‘campeonato intensivo’ de 18 carreras –lo de intensivo porque se disputaría fin de semana sí, fin de semana también– uno se pregunta si no deberemos conformarnos en el mejor de los casos con un ‘mini-campeonato’ que nos retorne a los orígenes, a los años 50 cuando apenas había diez carreras en el calendario.

Es poco, pero mucho mejor que nada. Porque la anulación pura y simple, de facto, del campeonato, es un escenario que no se debe minimizar.

Para reanudar el campeonato hay unos hitos a cumplir. La erradicación de la pandemia. El retorno a una cierta normalidad económica, que también requiere su tiempo. Y una cierta estabilidad social, ya que la sociedad debe admitir en su conjunto que ya puede desviar fondos para actividades que no son de primera necesidad… por muy necesitados que estemos de carreras los aficionados.

Boris Johnson, el premier británico, ha estimado en doce semanas, tres meses, el tiempo necesario para comenzar a atisbar la salida del túnel. En ‘roman paladino’ eso significa que después deben venir tres o cuatro semanas para poder pensar que la emergencia sanitaria está superada. Y después habrá que arrancar la economía, que los trabajadores vuelvan al curro, arrancar las empresas, etc. Y esto pasará con los equipos ya que muchos de ellos, conforme a las facilidades de la legislación británica, habrán despendido al personal no clave para minimizar pérdidas.

Así que resignarse a una temporada reducida no es descabellado. Tampoco es imposible un escenario de suspensión total del Campeonato pura y simple; nadie sabe cuanto durará la crisis y día a día parece que los plazos se alargan. Y el otro escenario posible es reconvertir la temporada de año natural al periodo septiembre-julio, como el fútbol y buena parte de los deportes; como ha hecho el WEC.

Pero esta es sólo una disyuntiva temporal, la inmediatez. Es la respuesta al cuándo. Hay una segunda incógnita a despejar: el cómo.

Y es que nada volverá a ser como antes. Y no me refiero a parrillas con menos coches, sino al modelo económico que debe adoptar la F1, o mejor dicho donde hay que poner el listón. Está claro que la F1 deberá rebajar y mucho sus expectativas. Es algo que se viene diciendo desde hace mucho tiempo, que de forma particular lo admiten casi todos, pero que en público no osan nombrar o prefieren minimizar.

Está claro que el límite presupuestario es una demostración palpable de que la F1 sabe que no puede seguir anclada en aquella máxima de Bernie, "The more expensive, the better": cuanto más caro, mejor. Ya no será socialmente aceptable. Y las grandes marcas de automóviles que hoy son ‘motoristas’ de la categoría lo saben.

En otras palabras. La F1 debe redimensionarse no ya para esta temporada, por el momento ‘non nata’, sino de cara al futuro. Ya se ha insinuado, de pasada, que el límite presupuestario acordado es irrealista, que debe ser más bajo, mucho más bajo… o no solucionará el problema.

Tal y como van las cosas, el equilibrio entre tecnología y espectáculo debe cambiar, primando sobre todo lo segundo con reglas todavía más sencillas. Aunque se corre el riesgo de una cierta uniformidad de soluciones. No pienso en una Fórmula ‘monotipo’ pero resulta absurdo que las categorías que vienen inmediatamente detrás del Gran Circo tengan presupuestos 20 o 30 veces inferiores.

Ya se ha hablado de la necesidad de reducir los límites presupuestarios a 150 millones y aún me parece mucho, demasiado, si tenemos en cuenta todo lo que queda fuera de ‘contabilidad’ hace subir mucho el presupuesto real, al menos de los grandes equipos.

Es un buen momento para abrir el periodo de reflexión. No pensar sólo en el cuando sino en el cómo. El escenario ha cambiado. Antes, en momentos de crisis, se ‘cortaba por abajo’ y se mantenía, con ligera rebaje, el ‘top’, que ejercía de faro, de polo de atracción.

Hoy quizás la cosa haya cambiado de enfoque. Del ‘demasiado grande para caer’ –que se ha aplicado como base para salvar bancos y grandes empresas– quizás pasemos al polo contrario: ‘demasiado grande para ser salvado’. Así que el desafío que tiene la F1 es saber colocar el listón en algo realizable. Bueno, la F1 y el automovilismo en general.